Poder y dinero
¡SECUESTRO IDIOTA!
En un primer momento, el secuestro del futbolista Alan Pulido prendió todos los focos de alerta.
Se había llevado a cabo en Tamaulipas –la entidad con niveles más altos de violencia–; el secuestrado era a un famoso futbolista y –por si fuera poco–, el plagio tuvo lugar a una semana del proceso electoral.
Era el escenario perfecto para esperar lo peor. Por eso muchos pensaron en el crimen de Rodolfo Torre Cantú, hace seis años.
Sin embargo, pocas horas después de conocido el secuestro, el gobierno estatal –incapaz de atender los más elementales delitos-, sorprendió a propios y extraños al presentar ileso al futbolista. ¿Qué pasó?
Entones se conocieron detalles del secuestro. Se había tratado, según todos los indicios, de un secuestro idiota.
Es decir, si tomamos en cuenta tanto la versión de la autoridad como la del secuestrado, habríamos asistido a un secuestro operado por “aprendices de brujo”; secuestradores de ocasión que iban por el auto y que terminaron por improvisar un plagio sin protocolos propios de profesionales de esos crímenes.
Por eso, luego aparecieron el asombro, la incredulidad, el estupor… y la burla.
Aparecieron no solo dudas sino chabacanería, especulación y el imparable invento de todo tipo de versiones.
Que si fue un montaje del gobierno estatal, que si propaganda del gobierno de Tamaulipas, que si fue un acto con tintes electoreros a favor del PRI, que si el futbolista es un mago del escapismo, que si…
¿Qué fue lo que pasó? Pocos lo saben.
Lo cierto, sin embargo, es que se pueden tejer tantas historias como la imaginación y el interés político decidan. Se puede decir misa, si así se quiere.
Pero también es cierto que existen elementos para suponer que –como ya se dijo–, en el fondo asistimos a un secuestro idiota. O si se quiere, cometido por idiotas.
¿A quién beneficia –por ejemplo–, secuestrar en Tamaulipas –a una semana del proceso electoral–, a un famoso como Alan Pulido? ¿Cuál sería el beneficio –para una banda criminal que opera en Tamaulipas–, llevar a cabo el secuestrar de una víctima de alto perfil como Alan Pulido, en medio del reflector del proceso electoral? ¿Es creíble que una banda de profesionales del secuestro haya sido capaz de un plagio como el de Alan Pulido?
Lo cierto, sin embargo, es que llevar a cabo un secuestro en todas las circunstancias planteadas sería, por decir lo menos, la peor recomendación y la más descocada decisión para una banda criminal como las que operan en Tamaulipas. ¿Por qué?
1.- Porque secuestrar a un famoso como Pulido sería igual a comprar la persecución de todo el Estado mexicano contra la banda criminal culpable del plagio.
2.- Porque llevar a cabo el secuestro en Tamaulipas, de un famoso como el futbolista, sería lo mismo que incendiar la pradera. Es decir, calentar la plaza criminal al máximo y de manera innecesaria, con el peligro de poner en riesgo los rentables negocios criminales.
3.- Porque si una mayoría ciudadana sabe que el de Tamaulipas es un gobierno inútil para garantizar la seguridad elemental de sus habitantes, resulta de risa loca que los mismos incrédulos de ese gobierno le acrediten las habilidades necesarias como para fabricar un montaje en torno al secuestro del pateador de balón.
4.- Porque en el supuesto de un montaje con fines políticos, debieron poner de acuerdo a más de dos personas. Y los secretos ya no lo son cuando pasa de uno.
5.- Y es que el de Tamaulipas no puede ser un gobierno de inútiles y, al mismo tiempo, de genios como para inventar un plagio.
Y podrán decir misa, pero todo apunta a un secuestro idiota
Al tiempo.
“LA GAVIOTA” Y EL PAPA.
Muchos criticaron las apariciones públicas de Angélica Rivera en la reciente visita del papa a México. Que si el video donde Luis Videgaray escatima el saludo a la primera damas, que si el vestido claro, en contraste con el blanco de Francisco, que si…
Pocos vieron que uno de los momentos más emotivos y que arrancó una lágrima del obispo de Roma fue la visita al Hospital Infantil de México “Federico Gómez”, evento que coordinó y en el que se empeñó directamente la señora de Peña. Más aún, en el itinerario original de la visita del papa no aparecía la visita al hospital.
Pero resulta que desde el inicio del gobierno federal, Angélica Rivera dedica buena parte de su atención como primera dama al “Federico Gómez”, en particular a los enfermos de cáncer. Y es que el nosocomio es referente de la atención infantil en México, en donde el 70% de los atendidos proceden del resto de los estados del país; se brindan 6 mil consultas y tres mil cirugías de alta especialidad al año y se atienden 14 especialidades médicas.
Cada día el Hospital recibe un niño enfermo de cáncer. El 80% de los niños recuperan la salud. El cáncer es la segunda causa de muerte en niños entre cinco y catorce años en México.
Por eso, desde que la señora Rivera conoció el hospital y el drama cotidiano de sus pacientes, sus visitas fueron en aumento, girándo instrucciones para ampliar y remozar las instalaciones. Un día salió del hospital y vio a padres de niños durmiendo en la calle. Buscó información sobre el propietario del predio contiguo –que era Banorte–, gestionó la donación del terreno y la construcción de un albergue con 50 habitaciones para los padres, que dormían a la intemperie. Hoy tienen donde hospedarse, cerca de sus hijos.
A pocos días de que se confirmó que el papa Francisco visitaría México, la señora Rivera visitó el hospital y durante un recorrido donde son atendidos los niños diagnosticados con cáncer terminal, uno de ellos llamó su atención, junto con la enfermera que la acompañaba. “!Quiero ver al papa Francisco, para que le diga a Dios que me reciba en el cielo…!”.
“¡Te voy a traer al papa..!” prometió la señora Peña.
Desde entonces la señora Rivera –a quien conocen en el hospital como Gaviota o Angie–, dedicó todo su tiempo a esa empresa; metió el tema a la agenda vaticana, coordinó directamente los detalles, encabezó reuniones y fue la anfitriona. El papa fue recibido por 33 niños enfermos de cáncer, acompañados por uno de sus padres.
El drama impactó a Francisco de tal manera que, en privado, recibió en la nunciatura a seis de esos niños, con diagnóstico de cáncer terminal; uno de ellos el que pidió a Francisco “que le diga a Dios que me reciba en el cielo”.
Otro momento conmovedor fue cuando Alexia Garduño arrancó lágrimas de la concurrencia al cantar a capela el “Ave María” de Schubert. Alexia no es paciente del Hospital Infaltil. Es atendida en un hospital privado, pero a causa de su quebrantada salud, sus padres hicieron todo para que pudiera ver al papa, “en espera de un milagro”. La señora Rivera hizo posible que viera y cantara al papa. Al día siguiente de que cantó el “Ave María”, Alexia debió ser internada a causa del esfuerzo y en preparación de una operación en Houston.
El lugar preferido de los niños del Hospital Infantil es la Ludoteca, en donde pende la campana que se hace sonar cuando uno de los niños sale del hospital curado, definitivamente. Algunos como Luz Elena escuchan la camoaña, luego de 120 quimioterapias. Otros no lo logran. Todos esperan un milagro.
Al tiempo.