Lo único que teníamos era el rio, ahora ni eso tenemos
“Dicen que la historia se repite. Pero lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan”
(Camille Sée 1847-1919)
El discurso oficial que está llamando a olvidar y a condenar a los que condenan la impunidad y el descaro, es la constante que se manifiesta en los medios de comunicación con la intención de que se objete la protesta y no se sancione el fondo, que no se critique o señale la infinidad de desviaciones del caduco sistema político de nuestro país, que origina desigualdad, violencia, exclusión y violaciones a los derechos humanos, entre otras anomalías.
Todo indica que el número de muertos de Ayotzinapa en el ideario de la opinión pública y de muchos medios de comunicación, tapa y hace olvidar el anterior número de muertos de Tlatlaya, Estado de México, esa ejecución extrajudicial por parte del Ejercito Mexicano de la que no se ha dado cuenta y se suma a esto la partidización de la culpa que genera distracciones y dilaciones en el esclarecimiento de la verdad.
En Guerrero se han localizado varias fosas que pone al desnudo una realidad de todo el país, sin embargo, más lamentable son las fosas de la memoria de los mexicanos, donde se ha sepultado e ignorado hechos atroces como el asesinato de los vacacionistas michoacanos en Acapulco en 2010, las muertas de Ciudad Juárez durante muchos años, la guardería ABC, los feminicidios a lo largo y ancho del país, las fosas San Fernando Tamaulipas, la narco violencia en Michoacán, las ejecuciones en Acteal, Aguas Blancas y muchos episodios sanguinarios más que exhibe la violencia social, la negligencia del estado mexicano y la urgencia del cambio en el país.
No es que se apele al amarillismo o escarnio de la situación, se trata de exhortar a no condenar al olvido estos hechos lamentables para que no se vuelvan a repetir ni a recrear, es exigir que se respeten los derechos humanos y exigir que se ajusten las estrategias para acceder a entornos seguros y susceptibles de desarrollo.
De uno en uno se acumulan los miles de asesinados y desaparecidos a lo largo y ancho del país, hoy es el tema de Erika Kassandra, lo que despierta el descontento y hartazgo, pero queda en el olvido el artero asesinato de Yahaira Bahena joven michoacana de 19 años de edad que en 2011 fue secuestrada en Oaxaca con la complicidad de autoridades y posteriormente ultimada por delincuentes del cartel local y su única culpa fue el solo hecho de ser de Michoacán.
No podemos ignorar que en Michoacán en el último año han aumentado los índices de inseguridad, que las cosas no están bien a pesar de que se quiera maquillar el escenario del estado; no podemos dejar en el olvido hechos lamentables en materia de seguridad, pero tampoco olvidar los hechos políticos y sociales que nos tienen anclados en un alto grado de rezago. Se quiso sepultar en el olvido el tema de las autodefensas, ese intento de ocultamiento y la falta de atención hace resurgir este episodio apenas ayer domingo.
Por ningún motivo dejaré de ser reiterativo en señalar que el cambio y el buen rumbo de nuestro estado y el país está en las manos de los ciudadanos, en la participación decidida y en el no olvidar la historia para aprender de los errores y darle viabilidad al rumbo de la entidad, muy a pesar de la satanización que el sistema hace de los que critican y plantean el cambio.
El 2015 está a la vuelta de la esquina y con ello la jornada electoral para elegir gobernador de Michoacán, renovar el congreso local y el federal, así como la elección de los 113 presidentes y cabildos de los municipios del estado; la interrogante es si los ciudadanos repetirán la historia y solo acudirán a votar por lo mismo de siempre o elegirán el proyecto viable para el estado y durante todo el periodo estarán al pendiente de exigir que las cosas se hagan bien.
Urge cambiar la historia de Michoacán y del país, para romper la cadena de tropiezos y limitantes que no nos permiten avanzar.