La farsa de la evaluación educativa

 

La opinión pública local e internacional y los grupos magisteriales que todavía se empeñan en creer en su misión son objeto de una farsa ñoña en la dichosa aplicación a destajo de la evaluación de la (mal) llamada reforma educativa. Entre la gente que sabe, es muy claro que no se trata de una evaluación, ni mucho menos de una reforma educativa. Los dos retintines sólo existen en sus afanes privatizadores.

Para empezar, el dichoso Consejo Nacional para la Evaluación Educativa (Ceneval), creado con el propósito de apoyar todas las barrabasadas que sean necesarias para otorgar lustre académico al montaje, está demostrando ante tirios y troyanos que ni para eso sirve. La encomienda del “más alto nivel” se justifica a base de “palomazos” para los profesores cautivos.

A base de billetazos, salidos de una maleta inacabable, contrata miles de improvisados, alcahuetes y costosos “evaluadores” de a cuartillo‎ que en minutos realizan a cada profesor un “examen completo de conocimientos” acerca del objeto y la filosofía de la reforma, y al que se presenta al mismo, con el temor de perder su plaza docente, bajo la identificación que sea, le otorgan un diez de calificación, con estrellita en la frente, pues para eso están.

Si eso pasa ahora mismo en un recinto de las instalaciones del World Trade Center, en pleno corazón de la ciudad de México. No se necesita ser un Sherlock Holmes para deducir qué fue lo que pasó en las regiones apartadas de Veracruz, Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chihuahua, Tamaulipas o en la que usted pueda imaginar.

 

Ceneval, un organismo de consigna

 

El Ceneval, el último reducto para cribar todas las ocurrencias de una evaluación que nadie sabe cómo está hecha, cuál es su contenido, ni qué objetivo busca, se convirtió estos días en un organismo de consigna –oootro, pero al margen del Poder Judicial– para otorgar las mejores calificaciones a algo o a alguien de oscuras intenciones publicitarias. Fue una calificación para lenguaraces y demagogos.

Se ha desparramado un monstruoso gasto en todos los rincones del país, extraído de nuestros exprimidos presupuestos, se‎ ha desplegado al ejército, a la Policía Federal –“juanes” disfrazados–, a la policía local, a una legión de Ministerios Públicos Federales y locales, a jueces y observadores blindados para ofrecer un espectáculo de nivel subsahariano.

Es un montaje ridículo y peligrosamente blindado con costosa infantería y artillería de seguridad nacional, para destacar ante los medios, por encima de los miembros del gabinete, al ñoño Aurelio Niño Nuño, un secretario de Educación Pública que requiere urgentemente el barniz y el enjalbegado de los medios para entrar con calzador a la punta del “grupo de presidenciables”.

Lo hacen aparecer día y noche en todos los medios radioeléctricos a modo, en todos los escenarios selváticos y serranos donde se reúnan más de cuatro profesores comunitarios con un puñado de niños, para aparentar que su misión es real, para justificar que “tiene muchas ganas de trabajar por México” ¿Dónde habremos oído esto?

 

Hay que hacer crecer al maletilla de la tienta

 

Una vez que ya decidió el que cree que tiene el poder de las “palabras menores”, que sus gallos Oso…rio Chong y su Virrey Vi(rey)garay, incluso el emergente foxista-calderonista Meade‎, están desplumados y derrotados de antemano por los apostadores de las casas de encuestas de opinión, ahora el objetivo de los demagogos y oportunistas es hacer crecer al maletilla de la tienta.

Y usted y yo sabemos que la ignorancia es huérfana y atrevida. Aunque a los encuestadores se les paga como marqueses, pues producen cifras, gráficas, cuadritos y bolitas al gusto del destinatario, se les obedece‎ como a los grandes augures. Todo es parte del mismo engaño. Si lo dice el jornalero, el encargado del surco, no tiene por qué no aceptarlo el capataz.

