Miscelánea, salud y política
El campeonato mundial de futbol es una fiesta esperada cada cuatro años.
Es un espectáculo de mejor calidad que entusiasma a las multitudes. Algunas naciones y jugadores dan un espectáculo genial, de alto nivel deportivo.
Cómo quisiera poder afirmar a mis lectores: el seleccionado mexicano es muy bueno, su trayectoria ha sido impecable, tenemos todo para llegar a la final y vencer al anfitrión Brasil, tenemos el nivel existen esperanzas fundadas. Pero el sentido crítico no me permite engañarlos y darles expectativas falsas.
La selección grande México históricamente, en la etapa final sólo ha llegado a mediocre, se ha quedado en el camino, ha pasado a la segunda ronda, nunca ha llegado a una semifinal, si mal no recuerdo.
Los mexicanos tienen derecho a soñar, y tener la experiencia de gloria, alcanzando la codiciada copa, siendo campeones mundiales como la Sub 17 o la selección olímpica.
Los jugadores tienen madera de campeones como los otros países del planeta, pueden sólo que hay mucha limitantes de orden político, económico, técnico que aleja la posibilidad a las nubes. Los jugadores de la selección grande “están echados a perder y sus cualidades están bloqueadas o reblandecidas por el dinero, el placer irresponsable, la vanagloria, la soberbia.
Ah! Si pudiéramos esperar racionalmente como los pueblos que tienen seleccionados de calidad como Brasil, España, Alemania.
Hemos sido testigos del desempeño del Tri en los tiempos de preparación y eliminación. No podemos olvidar la manera como los mexicanos llegaron a la fiesta grande, de repechaje, con un nivel muy bajo. No creemos en el hada madrina que con un toque hace todo maravilloso, ni hay condiciones para los milagros.
Hay poderosos, individuos y consorcios que secuestran la selección grande, con sus enormes intereses económicos, con sus favoritismos y políticas que manipulan el deporte. Lo hacen servir a sus intereses antideportivos.
Inflan a la Selección según conveniencia para servir a los grandes negocios de las grandes empresas que buscan, primeramente ganar mucho dinero. Desvirtúan el deporte, lo convierten en un negocio.
Embellecen el producto y los venden bien. Pero es un envoltorio sin regalo, o grandes estuches para producto de pacotilla.
Esto es un pecado contra la honestidad. Es irresponsable crear en los aficionados de alma sencilla, expectativas enormes que elevar el raiting y hacer los negocios jugosos, presentando unos actores que no llenarán las expectativas.
Es una actitud perversa jugar con la ilusión de muchos mexicanos inocentes o ingenuos que creen y dejan arrastrar por la mercadotecnia. No se puede abuzar de la inocencia de los niños, adolescentes y muchos adultos.
La desilusión estará a la medida de las expectativas. Entre más altas sean las promesas, más honda será la decepción, más terrible la caída, estrepitosa y dolorosa.
El entrenador afirma que él y sus jugadores van por la copa mundial. Es una actitud hueca, irresponsable, sin fundamento. Es una actitud tristemente muy mexicana, porque en este país se alcanzan las metas y las victorias con afirmaciones, como la afirmación que niega la recesión en economía y la crisis del país. ¿Quién se creerá el entrenador que pretende resolver los partidos por decreto?
Para muchos aficionados que conocen los manejos ocultos de las selecciones de futbol, favoreciendo a jugadores de clubes conocidos, el seleccionado no es el de México sino el de Televisa, porque está empresa “mete su cuchara” en el manejo del seleccionado. De ahí salen entrenador y varios jugadores.
Opinan con humor que, en consecuencia, cada goliza no será para México, sino para Televisa. Estamos urgidos de experiencias de triunfo en una larga experiencia de crisis que nos vence, atraso, opacidad, miseria en muchos órdenes.
¿Quién no quiere el triunfo de México, su gloria? La gloria del pueblo es nuestra propia gloria.
Los vicios nacionales nos llevan a esta situación, en el terreno deportivo que es sólo un aspecto del bajo perfil y realización en frentes más trascendentales de la vida. Tenemos la experiencia de vivir en un pueblo atrasado, como en educación, transparencia, el producto interno estimado a la baja, etc., etc… Tristemente sólo somos campeones en obesidad, tranzas, violencia.
La corrupción también le pega al mundo deportivo. No se busca el deporte, se mezclan otros intereses ajenos, particulares de un grupo, el dinero, el poder de controlar. A esto se añade la necedad, la soberbia, la vanidad de algunos actores, o su falta de idoneidad.
Los jugadores tienen las cualidades, son buenos como todos los jugadores del planeta, lo que pasa es que no se le explota, se desaprovechan sus riquezas personales y deportivas, como se malbaratan las enormes riquezas materiales y personales del país. Es México es uno de los países más favorecidos del problema, tiene enorme riqueza de población, de climas, litorales, flora, fauna….
Los dirigentes no buscan ofrecer una diversión sana ni un espectáculo hermoso, de calidad. Se prefiere satisfacer a una minoría en sus ventajas cuantas veces mezquinas. Se busca el bien muy alto de unos pocos privilegiados y el bien común de las multitudes, el verdadero bien del pueblo queda muy bajo, pobre.
A pesar de todo, México tiene todo para ser grande y alcanzar los más altos triunfos. Por eso el alma mexicana sufre más. Basta que el alma se decida a ser campeona mundial y a tocar con la frente las estrellas.