Reflexión dominical
Si hoy se extinguieran todos los insectos del planeta, en 50 años no habría vida en la Tierra (Jonas Salk).
Cuando escuché a Ken Robinson (maestro inglés) mencionar la cita, me impactó: Sin insectos se acabaría la vida… Pero más me impactó la siguiente afirmación de Salk: Si todos los seres humanos desapareciéramos, en 50 años todas las formas de vida florecerían…
Me tomé unos días para la reflexión y tomé, primero los caminos de Guanajuato, después los de Michoacán y terminé en Ixtapa, en Guerrero. Me gustaría compartir el viaje, estimado lector, como lo vi y lo viví: Salí de Guanajuato viendo parcelas con sorgo y cebada; Michoacán se apareció con el majestuoso, pero por desaparecer, lago de Cuitzeo, hoy embellecido por los patos, las garzas y en mi opinión, unos pájaros similares a los pelicanos, pero blancos. En los cultivos predominaba el maíz… Pasando Morelia cambió el panorama, menos agua y más maíz y empezó el camino para Pátzcuaro, otro lago en extinción, derivado de la estupidez humana y de la corrupción oficial que ha privilegiado el cultivo de aguacate, por su impacto económico, en detrimento del medio ambiente y la ecología. Y es que de Pátzcuaro hacia las montañas, lo que antes eran bosques de pino, hoy son en muchos casos, huertas de aguacate; lo que poco se sabe es que las raíces de los pinos son profundas y que el árbol, por sus características, atrae las lluvias lo que genera un doble efecto: 1.- Más lluvias y, 2.- El agua se filtra, ayudado por las raíces de los pinos, a los mantos acuíferos creando flujos subterráneos de agua, de los cuales muchos desembocaban en el Lago de Pátzcuaro. Al sembrar aguacates, dada las características del árbol, cuyas raíces son superficiales, se pierde la filtración y crea tres efectos dañinos: 1.- Hay menos lluvias por el tipo de árbol, 2.- El agua al no filtrarse se rueda y evapora, no llega a los mantos acuíferos y no nutre al lago, y 3.- El agua al rodar superficialmente (no filtrarse) se lleva consigo la tierra produciendo aridez y empobrecimiento en nutrientes; al tiempo que con la tierra “arrastrada” por el agua, se azolva el lago.
Ya casi para llegar a Uruapan, se ven las primeras parcelas de zarzamora, cultivo alternativo que dada la demanda y precio asociado, está teniendo un auge.
La carretera no llega Uruapan, si desea uno ir a la costa, se desvía un poco antes y toma camino por Taretan (ya tierra caliente) en una pendiente de muchos kilómetros cuya principal característica es el cambio de cultivos, dejan de verse los aguacates y zarzamoras, de tierra templada y fría y empiezan a surgir las huertas y ranchos de mango y limón. Así cruza uno por Cuatro Caminos, que es desviación a Nueva Italia y Apatzingán, continua uno para Las Cañas, tierra de gente brava y luchadora, para iniciar el descenso hacia El Infiernillo, presa hidroeléctrica famosa por su ubicación y capacidad generadora de energía, rodeada de tierras pobres y áridas con poca vegetación y cultivos, curiosamente acompañadas por el rio Balsas, lo que brind el contraste de vida con el agua y muerte con lo árido, donde, al unísono de disfrutar el paisaje excepcional de la Sierra Madre y sus montañas, me pregunto: ¿Por qué no alimentar montañas y valles con el agua del rio y de la presa, para hacer un vergel?, o, ¿Cómo lo harían los israelitas si vivieran aquí?…
La llegada a Ixtapa un acontecimiento, una entrada con avenida, camellón y árboles de primer mundo, enormes hoteles en las playas y la plaga; miles de turistas que aprovechan los paquetes de todo incluido para emborracharse a lo pendejo y comer como marranos pensando que todo lo que ya pagaron es gratis. Depredador el sistema de “todo incluido” que hace que dentro del hotel recibas comidas y bebidas gratis acabando con todos los pequeños negocios, restaurantes y tiendas que antes existían alrededor ¡Eso sí!, con un show de tercera para entretener borrachos y dar junto con el pan, el circo a la raza de bronce.
La masificación de las vacaciones que busca la rentabilidad a través del volumen, con meseros y servidumbre que sonríen por obligación o peor aún, con la expectativa de recibir una propina, no obligada ya que todo está incluido, y así mejorar un poco su economía, es aberrante. Bien decía Diógenes: entre más conozco a los humanos, más quiero a mi perro… Y digo yo: el problema es el sistema, es inhumano… ¡Así de sencillo!
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador