La novela

 

La charla era ligera: -Todos tenemos fantasías sexuales similares, nada más que por cultura, temor, vergüenza o religión, las ocultamos o las negamos.

R- Guarraguauuu, mi Santias. Me gusta cuando platicas sobre el comportamiento humano; como perrito me divierto al conocer las tonterías que se inventan Uds. y como se complican la vida con ellas.

S- Nada que alegar, perro ¡Tienes razón!, los humanos tendemos a complicarnos la vida para obtener la aprobación social o familiar; y al hacerlo nos alejamos de nuestra humana naturaleza, lo que es un contrasentido.

R- Auuu, sácame de una duda: ¿Por qué si al igual que los perritos, las personas son seres sexuales, le ponen tantas trabas a la sexualidad?

S- Creo, en lo personal, que se debe a problemas culturales arraigados por las religiones; me explico: Al principio, el apareamiento entre hombres y mujeres se daba igual que en el reino animal, es decir, un hombre o una mujer sentía (instinto) el deseo sexual (apetito sexual) y simple, buscaba una pareja para desahogarse (satisfacerse). Si de la unión surgía un crío, pues la tribu se hacía cargo, como lo hacen los leones o los lobos y punto. La simplicidad de esos primero tiempos radicaba en que no había interés por definir la paternidad, daba igual quién era el padre, todos los niños eran adoptados por la tribu y toda la tribu les brindaba amor y educación… El problema surgió cuando se crearon los intereses materiales y económicos, es decir, cuando a alguien se le ocurrió decir: ¡Esto es mío! y le parto su mandarina en gajos a quién quiera quitármelo.

El problema es quién se agandayaba las cosas, normalmente era el más fuerte, el líder y los demás recibían migajas; lo que aceptaban a cambio de protección, es decir, se aceptaba el abuso del más fuerte para sobrevivir,… ojo, mientras este era el más fuerte, porque al envejecer el líder perdía su poder y con ello quedaba expuesto a ser derrocado o asesinado, lo que se evitaba si tenía un heredero; de ahí surgió la necesidad de tener la certeza de la paternidad, la que solo se daba si la mujer pertenecía o era “usada” por un solo hombre; lo que de manera natural llevó al matrimonio por interés o conveniencia (hoy vigente); con una debilidad, si el hijo no tenía la fuerza del padre, ambos podían ser asesinados y derrocados por otro más fuerte, a menos que,… a menos que el padre y su descendencia tuvieran origen divino; es ahí donde entra la casta sacerdotal a la repartición del pastel, convirtiéndose en un poder terrenal decisorio sobre los derechos de herencia de quienes, por nacimiento y “decisión de Dios”, tenían sangre real; cuento con el que, por siglos han engatusado como a idiotas, hasta nuestros días, a españoles, canadienses, belgas e ingleses, entre otros, que tienen que mantener a una bola de zánganos que por designio divino son herederos de la realeza… Lo que nos lleva al inicio del presente artículo, en donde afirmo que los humanos somos, por designio divino, seres sexuales y que tenemos el derecho de vivir de acuerdo con nuestra humana naturaleza, tema del que emana la afirmación inicial: Todos tenemos fantasías sexuales similares, nada más que por cultura, temor, vergüenza o religión, las ocultamos o las negamos.

R- Guarraguauuu, mi Santias, que complicados son Uds. los humanos.

S- Tan complicados, mi Rufo; que para poder compartir el pensamiento, las fantasías, los tabúes y pensamientos que tenemos las personas, un grupo de amigos, hombres y mujeres, decidimos escribir una novela erótica con pseudónimos; novela en la que cada uno expresará sus fantasías, vivencias y pensamientos secretos, así como toda idea pecaminosa que ha cruzado por la mente para que, sin ataduras ni freno, sin culpas ni pecado, expresemos libremente lo que por nuestras mentes pasa y que callamos por cultura, temor o religión.

R- Guarraguauuu ¡Qué padre experimento!, así, cada uno podrá expresar sus pensamiento más íntimos sin temor y jugar libremente en su mente con su sexualidad.

S- Imagina a una mujer casada o a un hombre de familia que se expresa libremente, aún sin que la pareja se entere;… por eso cada uno será un personaje ficticio que expresará por escrito o en diálogos las fantasías personales; lo que al publicarse, servirá de ejemplo a otros para retomar el camino marcado por la ley natural, que insisto, tiene por decisión divina el que los humanos seamos seres sexuales… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.