Hablando en serio
Celebramos el año nuevo, detrás de la fiesta, se levanta el espectro, el enigma del tiempo, poderoso, incontrolable como una fuerza demiúrgica, ciega, satánica, tremendamente grande. Preocupa al gobernador electo, como debe preocupar al cuerpo social, la violencia, inseguridad, el hecho de que el crimen ha recibido de algún padrino, de sus cómplices la carta de ciudadanía. Se ha constituido en un gobierno paralelo que tiene sus puestos de recaudación de dinero, que imparte justicia. La violencia con sus expresiones de sangre derramada, muerte y luto es una cabeza del dragón de siete cabezas que amenaza con aplastar y triturar todo, la descomposición social. Parece que hemos pasado el umbral de la resistencia humana, que nuestras fuerzas están vencidas y que humanamente no podemos salir de esta crisis crónica, empedernida, invencible. ¿Nuestra suerte es el fracaso, la impotencia y de ahí la angustia, desesperación? ¿Es el caos definitivo, el fin trágico? Con el miedo, la persona humana pierde el control. Es muy peligroso, porque la persona se vuelve capaz de conductas locas y absurdas. Debemos evitar el miedo, el pánico, el sentimiento de derrota. Desactivan las energías que permiten salir del fondo de la corrupción y la crisis. Hay que dar lugar a la fe y a la esperanza, hay que creer y confiar. Es un imperativo en este momento conservar la serenidad, la claridad y el deseo de luchar, la certeza del triunfo. Es una fuerza oculta que debemos sacar, así nuestros deseos no quedan en las ganas, en esfuerzos estériles. Debemos ser clarividentes y evitar ser soñadores ilusos. Hay que conocer bien al hombre, tiene energías insospechadas que dormitan en su interior, hay que despertarlas y alzarse por encima de sus posibilidades rutinarias, ir más allá de los propios límites, alcanzar metas que antes parecieron imposibles. La fe es la confianza en el Ser supremo, infinitamente más grande que las criaturas, que su maldad, sus crímenes, más grande que sus graves errores, su irresponsabilidad y su voluntad débil o perversa. El hombre que sale de su letargo, que despierta y toma conciencia de su verdadero alcance, apoyado en una fuerza superior, buena, favorable, puede vencer los problemas que parecen imposibles. El hombre, cuando se siente joven y todopoderoso, apoyado en sus realizaciones y cálculos científicos siente que llena el universo y no hay lugar para Dios, lo ha reemplazado el superhombre de Nietszche. Pero se ve confrontado a sus propios límites, cuando faltan los recursos humanos y fallan todas las seguridades de los hombres, surge una luz y una fuerza de lo alto. Se rompen la pequeñez del mundo y aparece la trascendencia. La única fuerza que puede aplastar al hombre es la del Maligno, el mal que lo desvía de su fin trascendente, definitivo, divino. Sólo cuando se desvía de su fin original el hombre se destruye. El hombre, acompañado por las realidades de su fe, puede ir de frente a lo desconocido. Las fuerzas ciegas y todopoderosas del destino no existen. De la mano de Dios, el hombre es señor de la historia. Podemos contemplar el año nuevo, el tiempo que viene con serenidad y con seguridad. El Dios de los cristiano es Señor de la historia y del universo, nada escapa a su poder. Guarda todas las cosas en un orden admirable, sus dominios tienen claridad meridiana, armonía, son radiantes, transparentes. “hasta la caída del pájaro está ordenada por la providencia” afirma el Hamlet de Shakespeare. “No se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de Dios” afirma el refrán popular tomado de las palabras de Jesucristo. No podemos temer nada, absolutamente nada. Las sombras amenazantes, las furias del mal que pueden matarnos se reducen a nada. Con el Padre Dios, en su orden perfecto la seguridad es total. Podemos brindar con alegría y lucidez por el año nuevo, por esa gran oportunidad de construir un mundo de trabajo, fraternidad, servicio y ayuda mutua. Podemos empezar el año nuevo serenos y confiados. Tenemos grandes retos que son grandes oportunidades para vencer los obstáculos y alcanzar los niveles de progreso y vida digna para los pobres en la justicia, el derecho, la verdad y el amor. Con esperanza y confianza podemos iniciar el año nuevo. Con dice un canto francés: seguros del amor y fuertes por la fe.