Para contar
En el mundo globalizado e hipercomunicado está claro que compartimos la suerte de la humanidad y no podemos quedar indiferentes ante su mortífera contaminación.
¿Por qué no atender al dolor de la gente de las multitudes de pobres que sienten que la tierra se abre bajo sus pies, desamparados ante la muerte por la miserable e ineficiente atención del sistema de salud en Michoacán.
Si el informe de gobierno afirma que todo está perfecto, quiere decir que están hablando de su país imaginario de primer mundo. Están desfasados viviendo en las décadas alegres del milagro mexicano, del boom petrolero esperando un futuro total y definitivamente feliz. A nadie se le oculta que ellos viven en otra realidad cuando se enferman no se atienden en el ISSSTE.
El país de los discursos no es el de los problemas, todos los país tienen problemas, el gobierno perfecto es imposible en la condición humana. Hemos de enfrentar la realidad de sufrimiento, pobreza, de crisis. La evasión nos hace perder pie y dejar pasar tiempo precioso. Si no enfrentamos la realidad estamos soñando. No saldremos de la crisis si no la enfrentamos con las armas de la verdad, la humildad y la pobreza.
La situación de los servicios de salud está lejos de ser la ideal. Hay que preguntárselo a los pobres tirados en los corredores del Hospital Civil y de los demás hospitales del sector público. Hay que pregúntarselo a Enrique que tiene ISSSTE y no se operó en ninguno de sus hospitales.
Si lo pobres no son felices, la felicidad de los demás es ilusión, injusticia, bofetada, violencia que se siembra.
En el horizonte desolador no se ve una abertura al cielo, ni la claridad de un nuevo día.