Signos ominosos
La fe no es para vivir viendo la tele, sin trabajar, es una prueba deportiva dura, sacrificando el consumismo y placer para alcanzar la única meta que vale.
En tu vida. El mundo ofrece una vida light, sin esfuerzo, toda placer. Quiere suprimir todo lo que es esfuerzo, entrega. Está haciendo una sociedad de gordos e inútiles.
Muchos cristianos caen en el juego y se hacen comodinos y vividores. Buscan a Dios para manipularlo, quieren que les conceda una vida fácil, sin ninguna pena, toda hecha de diversión, placer, sin ningún dolor ni esfuerzo.
Dios habla. Dios es el mejor maestro, el más sabio que nos enseña el sentido de la vida: es un paso breve por el mundo, una carrera hacia la meta definitiva. Nos enseña los bienes verdaderos que èl promete.
Dios no está para resolver los problemas mundanos: trabajo dinero, no está para ayudar a los criminales y pecadores en sus negocios de injusticia y muerte.
Dios nos pone en camino hacia los bienes verdaderos en el cielo. San Pablo nos recuerda que Dios nos pone tras las huellas de nuestros antepasados en la fe, verdaderos héroes: “liberémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la competencia que tenemos por delante, fija la mira en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.
Cristo nos enseña que los bienes de este mundo que tienen encandilados y atados a los hombres son como barro y basura. Los bienes que hacen feliz y que no defraudan nos esperan después de la muerte, en la casa del Padre Dios.
Para alcanzarlos hay que aceptar una vida de entrega y sacrificio, esfuerzo y valentía. Cristo ha venido a traer el fuego. Este término lo usa la Biblia para indicar que Dios vendrá a juzgar a todos los hombres en venida para entrar en la vida definitiva.
Tengo que recibir un bautismo, es el baño de sangre. Jesús piensa en el martirio. Con frecuencia el cumplimiento de los deberes con Dios está ligado al martirio. Hemos de estar dispuestos a entregar la vida para cumplir con nuestro deber. Puede ser el caso de quienes denuncian el crimen de los asesinos para defender a los pobres, a los acorralados.
Debemos escoger entre Jesús y el mundo, es una decisión gravísimo, de vida o muerte. El mundo lleva a hacer perezosos, gordos y aburridos. Tiene sus ídolos los artistas y los poderosos que triunfan en los negocios sin moral, en la injusticia y la maldad.
Cristo invita a un puñado de valientes, el grupito de esforzados que quieran participar en la oración, el estudio de la Palabra de Dios, la misa no sólo los domingos. Hay que aceptar una vida de esfuerzo, renuncia a la vida fácil, cómoda, de ociosidad y telenovelas.
Es el paso para llegare al paraíso de Dios, a una tierra sin violencia ni miedo, sin sangre derramada. El progreso y bienestar, el futuro seguro y feliz que soñamos sólo lo encontraremos en Dios.
Esa carrera hacia a Dios transforma nuestra vida, la hace maravillosa, pura, le da un sentido apasionante. Nos compromete a luchar contra el crimen organizado, la injusticia, corrupción, pecado. Nos lleva a construir el mundo que Dios quiere de servicio, fraternidad, respeto a la vida.
Vive intensamente. Debemos cambiar, encontrar a Cristo, escucharlo seguirlo, cambiar nuestra vida, libres de las seducciones del mundo, darle a la vida una orientación nueva.
Cristo con nosotros. Cristo nos invita al gran esfuerzo para los bienes que queremos. Hasta nos regala su cuerpo y su sangre como anticipo de vida divina.
Para platicar en familia. Comenten: ¿Por qué nuestra vida de fe es aburrida, triste vacía? Porque vivimos vida de la tierra, en un mundo de placer. No hemos despertado en nosotros el esfuerzo heroico.