México en la prensa internacional
Los agricultores orgánicos son guardianes de la biodiversidad
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO por sus siglas en inglés, indica que entre los principales beneficios de la agricultura agroecológica y orgánica hay una sostenibilidad a largo plazo. Muchos de los cambios que se han observado en el medio ambiente son de largo plazo y lentos
Las repercusiones de la agricultura orgánica en los recursos naturales favorecen una interacción con el agro ecosistema vital para la producción agrícola y para la conservación de la naturaleza. Los servicios ecológicos que se obtienen son: formación, acondicionamiento y estabilización del suelo, reutilización de los desechos, retención de carbono, circulación de los nutrientes, depredación, polinización y suministro de hábitat.
En la agricultura orgánica son fundamentales las prácticas de enriquecimiento de los suelos, como la rotación de cultivos, los cultivos mixtos, las asociaciones simbióticas, los cultivos de cubierta, los fertilizantes orgánicos y la labranza mínima, que benefician a la fauna y la flora del suelo, mejoran la formación de éste y su estructura, propiciando sistemas más estables.
A su vez, se incrementa la circulación de los nutrientes y la energía, y mejora la capacidad de retención de nutrientes y agua del suelo, que compensa que se prescinda de fertilizantes tóxicos. Estas técnicas de gestión también son importantes para combatir la erosión, se reduce el lapso de tiempo en que el suelo queda expuesto a ésta, se incrementa la biodiversidad del suelo y disminuyen las pérdidas de nutrientes, lo que ayuda a mantener y mejorar la productividad del suelo.
En muchas zonas agrícolas es un problema la contaminación de las corrientes de agua subterráneas con fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Como está prohibido utilizar estas sustancias en la agricultura orgánica, se sustituyen con sustratos orgánicos (por ejemplo: compostas, estiércol animal, abono verde) y mediante el empleo de una mayor biodiversidad (respecto a las especies cultivadas y a la vegetación permanente), que mejoran la estructura del suelo y la filtración del agua.
La agricultura orgánica reduce la utilización de energía no renovable al disminuir la necesidad de sustancias agroquímicas (cuya producción requiere una gran cantidad de combustibles fósiles). La agricultura orgánica contribuye a mitigar el efecto de invernadero y el calentamiento del planeta mediante su capacidad de retener el carbono en el suelo.
Muchas prácticas de gestión utilizadas (como la labranza mínima, la devolución de los residuos de las cosechas al suelo, la utilización de cubiertas vegetales y las rotaciones, así como la mayor integración de leguminosas que contribuyen a la fijación del nitrógeno), incrementan la devolución de carbono al suelo, lo que eleva la productividad y favorece el almacenamiento de carbono.
La capacidad y la eficiencia en secuestrar carbono de los sistemas de producción orgánica en clima templado es de alrededor el doble (575-700 kg de carbón/ha por año) que el sistema convencional del tratamiento de suelos, principalmente si se utiliza el trébol como forraje, la cobertura de los suelos y las rotaciones de cultivos. (Unep 2011, LaSalle y Hepperly 2008).
Los agricultores orgánicos son guardianes de la biodiversidad a la vez que la utilizan, en todos los niveles. En el plano de los genes, prefieren las semillas y las variedades tradicionales y adaptadas, por su mayor resistencia a las enfermedades y a las presiones del clima. En el plano de las especies, diversas combinaciones de plantas y animales optimizan los ciclos de los nutrientes y la energía para la producción agrícola.
En cuanto al ecosistema, mantener zonas naturales dentro y alrededor de los campos de cultivo, así como que no se utilicen insumos químicos, propician un hábitat adecuado para la flora y la fauna silvestres. La utilización frecuente de especies subutilizadas (a menudo como cultivos de rotación para restablecer la fertilidad del suelo) reduce la erosión de la agro biodiversidad y crea una reserva de genes más sana, que es la base de la futura adaptación.
