Itinerario político
Este mundo de inmundicia, injusticia, corrupción y pobreza necesita a Dios. Los días santos son la excelente oportunidad para estar con él y renovarnos.
En tu vida. Los hombres corren como robots que programan los comerciantes hacia el placer del cuerpo donde destramparse y permitirse todo.
Un pequeño grupo de sus amigos, personas sabias, valiosas dedica las vacaciones a vivir la experiencia sublime de Dios.
Dios habla.El Señor, un Dios de misericordia para el pobre hombre miserable lleno de sufrimientos. Su amor es sorprendente, sublime.
Llega el tiempo fijado de realizar los planes de salvación. Esta es la hora de Dios, la semana santa, presencia del misterio pascual de Cristo.
El momento central y cumbre de la historia es el sacrificio terriblemente sangriento del Hijo. Cristo denuncia la corrupción y la maldad y los malvados, lo vejan, condenan al justo, lo matan.
Cristo es el antimodelo para los hombres del mundo hipermoderno, que se idolatran a sí mismos, arbitrarios, convenencieros, que no tienen respeto a la ley de Dios.
En la corriente de este mundo, Cristo es modelo de humildad, sencillez, pobreza, dulzura.
Es modelo de sabiduría, reflexión, en medio de hombres que se mueven como autómatas, que sólo buscan la distracción, la diversión, que viven, en stress, en una carrera alocada.
En el recogimiento, silencio, Dios se manifiesta. Ahí escucha a Dios. “El Señor ha abierto mi oído para que yo escuche como discípulo”.
Hay que resistir a la carrera desenfrenada, irracional de las vacaciones, de placer y consumo. Los vacacionistas se pierden el placer más alto, pleno, refrescante del encuentro con Dios en sus playas de quietud y placeres diferentes.
Hay que seguir a Cristo, que se carga toda la corrupción, impunidad, ventaja, perversión con todo el sufrimiento que genera para los inocentes y los pobres. Va de frente al dolor y la muerte en un mundo que tiene horror del dolor, tiene analgésicos para todo y rehúye todo esfuerzo.
Lo rodean los enemigos como perros rabiosos. La saña increíble se descarga contra él. Los malvados lo despojan, aplastan, disparan sus armas en la cabeza del humilde, hacen muchos desaparecidos, no resuelven los casos de justicia.
Su suerte es la más humillante, cruel, triste de la historia, es contado entre los malhechores, muere en la cruz, como si hubiera quedado en la fosa común.
Estos son los días santos, sagrados para los creyentes de verdad. Celebramos los pasos de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Redentor, de toda la humanidad, son días de respeto, recogimiento. Irse de vacaciones es un absurdo, una profanación.
Cristo va delante de los creyentes en su sacrificio, los pasos ´trágicos que revelan el sentido de los grandes sufrimientos del hombre: la entrada triunfal a Jerusalén, como Mesías, enviado de Dios, el domingo.
Viene luego el jueves: la última cena: el sacramento de la eucaristía, el ejemplo de humildad en el lavatorio de los pies, el mandamiento del amor.
El viernes santo día del dolor, celebramos la muerte en la cruz, después de las torturas, burlas, juicio inicuo, contra toda justicia.
El sacrificio, la oración no son una actitud absurda, masoquista, de quien quiere se complace en ser humillado y frustrado
La presencia de Dios cambia todo, no abandona al justo. El sufrimiento no es su suerte, es sólo un paso, hacia un mundo infinitamente más bello, de justicia y gloria.
En la muerte brilla la grandeza sublime de Dios. “De veras este hombre era Hijo de Dios”.
La pasión de Cristo revela la condición humana transitoria, sufriente.
Cristo está aquí. En la misa se hace actual el sacrificio de Cristo, pasión, muerte y resurrección. Es el sacrificio y la comida ritual de su cuerpo y de su sangre.
Vive intensamente.Decide pasar estos días con Dios y luego hablamos. Dios da el descanso, renueva las energías más que los hombres que corren locamente a las diversiones.
Para comentar en familia.Si tenemos fe y amor a Dios, le dedicaremos los días de esta semana y tendremos las vacaciones más ricas.