Sucedió con la invasión chilanga, sucedió en el aguacate y sucederá en México, la invasión es inevitable.

Eran los 80´s, me invitaron a trabajar a Mérida en la Coca Cola de la familia Ponce; la rutina normal de un chofer era: llegar a las 7 a.m. al trabajo, recoger el dinero que ocuparía para dar cambio en las tienditas, tomar su camión y salir a repartir. Alrededor de las 3 de la tarde estaba de regreso, cerraba cuentas en caja de la venta del día, regresaba el camión para cargarlo de nuevo en la tarde/noche y se iba a su casa a comer. A las 5 de la tarde, ya estaba “gustando” de la tarde y acostado en su hamaca en el porche de su casa, mientras charlaba con su esposa y veía a sus hijos jugar en la calle o en el jardín con sus vecinitos; la familia vivía y convivía unida… Para los 90´s todo había cambiado, el mismo chofer, llegaba a las 3 p.m., hacía cuentas, entregaba el camión y salía a trabajar en otro lado para completar el “chivo” y mantener el nivel de la familia, incluidas escuelas, comida y ropa. En otras palabras, el modelo neoliberal de consumo y competencia había cambiado las condiciones de vida de los yucatecos y de rebote afectado su calidad de vida con el consiguiente deterioro familiar y social derivado de la falta de contacto de padres, hijos y cónyuges. El yucateco, padre de familia que vivía decorosamente con el fruto de su trabajo, ya no existía más y con ello terminaba también la época dorada de la vida familiar compartida que nos nutre para construir dentro de su seno a los ciudadanos del futuro; en parte, debido a la invasión chilanga que llegó con una inercia de trabajo y actividad que obligó al yucateco a dejar de lado su vida de confort para entrar al mundo globalizado de la competencia.

70 años sin poder exportar aguacate a Estados unidos, mientras ellos nos llenaban con sus empresas “transanacionales” y sus productos, alterando nuestros hábitos de compra y nuestra cultura, todo ello apoyado en la televisión y el cáncer asociado ¡La publicidad! que corrompe mentes y manipula voluntades. En 1995 se abre el ostión, por fin México puede exportar sus aguacates; lo que no se traduce en un beneficio para los empacadores y exportadores mexicanos, sino que se traduce en un bum de inversionistas extranjeros que vienen a poner sus empacadoras, procesadoras y congeladoras en México, para usufructuar los beneficios de la apertura de mercados para los dueños del capital. Hoy, más del 80% de las exportaciones de aguacate la realizan empresas extranjeras asentadas en México; pocos son los empacadores mexicanos que han sobrevivido a una competencia feroz en donde la manipulación de precios de venta y compra corresponde a los más fuertes, quebrando así a los débiles, la mayoría de ellos, empresarios nacionales. Hoy, el negocio del aguacate es de extranjeros y solo sobreviven los productores nacionales que son proveedores de empresarios extranjeros que en muchos de los casos, por controlar mercados y demanda, fijan el precio. En otras palabras, los productores de aguacate nacionales, no fijan el precio, se lo fijan los compradores, es decir, siendo dueños de la tierra, trabajan para otros.

2014, en Guanajuato se asientan Honda y Mazda y con ello empieza la migración de empresarios japoneses proveedores y ejecutivos de muchas empresas, que buscan asentarse en México para lo que… ¡Sorpréndete!, están construyendo parque industriales para empresas japonesas proveedoras del sector automotriz y comprando escuelas mexicanas para convertirlas en japonesas y así, con maestros japoneses y al margen del modelo educativo mexicanos (no son tarugos), educar a sus hijos, los que en unos años serán los líderes y dirigentes de la economía regional y nacional, con un agravante: nunca pierden su nacionalismo, ni el interés económico de reforzar con sus ganancias la economía de su país, dejando en México solo empleos de medio pelo y migajas de la economía generada.

¿Podemos, como mexicanos evitar el dominio futuro de empresarios e inversionistas extranjeros sobre nuestros ciudadanos y políticos nacionales, si los extranjeros reciben una mejor educación en México?, la respuesta es no; por eso quizás ya sea el momento de hacer algo diferente o nos va a llevar el carajo, porque la invasión es inevitable… ¡Así de sencillo!