Libros de ayer y hoy
Un acontecimiento modesto pero de enorme importancia tiene lugar en estos días. Es de vital importancia para los católicos, con repercusiones para toda la sociedad.
El pueblo de Dios que peregrina en la diócesis de Morelia se reúne en asamblea diocesana de pastoral, del 18 al 20 de noviembre en la ciudad de Morelia.
Participan unas mil personas, vienen de parte de Michoacán y la parte sur de Guanajuato.
Los delegados de 235 parroquias, han analizado la realidad y han contemplado un panorama de crisis, pobreza y dolor.
Guiados por la exposición excelente del politólogo Leopoldo González González han tenido la oportunidad de interpretar la realidad, sus causas, los caminos de solución.
Han analizado el proceso histórico: la dicotomía ancestral de tradición, modernidad, agentes, vicios y logros, rumbo que han tomado y toman los acontecimientos, las orientaciones en el futuro. Se han señalado los males (plagas), se han propuesto soluciones esenciales, no coyunturales.
La Iglesia necesita rescatar su misión original recibida del Maestro, es enviada a los pobres, enfermos, marginados, a los que sufren la violencia en las carreteras y pueblos.
Es convocada para estar en medio de la comunidad, atenta a la vida con sus sufrimientos y gozos, para entregar los tesoros de vida del Creador, la salud, la confianza, la alegría.
El modelo es el Mesías que recibe a los diez leprosos, los sana y los reintegra a la sociedad.
La norma es inequívoca, se expresa en la parábola del buen samaritano, el hombre que cayó en mano de los criminales que lo despojaron y lo dejaron tirado en la carretera.
La asamblea busca escuchar a Dios y su plan que contempla el bien pleno de todo el hombre, de todos los hombres, primero los pobres. Los propósitos de Dios son propósitos de vida y felicidad.
Hay que entender el plan de Dios, sus exigencias para estar con los hombres y servirlos en este momento, en esta situación trágica por la falta de bienes materiales y de valores morales.
Jacques Audinet, este gran conocedor de la pastoral de la Iglesia, señala el imposible reto de pasar del discurso y el estudio a la práctica, a la vida real. Es un paso que parece tan sencillo y natural pero que en la realidad muchas veces se hace imposible.
Hay que superar eso y encontrar la manera de caminar con la gente, agarrar su paso, asumir sus sufrimientos, deseos, expectativas.
Hay que practicar la empatía con la gente enseñada por Karl Rogers.
El modelo contundente, que señala infaliblemente el paso es la encarnación de Jesucristo; se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, las mañas y egoísmo.
La exigencia inaplazable, indispensable es asumir la vida del pobre, de todo el pueblo de Dios donde está, con todos sus rasgos positivos y negativos, sin maquillarla ni ignorarla.
A pesar de los análisis de la realidad, hechos con las herramientas de las ciencias sociales, la realidad fácilmente se escapa de las manos, la pastoral se desliga de la vida, se dispara hacia cielos ideales.
La Iglesia, familia de Cristo debe bajar de sus estructuras, de su organización, de sus teorías para asumir la vida de la gente.
Debe evitar el divorcio acción pastoral – vida. Esta debe tomarse en su momento, grado de avance, capacidad de participar. La pastoral debe responder a la experiencia vital de los humildes antes que a las teorías de programación y exigencias de planes venidos de lo alto y desde fuera de la vida de las comunidades.
Está al servicio de la vida de la comunidad y de cada creyente, hay que considerar si ya vivieron la experiencia de encontrar a Cristo, cambiaron de rumbo y en qué paso de su seguimiento se encuentran.
Una estrategia es mirar la vida como la mira Cristo, como afirma el Papa Francisco en su Encíclica La luz de la Fe.
Otra es ésta: no basta estar con los pobres, estudiar su situación social, hay que bajarse de las situaciones de privilegio para compartir su vida: pobreza, dolor, impotencia.
La situación trágica del hombre no se entiende ni se asume desde las tribunas, desde fuera, si no se asume la experiencia, del que tiene miedo, terror y muere en la zona de conflicto de Michoacán.
El Modelo es muy claro, Jesucristo, él renunció a todos los privilegios y se hizo un pobre hombre. Desafió la maldad y las autoridades corruptas. Compartió la suerte de los hermanos que sufrían y morían. Realizó la palabra de Pablo de Tarso, “me amó y se entregó por mí”.
En los representantes que participan en la asamblea hay sensación de esperanza. Hay fe: el avance es lento, difícil, doloroso pero la historia de la salvación sigue adelante. La victoria del reino de la verdad y de la vida, de la rectitud y la amistad con Dios, de la justicia, el amor y la paz, está asegurada porque es obra del Mesías que está con sus discípulos y los lleva a la victoria definitiva.