Indicador político
El Centro de Competitividad Mundial presentó su anuario de Competitividad Mundial 2015, donde se analiza la competitividad de 61 países. La competitividad es un concepto que se entiende como la forma de medir una economía en relación a las demás, es una visión que permite ver qué tan bien le va a un país en materia económica con respecto a otro o a otros.
Pero, en concreto, ¿qué significa este indicador para los países? En primer lugar que existe orden y respeto a la ley, es decir, hay un Estado de Derecho efectivo, asimismo, quiere decir que toda la población tiene acceso a los recursos naturales, el nivel educativo, de salud y de inclusión social es aceptable, que las finanzas públicas del país se encuentran en un estado sano y que se cuenta con una infraestructura integral de comunicación.
El anuario del Centro de la Competitividad Mundial sitúa a los Estados Unidos como el país más competitivo a escala mundial, le siguen Hong Kong, Singapur, Suiza y Canadá. En lo que respecta a América Latina, se puede apreciar que hay un descenso en las principales economías ya que Chile pasó del lugar 31 al 35, Perú del 50 al 54, Argentina del 58 al 59 y Venezuela permanece en el último lugar de la tabla. Con respecto a nuestro país, se encuentra en el lugar 39 del Índice, por debajo de Italia y España y superando a Turquía.
La clave de que un país puede despegar en materia de competitividad y, por ende, en materia de igualdad, justicia y bienestar, tiene qué ver con la corrupción. Se pueden llevar a acabo todas las reformas que puedan pensarse, sin embargo si el gobierno en un país es omiso ante la corrupción de nada valdrán todas las leyes y reformas que se implementen porque al final del día no operarán en la vida real.
Algo como lo anterior es lo que actualmente sucede con nuestro país. Se habla de las reformas estructurales que recientemente se aprobaron pero, sin embargo, los beneficios de las mismas no se sienten. El problema es la corrupción, mientras continúe existiendo los niveles de corrupción que hay en México, no podrá garantizarse un despegue de la competitividad de nuestra economía y, en consecuencia de la resolución de la agenda pendiente que tenemos, tal como: pobreza, desigualdad e inequidad.