‎Con base en esas predicciones, y después de sufrir los descalabros públicos que ha producido su exceso de rapiña y falta absoluta de honestidad en el manejo de los asuntos públicos, Vi(re)garay ya decidió ir a cebarse sobre los mexiquenses, con el encargo de Gobernador, mientras que Oso…rio y Meade buscarán su compensación en el iluso gabinete de NiñoNuño.

 

No pueden producir ni un candidato presidencial

 

Ese es el verdadero tamaño del fracaso del equipito de la tolucopachucracia. Ese es el resultado pedestre del llamado “Momento Mexicano”. Ese es el final del que pagó la portada del Time para retratarse como el salvador de México. Ese es el basurero en el que se convirtieron las bondades de progreso de las “reformas estructurales”.

No pueden producir ni a un candidato, ni a un presidenciable de pacotilla. ¿Para eso destrozaron al país, secaron su economía y su circulante monetario, produjeron sesenta mil ejecutados, arrasaron con la planta productiva, devolvieron impuestos a transnacionales y empresitas consentidas, dividieron al empresariado entre productivos y consentidos, produjeron una fuga de capitales ya reconocida de 50 mil millones de dólares en los primeros tres años?

¡Para eso me gustaban!

 

Nada es más barato que lo que se compra con su indignidad

 

Todo esto se fragua en el pavoroso equipo de los estudiosos de opinión de Los Pinos, en los escritorios de los publirrelacionistas, los mismos que “moviendo a México”, no han servido para un remiendo ni un planchado‎, desde el defenestrado David López que, como muñeca fea, busca infructuosamente que se le mencione en Sinaloa, hasta Eduardo Sánchez (?), del que no se conoce cuáles son sus prendas.

Para los gobernadores que se encuentran en el extremo de la desesperación y del olvido de los presupuestos etiquetados de la Casa Presidencial es una oportunidad de oro para colgarse de algún gancho que los mantenga con oxígeno y eso, lo saben, no tiene precio. Para ellos, nada es más barato que lo que se compra con su indignidad.

Entonces, echan toda su carne al asador para exponer sus territorios a cualquier sangría, a todo ridículo, con tal de sacar aunque sea una costillita o una riñonada de este montaje dantesco y en el borde del abismo; para uncirse al cabús de cualquier carreta, aunque sea la del “último tren a Yuma‎”; para jugar sus cartas; para que los respeten sus paniaguados.

Para lograr la dispensa de sus presupuestos, con el infeliz argumento de que apoyan con denuedo, hasta la ignominia, toda la escenografía chusca que monten los enviados del acorazado de papel, los palafreneros del “delfín”, del favorito NiñoNuño Meyer, a sueldo de quienes a fuerza quieren sentar en La Silla, que ya es un tambaleante taburete, de Los Pinos, aunque sea con una votación del 26%, como ya se dice en poderosos rotativos del exterior y se malicia desde hace tiempo en los comederos locales.

 

Para su peculio, concentración de las nóminas

 

El sonsonete de la evaluación educativa ‎es un requerimiento real, si fuera cierto, en cuanto a la verdadera reforma que requiere la Nación. Si se refiriera a los contenidos, a los programas, a la capacitación formativa que se necesita urgentemente, pues ha sido pospuesta desde hace décadas por burócratas que sólo han venido por lo $uyo.

¿De dónde sacan una evaluación educativa que sirva para justificar la concentración de las nóminas nacionales del magisterio en los bancos que le reportaban –¿o siguen reportando?– los intereses del jineteo a Chuayfett y a la pandilla de Atracomulco?¿Desde cuándo una evaluación, en nombre de los niños mexicanos, tiene como objetivo justificar el poder como privilegio de los desalmados?

¿Desde cuándo un cambio de sistema administrativo de manejo del circulante desde las cajas “mochadoras” en beneficio de un grupito de salteadores, requiere una evaluación ‎magisterial nacional?

