Miscelánea, salud y política
Amanece el 6 de enero con la noticia de impacto nacional nuevamente con Michoacán en conflicto, inicialmente con un tono airado del comisionado Alfredo Castillo en el noticiero de Loret de Mola y posteriormente una rueda de prensa presurosa y obligada, donde se habló desde la Ciudad de México sobre Michoacán, pero ahora con una búsqueda de justificación y minimización sobre los muertos en Apatzingán y las creciente ola de violencia, que resulta solo ser una insignificante conflictividad social.
A solo 7 días de que se cumpla un año de la designación de Alfredo Castillo las cosas en Michoacán no avanzan y pareciera que por el contrario se retrocede en materia de seguridad de acuerdo de las mismas cifras oficiales del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que indican que 2014 fue el año donde la mayoría de los delitos aumentaron, información contrastante con la que vierte en reiteradas ocasiones el Comisionado Castillo, quien pinta un panorama de bonanza y tranquilidad a lo largo y ancho del territorio michoacano.
Es real que el estado necesitaba una acción urgente y que la federación asumiera su responsabilidad de lo que acontece en Michoacán; aun y cuando se cuestionó en múltiples ocasiones la acumulación de facultades en un solo individuo y el desdibujamiento de los distintos gobernadores que tuvo el estado durante 2014, se dio un voto de confianza a la administración de EPN para que algo se hiciera por recomponer la situación en la entidad, cosa que hasta la fecha no se vislumbra.
Evidentes son los secuestros, las extorsiones, los homicidios, está claro que las autodefensas no se desarmaron ni se desmovilizaron, la Fuerza Rural no es una mayoría de los que militaban en las autodefensas, sigue el conflicto violento en tierra calientes y el mando policial unificado no ha sido la solución para un mejor sistema policial, además no se tiene certeza si bajaron los recursos extraordinarios para Michoacán, y por si fuera poco, no se distinguen programas de desarrollo social o económico, es decir, las cosas no se ven mejor en el estado.
La figura del Comisionado y la empecinada táctica de concentración del poder por parte de EPN, lejos de sembrar confianza en la ciudadanía, ha generado un sinfín de suspicacias e incertidumbre; estamos convencidos que la delincuencia se debe de combatir y se debe de instaurar el estado de derecho, sin embargo, estas medidas imperiosamente requieren de la correcta planeación y aplicación responsable para no generar una estela de problemas y desconfianzas posteriores.
Hace también un año, el Foro Económico Mundial de Davos Suiza señaló y cuestionó fuertemente sobre los problemas que enfrenta Michoacán obligando a EPN a voltear los ojos a nuestro estado, pero al día de hoy la federación se ve obligada a voltea los ojos solo a Guerrero ante la presión internacional a raíz del caso Ayotzinapa, inyectando cientos de millones de pesos a esa entidad para reactivar la economía y a programas de prevención social de la violencia ¿entonces tendrá que surgir una nueva crisis exorbitante en nuestro estado para que se tomen medidas en la entidad y se recomponga el rumbo? en una clara tónica de jalar la cobija a un lado para descobijar otro, exhibiendo una falta de visión integral de la atención de los problemas nacionales.
Michoacán más allá de una clonación de la estrategia de la administración calderonista con la presencia multitudinaria de policías y más armas o la designación de figuras plenipotenciarias, en la entidad se requiere que se imprima una inversión que permita en términos reales generar desarrollo económico y social que restituya el tejido social y de la pauta para generar una mejor ciudadanía con oportunidades de crecimiento y prosperidad en entornos seguros y confiables.
La federación debe percatarse que Michoacán también es México, que el impulso a la entidad es el impulso de una importante región del país y la oportunidad dé la generación del desarrollo y la prosperidad nacional, por ello sus decisiones deben ser pertinentes y no solo centralistas.