Oportunidad y oportunismo, no son lo mismo

 

La idea priista de someter a consulta ciudadana la eliminación de la mitad de los diputados y todos los senadores plurinominales, es plan con maña.

 

La jugada es una cortina de humo, diseñada de fábrica para ser rechazada, con el único objetivo de deslegitimar la lucha de la izquierda por demoler la histórica reforma energética… la reina de las reformas peñanietistas.

 

De acuerdo con expertos, la Consulta Popular –que nadie entiende bien a bien a bien– por lo pronto no sirve para tirar reformas constitucionales.

 

Es muy probable que la Suprema Corte rechace la propuesta anti-energética del PRD, pero también la del PRI, que pretendería modificar los artículos 52 y 56 de la Constitución para reducir el número de legisladores plurinominales, y meterse en el pantanoso terreno de lo electoral, vedado para la novedosa práctica de la democracia directa.

 

Ahí está la clave.

 

Habrá argumentos para alegar imparcialidad del Poder Judicial… un nada para nadie, aun cuando el golpe resulte inequitativo.

 

La consulta propuesta por el PRI es una zanahoria electorera. Un caramelo envenenado. Inteligente y astuta maniobra, sin duda.

 

Por ahí va también la intención panista de preguntarnos lo obvio respecto a elevar el monto del salario mínimo… disculpe usted el sospechosismo. Tiene las cualidades necesarias para ser rechazada porque obviamente impactaría los egresos de la Federación, también zona prohibida para la mentada consulta constitucional.

 

Las casualidades no existen. Todo es cuestión de fastidiar, distraer, cacarear y ensalivar la agenda nacional.

 

El cinismo es ominoso. La apuesta priista no es por una mejor democracia sino por la ganancia de más votos… y mucho más dinero.

 

El PRI tiene poco o nada que perder con su propuesta anti-pluris. Para nadie es un secreto el rechazo social a los diputados –más que los policías–, pero sobre todo, el desprecio por aquellos que disfrutan las mieles de la vida política sin siquiera haber hecho campaña.

 

A pocos disgustaría borrar del mapa a cien diputados y a 32 senadores pluris con tremenda fama impopular de transas levantadedos, quienes ganan mucho y hacen poco, acostumbrados a despacharse con la cuchara grande, como si fueran legisladores de a de veras.

 

La propuesta del PRI es carambola de tres bandas.

 

El partido en el poder gana una bandera política difícil de rechazar y a cambio pierde muy poco en el terreno de la presencia legislativa.

 

Por su diseño, el reparto de curules por la vía plurinominal afectaría mucho más a los partidos de la chiquillería, los cuales, incapaces de lograr votos suficientes en los procesos electorales, tendrán mucho menos derecho a más lugares en el Congreso… y el negocio de las franquicias políticas quedaría en riesgo para sus propietarios.

 

La estrategia resulta compleja pero el resultado pinta generoso para los responsables de la ingeniería político-electoral priista. Con o sin Consulta Ciudadana, el partido oficial logrará posicionarse, desviar la atención de las propuestas de sus contrincantes, restar impacto a la consulta energética, y en una de esas, deshacerse, en parte, de la onerosa carga de los partiditos morralla… y de un buen pedazo del menguado pastel de la izquierda perredista amenazada a su vez por la morenista, que ahí les viene, con todo.