 

Obra de la OCDE y del “Ángel de la dependencia”

 

Se confirma, desafortunadamente, que es sólo una desdichada pantomima para justificar el manejo burocrático-financiero que no es obra de los mexiquenses, sino receta burda de la OCDE, pues sabemos que el diseño salió de las truculentas manos del “Ángel de la Dependencia”, José Ángel Gurría Treviño.

No puede entenderse que sean los mexiquenses, quienes han desbarrancado al país hasta los últimos lugares de productividad, igualdad, justicia, competitividad, bienestar y condiciones materiales de existencia, los mismos que requieran ahora justificar una evaluación sin brújula, ni contexto posible.

‎No es creíble tampoco que sean los que han llegado al extremo de querer privatizar todos los servicios actualmente a cargo del Estado, con argumentos de mercachifle, en nombre de una eficacia de pacotilla, los que no han tenido ni la voluntad, ni la capacidad de organización para ejecutar un solo programa de contenido social, los que ahora  piensen en la educación pública de los niños de México.

No puede ser que quienes se han opuesto con mayor fiereza a las instancias de diálogo, de información y transparencia; quienes han puesto las barreras  a todas las formas de asociación y han querido criminalizar la manifestación, la protesta, medición y comprobación en los espacios sociales y digitales, sean hoy los adalides de ese sistema de comprobación y evaluación.

 

Nadie cree a los mendaces que han destruido a México

 

Es absolutamente ridículo y mendaz que aquéllos que han marginado, de manera deliberada, la salud, la vivienda, la alimentación, la seguridad, la asistencia pública, el empleo, la capacitación para el trabajo, la ecología y el medio ambiente, la cultura, la recreación, incluso la atención al hambre de las mayorías, vengan ahora a venderse como los paradigmáticos educadores, si no saben decir el título de algún cuento vaquero que hayan leído.

¿Desde cuándo alientan la participación ciudadana en la toma de decisiones? ¿Cuándo han propuesto un combate serio y medible para disminuir los índices de marginación, pobreza, desigualdad material y reparto equitativo de la riqueza publica?‎ ¿Creen que se les puede creer?

¿Han hecho públicos los procedimientos y herramientas con que darán seguimiento a esta desastrada evaluación? ‎¿Alguien conoce en qué consiste la dichosa reforma educativa? ¿De qué se trata entonces? ¿Es una medición de las resistencias que todavía existen en grandes sectores de mexicanos y de la opinión pública para privatizar los servicios educativos?

 

Sólo ven desfilar la pobreza, atentos a lo que $obra

 

¿Han conocido alguna vez en este fracasado gobierno las condiciones en desventaja que privan entre niños, mujeres, familias, discapacitados, indígenas, minorías étnicas, poblaciones desprotegidas y francamente marginadas, así como entre las comunidades migrantes?

¿No han sido ellos quienes, desde sus lujosos y protegidos escritorios, han visto desfilar la pobreza, atentos a lo que sobra de los presupuestos‎, para orientarlos hacia destinos más provechoso$?

Y ahora se preocupan por la evaluación educativa, con una desatada ambición que augura cosas peores, porvenires infaustos. Hasta el oportunismo electoral debe tener límites. No todo se puede embodegar en el mismo cajón. Es un tema, el de la evaluación y la reforma educativa, que rebasa imaginaciones limitadas, empeños de aprovechados sin casta, ni destino.

Después de este desaguisado, ¿cuál será el morro que utilizarán para seguir engañando al país con sus fallidas intenciones?

¿Cuál será el argumento para seguir pidiendo prestado a escondidas y a nuestras costillas?

¿Merecen los niños de México y los padres de familia estas infamias?

 

 

Índice Flamígero: Contratadas a precio alzado –“moche” incluido, but of course— las computadoras en las que los maestros deben practicar sus exámenes son insuficientes. Un caso, en Cuernavaca, Morelos, este último fin de semana: para un grupo de cien mentores sólo había 67 máquinas que funcionaban aceptablemente bien. ¿Por qué de eso no se habla en los medios “tradi$ionales”?

 

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