La bandera de los 43/Reyes Galindo

Más que un discurso repetitivo y demagógico se requiere de un compromiso de paz y solidaridad

Adoptada como emblema de identidad colectiva nacional, el día de hoy en todo lo extenso de la geografía mexicana se conmemora el Día de la Bandera, herencia invaluable de la Consumación de la Independencia y de los principios democráticos y de justicia social, de la Revolución Mexicana.

Como cada año, en escuelas, oficinas, cuarteles, plazas y espacios públicos, se establecen programas cívicos y se rinden emotivos homenajes que pretenden difundir la historia y significación de esta fecha patriótica; florece en el corazón de los mexicanos el espíritu de gratitud para los gestores de la soberanía y libertad de la Nación Mexicana.

Siempre, en todos los discursos que se pronuncian, se propone concebir esta fecha como de encuentro e identidad, orgullo y unidad entre los mexicanos; reconocer en la Enseña Nacional el motivo e inspiración de nuestro esfuerzo diario para engrandecer a México y acrecentar en él, paz y esperanza para las futuras generaciones.

Hace dos días, la Presidencia de la República emitió comunicado por el cual informa que este miércoles el Presidente Enrique Peña Nieto, encabezará la ceremonia y honores por el Día de la Bandera desde el municipio de Iguala, Guerrero; dicho sea de paso, el Estado más visitado durante el tiempo que va de su mandato, solo después del Estado de México.

¡Sí, desde el mismo lugar donde los hechos violentos de la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del año 2014 desaparecieron a 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, cuyas versiones oficiales indican que fueron entregados por la policía en manos de la delincuencia organizada!

Sin embargo, en este momento no pretendo entrar al estudio y análisis de fondo, respecto de los avances que han arrojado las investigaciones oficiales y su “verdad histórica”, ni los peritajes del grupo de expertos independientes en el basurero de Colula; eso procuraré hacerlo en otro momento.

Más bien, pretendo centrar la atención en la significación y relevancia de esta visita del Presidente Peña Nieto, después de un año y cinco meses de distancia, acompañado de miembros del gabinete de seguridad, representantes de los poderes Legislativo y Judicial de la Unión, del Gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, también de extracción priista, y de mandos militares y autoridades civiles, por supuesto, en el contexto de un fuerte dispositivo de seguridad a cargo del Estado Mayor Presidencial, y con la colaboración de la SEDENA, PF y la Marina.

Será la primera vez quePeña Nieto, después de esta trágica noticia que cimbró al país y al mundo entero, visita con motivo de este acto protocolario, a pesar de la turbulencia e incertidumbre política y social que, con justa razón, todavía se siente y percibe; aun cuando la mayoría de los familiares de los jóvenes desaparecidos no se encuentran en Iguala, pues siguen emprendiendo caravanas en la lucha por el esclarecimiento de tan lamentables hechos.

Muy seguramente, a lo largo del día, habrá cualquier cantidad de manifestaciones con este motivo; ojalá que, el ejercicio de la libre manifestación de expresión, no tenga connotaciones de violencia, pues la exigencia del cese de los delitos y el clamor de justicia, encuentran poca legitimidad en actos vandálicos e ilegales; aunque suponemos su impotencia, tristeza y desesperación ante el caso.

Lo que los mexicanos deseamos, pero particularmente, los padres de familia y familiares de los 43 normalistas, más que escuchar un discurso repetitivo y  demagógico, es que, la celebración de este día traslade las reflexiones e ideas del valor histórico y de patriotismo del Lábaro Patrio,al compromiso de paz y solidaridad del Gobierno de la República, con acciones contundentes que esclarezcan y sancionen a los responsable de la desaparición forzada de los jóvenes y de seguimiento a sus demandas;dolor que lastima a todo México, pero sobretodo, a quienes sentimos una identificación generacional.

Que la conmemoración de la insignia de mayor arraigo en las entrañas de los mexicanos, sea la exigencia de justicia en Ayotzinapa y entodos aquellos casos de iniquidad y sufrimiento que siguen lacerando a las familias del pueblo de México, muestra de la probable infiltración de la corrupción y la delincuencia en algunas esferas de la autoridad.

Y aunque en esta ocasión no se prevé un acercamiento directo y personal entre el mandatario y los familiares de la “noche triste”, como ya ha sucedido en otros dos momentos; lo cierto es que la mejor manera de responder a los cuestionamientos generados en torno al tema, es dar certeza a quienes esperan de las investigaciones, el estricto apego a la ley y transparentar el actuar de sus autoridades.

Celebro que, en un ánimo de colaboración, la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, a través de la Comisión Legislativa Especial para el Caso Ayotzinapa, tenga entre sus integrantes, a reconocido actor político michoacano, de gran trayectoria y experiencia, como lo es Don Víctor Silva, Diputado Federal, quien, hermanado con el sentimientode la entidad vecina, sus jóvenes y sus familias, ha comprometido públicamente su voluntad y esfuerzos para que, desde la objetividad, se analice y de seguimiento a la información y avance de resultados que sobre el caso concreto han logrado las autoridades mexicanas, convencido de lograr un buen trabajo coordinado.

Finalmente, deseo que la festividad cívica del estandarte de diseño tricolor; nos recuerde que la sangre que ha costado la libertad de este país, ya ha sido derramada por nuestros antepasados en los momentos de rebelión. Hoy, en el Estado de Derecho, con un sistema de leyes e instituciones, esta gloria, que nos ha dado muestra clara de que México es un país que supera los más grandes retos, debe ser garante de la paz y tranquilidad que merecemos los mexicanos, y con ello, eliminar toda tendencia o signos de represión y violencia contra el pueblo y sus aspiraciones.

¡Y en este camino, muy seguramente, habremos de seguir y coincidir con muchos de ustedes!

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