Política gourmet
¿Tenemos derecho de ver conscientemente la ambigüedad de los acontecimientos como la visita del presidente Peña a Michoacán y la gestión de nuestros gobernantes? ¿Quiénes muestran sentido crítico no son buenos michoacanos, merecen ser descalificados?
Hay gobernantes que organizan espectáculos grandiosos, que no pueden evitar aspectos circenses. Tienen un discurso grandilocuente, triunfalista, que pierde la dimensión de su condición humana limitada, falible, de su propia realidad con defectos y de la realidad de los adversarios con aciertos? descalifican fácilmente. Piensan: somos los únicos,
Ha habido gobernantes que son sencillos, su discurso objetivo, no cuidan su imagen, no buscan los reflectores.
Con la visita del primer mandatario, servidor, se desquició la circulación de los autos en Morelia.
Una euforia loca hizo presa a la gente del partido oficial y a otros. Se escuchaban mareados por la emoción como adolescentes. Conservar la cabeza fría y el sentido crítico.
Qué bueno que haya venido, con un pequeño retraso de trece meses.
El discurso de esta presidencia es grandilocuente: ellos pretenden realizar lo nunca visto. Lo de antes no sirve para nada, lo de ahora sí, parecen partir de cero.
El secretario de gobernación parece no percibir la realidad como la viven los michoacanos, no hace la lectura correcta de la participación del gobierno en el conflicto armado.
Se ignora, por ejemplo, el noble y decisivo papel que han hecho los comunitarios que han sido el detonante para salir de una situación de desamparo y muerte de muchos pueblos de Tierra Caliente, Ha sido necesario esperar muchos meses de terror, sangre derramada, luto.
Hay que alegrarse por la visita del primer mandatario, del que obedece los mandatos del pueblo. No hace más que cumplir con su deber, da un servicio que él buscó con pasión.
Su misión es servir. Su misión no es ser mandamás. Excluye la adicción del poder para sí mismo o para su partido.
Su finalidad no es ganar cientos de miles de pesos, debe vivir como el último de los pobres, buscando la igualdad hasta en los sueldos.
Debe estar dispuesto a darlo todo por el bien de su pueblo. El Hijo de Dios no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida para rescatar a la nación.
Con los 45 000 millones de pesos nos devuelve parte de nuestro dinero, el que aportamos con nuestros impuestos. Nosotros mantenemos el aparato burocrático.
Es bueno reanimar la esperanza, pero también mantener la vigilancia para que las promesas se hagan realidad y se conviertan en vida del pueblo,
En el discurso, México es el mejor país del mundo. Habrá qué precisar si se trata del México de los gobernantes y su primer círculo.
No debemos olvidar todas las promesas de campaña que nos pintaban al gobernante ideal, todo honestidad, entrega, desprendimiento para poner todas las riquezas materiales y espirituales en manos de los millones de pobres, primeramente.
Tampoco se puede ignorar la visión de hombre. No podemos quedarnos en el aspecto material, ver al hombre como ser inanimado, pieza de una máquina de producción, consumo y dinero.
No se le puede considerar solamente como un ser irracional, sujeto a las leyes científicas. No se puede echar a la basura su dimensión espiritual. El hombre es libertad, inteligencia, amor y se mueve por las leyes morales y religiosas.
Es el hombre plenamente humano el que hace el mundo nuevo, la sociedad de progreso integral y felicidad.
La política y la economía las hace el hombre moral, que hace el bien y evita el mal.
Para quitar la violencia y los vicios, para alcanzar el progreso se necesita renovar al hombre en su corazón, rescatar los grandes principios y los valores universales de la vida y la convivencia humana.
Si no renovamos la célula de la sociedad, los programas y los ejes rectores, a lo más, producirán más bienes materiales en beneficio de los privilegiados del poder y del dinero.|
Debemos desenterrar el tesoro escondido de la sabiduría que palpita viva en el sustrato cultural de nuestro querido México, en su vertiente occidental cristiana y en su vertiente indígena espiritual. Los valores que ahí se encuentran enriquecen fundamentalmente la tarea de los servidores públicos en beneficio del pueblo.
Ahí encontramos que todo servicio a los demás no puede prescindir de los valores que dan su precio infinito al hombre: la verdad en los discursos, la lealtad a las mayorías que implica renuncias, la humildad que es signo de la verdadera grandeza, la fe que es contar con un roca inconmovible, para quienes tienes el tesoro de creer.
Ahí encontramos que la atención a los pobres es signo del buen gobierno en los tiempos definitivos, escatológicos, signo de la realización plena de programas y metas sexenales y de la consumación del plan salvífico de Dios.
Alguien soñó en la dictadura del proletariado, otros en el reinado de los pobres, los cierto es que el verdadera progreso y la paz no se construyen ignorando a los pobres, pisando sobre ellos para ascender.
Urge terminar con tantas injusticias de nuestro Michoacán y con la escandalosa e inmoral desigualdad social. Hay que curar el sufrimiento del pueblo sin esperar a que ellos se organicen y armen para defender su vida, dignidad y derechos fundamentales.