El voto de Dios y la virgen
El mundo fue testigo de la toma de posesión del sucesor del Papa sabio y humilde Benedicto XVI. El Papa Francisco inicia su pontificado presentando una verdad clara y luminosa de la vida. Enseña la humildad como una manera de vivir para entender nuestra vida en la sociedad y en el mundo. En nuestro tiempo de manera más intensa estamos en búsqueda de sentido, queremos contemplar la verdad del hombre y la vida social y política en un mundo confuso, convulso en el que se gritan las afirmaciones más encontradas. Queremos entender la vida en sociedad y el necesario poder, la administración de la cosa pública para llevar a la persona a su destino definitivo.La persona experimenta un gozo muy profundo cuando contempla la verdad de la vida social y el camino y los medios para alcanzarla, tenemos un gozo casi celestial cuando llegamos a la concepción pura y genuina del poder legítimo que lleva a la felicidad que buscamos. En la inauguración del Ministerio, es decir del servicio, del Papa humilde Francisco aparece con claridad meridiana lo que es el poder. El poder genuino, no espurio, es el servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz, afirma el Papa. El servidor público necesita una gran libertad para disponer de sí mismo hasta dar la vida por su pueblo. Sin esa radicalidad el poder es ineficaz y se echa a perder.El servicio implica ser custodio de la creación siguiendo el bello ejemplo de San Francisco de Asís. Aparece una bella preocupación por el medio ambiente confrontado a poderes mortales. Implica ser guardián del otro y evitar que la destrucción y la muerte sean los compañeros del caminar de la familia humana. El Papa Francisco exhorta: cuidemos de nosotros mismos. “Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida”. Cuánta soberbia hay en algunos poderosos de la tierra que se creen mejores que los demás, que piensan ser los únicos, los redentores de los tiempos definitivos, que ahora sí traen todos los bienes para dar a México el lugar que se merece. Está oculta, tras de las sombras, disfrazada la envidia, detrás maquina un odio larvado, disfrazado que se traduce en un desprecio velado de los demás. ¡Pobres! a lo mejor ni cuentan se dan de su error, están cautivos en su pequeño mundo de imaginaciones, “se la creen”.No se puede cumplir el compromiso con la familia mexicana, de servirla y llevarla a una vida más digna sino se tiene una idea verdadera del poder como servicio desinteresado y una actitud desprendida, noble heroica de servir sobre todo a los pobres. Si no hay compromiso –afirma el Papa- para custodiar a todo pequeño: los que desean justicia, los que tienen miedo, los que tienen hambre, los enfermos. El nuevo Papa muestra el estilo: con discreción, con humildad, en silencio. Qué diferencia con tantas declaraciones grandilocuentes y vanidosas, con los mensajes pagados de los comerciales que nos bombardean todos los días para anunciar los resultados de ciertas autoridades.Los planes del hombres, así sean crean los más listos, son superficiales, miopes, interesados, por tanto, muy limitados, sin la iluminación más profunda, amplia, sabia, eterna de Dios. Los proyectos son a corto plazo, proceden dando bandazos si los sostiene sólo el hombre, débil y voluble, falible y mezquino, al menos potencialmente. Los hechos en la historia son incontables. El Papa Benedicto XVI sostenía que los grandes problemas del hombre no se entienden a fondo y plenamente sin Dios.Hace falta una solidez a toda prueba y la fidelidad de Dios. El Papa entrega las estrategias: atención constante a Dios, que el servidor público esté abierto a sus signos, disponible a su proyecto y no tanto al propio. Los proyectos de los hombres están plagados de sus limitaciones y expuestos a sus errores, son pequeños y miopes.Muchos poderosos sueñan con ser los más grandes, únicos, mejores que todos los que vinieron antes, que todos los de enfrente. A ellos el Papa les señala el camino: la sabiduría para entender la verdad del hombre, de la vida y del gobierno y la humildad para aceptarla y fincarse en ella. Si no se finca en la verdad no serán creíbles ni el nuevo PRI ni los nuevos proyectos. No permitirán a los mexicanos realizar plenamente su destino definitivo y alcanzar el éxito y el gozo verdadero.El ciudadano de a pie, creyente también necesita sabiduría y humildad para conocer a sus jefes y quedarse con los que sí valen. Así sabrá orientar su vida en convivencia. Tiene un ejemplo nítido en el Papa Francisco.