Poder y dinero
El presidente del INEGI, Eduardo Sojo Garza Aldape indicó hace unos días que el “Reloj de los Ciclos Económicos” de la institución que preside tiene situada a la economía mexicana al borde de la recesión ya que su desaceleración ha sido constante y permanente desde inicio del presente año. Indicó que, de acuerdo con los ciclos de crecimiento que publica el INEGI, se considera que una economía se encuentra en recesión cuando el indicador de los ciclos económicos cruza la barrera de los 100 puntos. En el caso de la economía mexicana, dicho indicador registra 99.9 puntos, la cual es considerada una posición en la que inevitablemente, en las próximas semanas, se caerá en recesión.
Cabe señalar que en el análisis del INEGI han coincidido otras instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Consejo Coordinador Empresarial y el Instituto Mexicano de la Competitividad. No obstante ello, parece ser que la principal institución que debería ocuparse y preocuparse por la recesión que viene, el Gobierno Mexicano, no coincide o, por lo menos, parece ser que no quiere coincidir.
Una de las razones por las que se afirma lo anterior tiene qué ver con la Reforma Hacendaria que presentó el Ejecutivo al Congreso de la Unión. Si dicha reforma hubiera sido presentada en un contexto de crecimiento y sustentabilidad económica, probablemente, con algunos cambios y matices, podría haber sido considerada pertinente. Esto porque el perfil de la reforma es más de tipo recesionista, lo que quiere decir que tiene por objetivo recabar más impuesto, aún a costa de restringir el gasto y la inversión privada, contrario a lo que las mejores prácticas económicas dictan: en tiempos de desaceleración económica y cuando se avecina una recesión, lo mejor que se puede hacer es incentivar el mercado interno: consumo e inversión. No obstante, la Reforma Hacendaria presentada, no toma en cuenta la máxima anterior, peor aún, camina en sentido contrario de la misma.
Aumentar el IVA en la frontera, gravar la compra venta de casas y aumentar el ISR son solamente algunos de los ejemplos en los que claramente se puede ver que esta reforma no favorece el consumo y el crecimiento interno, por el contrario lo limita.
A cambio de lo anterior, de que los individuos gasten más e inviertan más y, a su vez, se generen más empleos y distribución de la riqueza, el gobierno optó por cobrar más impuestos para gasta más. Y el otro problema de esta situación radica en que el gobierno “olvido” decirnos claramente en qué va a gastar ese dinero que recaudará, no impuso mecanismos oportunos de transparencia y rendición de cuentas que permitan controlar el gasto público.
Lo que sucede en la actualidad con la economía mexicana es una verdadera lástima, solo han bastado 11 meses del actual gobierno para darle al traste a la estabilidad y sustentabilidad que los gobiernos anteriores dieron a nuestra economía. Del momento mexicano del que tanto se hablaba a finales del año pasado, hemos pasado a la pesadilla mexicana de la que tanto se habla a finales del presente año. Y por si no fuera suficiente, el gobierno hoy opta por una Reforma Hacendaria que en nada ayudará a salir de dicha pesadilla.