La madrugada de este jueves fue aprobada con modificaciones realizadas por los senadores la Ley de Ingresos 2015. Hay que recordar que la Ley de Ingresos es uno de los dos principales instrumentos que definen el rumbo de las Finanzas Públicas del país, el otro es el Presupuesto de Egresos de la Federación. El dictamen aprobado por los senadores determina que el total de ingresos públicos para el próximo año se fijó en 4 billones 694 mil 677 millones de pesos vía impuestos, cobro de derechos y venta de combustibles. De ese monto, 2 billones 904 mil 011 millones de pesos corresponden a los ingresos del Gobierno Federal, 1 billón 118 mil 070 millones de pesos a los de organismos y empresas, y 672 mil 595 millones de pesos a los ingresos derivados de financiamientos.
No se crearon ni se eliminaron impuestos. Es decir, no se dio marcha atrás con la desafortunada y malograda Reforma Fiscal que el año pasado el Gobierno Federal, en conjunto con el PRI y el PRD, impuso a los mexicanos. Sin embargo, la no rectificación de la Reforma Fiscal no es el único defecto que tiene la Ley de Ingresos 2015 ya que, a lo largo de todo el próximo año, la nueva ley sí contempla más gasolinazos y más endeudamiento.

 

Con respecto al precio de la gasolina, se especifica un incremento para 2015 del 3% y con respecto al endeudamiento se especifica uno interno de 595 mil millones de pesos y uno externo de hasta 6 mil millones de dólares, lo que continúa rompiendo con la tendencia estable y sana que se mantuvo en la administración pasada.

Respecto al tipo de cambio, se mantiene la propuesta realizada por los diputados, 13.4 pesos por dólar y el elemento que sufrió la principal modificación fue el precio por barril de petróleo que pasó de 81 a 79 dólares. Esta última modificación significa un decremento en los ingresos totales superior a 8 mil millones de pesos.

Finalmente, hay que decir que este gobierno está desaprovechando una excelente herramienta, como es la Ley de Ingresos, para comenzar a darle movimiento a la economía nacional. Esta ley continúa manteniendo el perfil recesionista, no incluye incentivos para la inversión y la generación de empleo. Ya entramos en la última parte de esta primera mitad de sexenio y las cosas, particularmente en materia económica, y de seguridad también, parecen ir de mal en peor.