Al proporcionarse estructuras que ofrecen alimento y abrigo, y al no utilizarse plaguicidas, se propicia la llegada de especies nuevas (de tipo permanente o migratorio) o que otras anteriores vuelvan a colonizar la zona orgánica, especies de flora y de fauna -como algunas aves- y organismos benéficos para el sistema orgánico, como polinizadores y depredadores de las plagas.”
Alrededor de 30% más especies viven en los espacios de producción orgánica, en particular aves, mariposas, microorganismos del suelo, insectos y arañas; está ampliamente demostrado que en las áreas de producción orgánica hay un incremento de la beta-biodiversidad en escalas temporales y espaciales (Perrings 2006, Van Elsen 2000, Hole & Perkins 2005, Doreen 2006).
Muchas especies de hierbas adventicias (incorrectamente denominadas “malezas”), además de ser bioindicadoras y beneficiar las cadenas tróficas gracias a sus propiedades allelopaticas, atraen poblaciones de insectos benéficos que mejoran la calidad del suelo y sirven como alimento a otras poblaciones de insectos. La reducción de herbicidas y pesticidas desarrolla una mejor densidad poblacional y un buen nivel de biodiversidad (Berngsston & Ahnström 2005, Blakenore 2000, van Elsen 2000).
Más de la mitad de los alimentos que se consumen en México provienen del sector agropecuario que incluye la pesca y ganadería, actividades importantes desde el punto de vista, económico, social y alimentario. Entre más sea la oferta, menor mayor será la alimentación de los mexicanos, menor su costo de la vida y mayor el ingreso de los productores.
Las estadísticas señalan que la población más pobre de México destina más de la mitad de su ingreso a la compra de alimentos y cuando estos suben de precio la población reduce el consumo de productos indispensables para una buena nutrición. México enfrenta un problema, el sector agropecuario no está generando los alimentos en cantidad y calidad suficiente para satisfacer la demanda nacional.
Desde 1995 México tiene una balanza comercial agroalimentaria que es deficitaria. Nuestro país es el cuarto productor de maíz en el mundo y ocupa el séptimo sitio como productor de cárnicos y sin embargo ocupa el primer lugar como importador de maíz desde hace ya varias décadas porque la producción nacional es insuficiente para cubrir el consumo interno de los mexicanos.
Es ahí donde la agricultura familiar y los huertos orgánicos de traspatio permitirían proteger al medio ambiente y alcanzar la autosuficiencia agroalimentaria, al crearse una cadena agroalimentaria. En México en el año 2011, se señaló que no existía el extensionismo, que la calidad de los servicios profesionales era cuestionable, que existía una dispersión de los esfuerzos y recursos de los pequeños productores y los centros de investigación estaban desvinculados del campo.
Por todo ello se replantea un modelo de extensionismo en Agricultura Orgánica, ya que en México como en otros países en vías de desarrollo existen escases de personal agrícola capacitado que asista a los productores en el campo, en las milpas, en la parcela y en las granjas de todo el territorio nacional. Así se rescatarían millones de toneladas de desechos orgánicos que ahora solo contaminan los suelos en donde se maneja la ganadería y la actividad agrícola y frutícola de México.
Nuestro país tiene en su territorio un total de 198 millones de hectáreas, de estas es posible que un 70 por ciento lo que representa 145 millones de hectáreas de tierra puedan ser destinadas a las actividades agropecuarias y ante la reducción de los presupuestos oficiales que se tendrán en el año 2015 por la baja en los precios del petróleo, se plantea el uso de insumos orgánicos de bajo costo.
Las técnicas productivas agroecológicas y la agricultura orgánica en general han atraído la atención de muchos países, en particular en sus aspectos ambientales, ecológicos y recientemente también económicos. La reducción del apoyo gubernamental a los insumos agrícolas brinda una oportunidad de conversión de sistemas agrícolas de bajos insumos en sistemas de agricultura orgánica más productivos.