Poder y dinero
La última ha sido una semana trágica no sólo para el PRD y sus militantes, sino para todos los michoacanos. En nuestro seno, significó la pérdida de dos connotados militantes, quienes perdieron la vida a manos de aquellos que sin escrúpulos no tienen respeto por la vida misma. Pero también los michoacanos han perdido el último atisbo de cambios en las condiciones actuales del estado a manos de quienes nos gobiernan.
En estos momentos se derrumba el proyecto de gobierno del PRI y en esa vorágine ha arrastrado a la entidad. Por más que lo quieran negar, por más que lo pretendan ocultar, la ingobernabilidad es el pan nuestro de cada día, y lo que esto representa: inseguridad, violencia, asesinatos, asaltos, corrupción, desaseo administrativo, ausencia de autoridad, nulos programas sociales, desempleo, falta de inversión y un largo etcétera. Ese es el Michoacán de hoy día, y que el partido en el gobierno pretenda negarlo, es una mera estrategia mediática de distracción.
EL PRI gobierno apostó todo a la firma de un documento que no sólo carece de planteamientos concretos, de acciones de gobierno reales, de estrategias mínimas para reactivar la economía, de plazos medibles y de compromisos efectivos de la federación y del estado. Y al apostar a ese documento, que ampulosamente denominaron “Acuerdo” por Michoacán, también ató su destino al fin que tenga dicho documento, que como podemos ver se dirige invariablemente a la decadencia.
La necedad y la cerrazón de esta administración y sus socios políticos, no sólo han cerrado la posibilidad de cambiar el documento de marras, sino que aseguran que ellos solos tienen la capacidad de gobernar este estado. Pero como vemos, mientras ellos se sacan la foto, el estado sufre los embates de la criminalidad, se fugan cada día más capitales, se pierden empleos y se colapsa la actividad económica.
La muerte de Osbaldo Esquivel Lucatero y de Javier Sagrero han representado para el PRD no sólo el anuncio que no debemos de casarnos con el proyecto claudicante del PRI en el estado, sino que debe ser un acicate de unidad entre las filas perredistas, para prepararnos para retomar la gubernatura del estado y permitir que Michoacán retome el rumbo.
La pérdida de nuestros militantes ha significado siempre la inspiración para que nuestro partido recobre fuerza, afine objetivos y emprenda acciones de transformación. En ello nos vamos a concetrar.