Poder y dinero
Hay signos de descomposición social: redes del crimen, corrupción, pobreza y hambre, soledad, depresión, suicidio.
El crimen, síndrome del mal endémico, no está sólo en el individuo, está también en las estructuras sociales.
La declaración de Felipe Calderón sobre la presencia del crimen en las instituciones levantó ámpula en muchos que se sintieron afectados de alguna manera y que reaccionaron visceralmente.
El crimen, dentro de la enorme nube de corrupción y de inmoralidad, está en la célula del cuerpo social la familia.
Los ataques vienen de la sociedad misma. Hombres que promueven la inmoralidad, la anomía, lanzan proyectiles certeros y mortales contra la familia tradicional, natural, formada por un hombre, una mujer y los hijos.
Piensan así servir al hombre que ha perdido piso y se cree un semidios que decide él y el mal.
Algunos ejemplos, la búsqueda de placer como valor totalitario, desenfrenado, desvinculado de todos los valores.
Apuntan en esta dirección las campañas de control natal, de sexo seguro en lo físico, irresponsable en lo moral.
Minan las bases de una sexualidad integrada, responsable, que llega a su plenitud en la relación de pareja para transmitir y tutelar la vida, que une definitiva e íntimamente con el amor.
El amor recibe los mismos ataques y falta en la vida de las personas, es su vacío. Los hombres están enfermos de desamor.
Para tener todos los placeres se necesita tener mucho dinero y bienes del cuerpo. Por búsqueda de dinero se sacrifica a la familia.
Todo está al servicio de los buenos sueldos, las dobles plazas y la persona, los hijos, la pareja pasan a segundo término y terminan por ser secundarios, insignificantes, inexistentes.
La diversión es otro valor totalizante o totalitario, tiene sus enviados, la televisión y la computadora. Invaden toda la conciencia, toman todo el tiempo y dejan a la persona en el olvido y la orfandad.
Nada reemplaza la relación personal con su carga de calor humano y amor.
Las consecuencias están a la vista en las crisis y crímenes que estamos padeciendo:
Los dirigentes sociales, fundadores de partidos, caprichosos y egoístas, manipuladores son personas que no aprendieron las normas ni el respeto a los demás, el sentido de los valores trascendentes y universales en la familia.
Muchos sicarios fueron echados a la calle y a la seducción del crimen por padres ausentes, irresponsables, por la miseria de bienes materiales.
Muchos jóvenes agresivos, violentos, vándalos, destructores, tienen un gran vacío porque se criaron en la calle y ahí aprendieron a pelear para sobrevivir. Después fueron recuperados por el crimen o la policía.
El fracaso escolar de un altísimo porcentaje de chicos se da por la falta de una familia bien estructurada, constatan los maestros que están en las aulas con seriedad y todo el tiempo.
¿Quién no ve el vacío de un dulce hogar, del papá honesto y seguro y la mamá toda ternura y solicitud en los chicos depresivos, en los que tienen ideas suicidarías?.
Un chico estaba sólo en la noche, sus papás estaban divirtiéndose atentó contra su vida como a las diez de la noche. Los papás llegaron y se durmieron. El chico murió como a las seis de la mañana.
Los chicos practican el bullying, toman conductas destructivas que se reflejan después en los cristales de las unidades del servicio público, en las cabinas de teléfono, los muros grafiteados por la ausencia de una familia atenta a la transmisión de valores.
¿Quién se preocupa de la familia si eso no deja mucho dinero, placer de los sentidos corporales, glamour, fama mundana?
Felipe Calderón mostró preocupación por la familia, me tocó escucharlo.
En el sexenio actual, el dinero abarca todo el horizonte de programas y ejes y de compromisos cumplidos sólo a veces y parcialmente. Todo se reduce a pactos de dinero, que muchas veces son sólo promesas vanas para el mexicano de las multitudes pobres.
Basta ver el modelo de familia, oficial, que tiene los hombres públicos, viudos en condiciones incomprensibles, unidos sólo con matrimonio civil, vueltos a “juntar”. Esto, sin tomar en cuenta las relaciones afectivas y sexuales fáctica que se dan entre lo oscurito pero que trascienden al conocimiento público.
No muestran aprecio por el modelo tradicional de familia: formada por un hombre y una mujer, maduros, física, socialmente, unidos por vínculo matrimonial según la ley de Dios y las leyes de los hombres.
La familia, dulce hogar de vida, matriz de hombres felices, vencedores de las crisis, constructores de un mundo mejor pide auxilio a gritos porque zozobra (más bien fa falta diría un viejo político).
¿Cuándo tomarán conciencia de este terrible reto que desafía al gobierno y a la sociedad? ¿Cuándo entenderán que la familia sana moral y socialmente hablando es básica para intentar reformas que valgan, útiles para sacar al pueblo de la crisis y alcanzar “lo que México se merece” más allá de la retórica de algunos gobernantes?
La familia de Cristo, que promueve la vida plena en la diócesis de Morelia, dedica la semana del 25 de noviembre al uno de diciembre a la familia. En las parroquias y comunidades se reflexiona y se ora por la familia estable, matriz de valores, a la luz del plan más experimentado y sabio, el del Señor de la historia, el que creó al hombre.