Michoacán, en quiebra: Martínez Nateras a Sheinbaum
“Muro, “no matrimonio gay” y supers vs mercados”
Uruapan, Michoacán, 29 de junio del 2013
En forma estúpida se insiste en llamar matrimonio a una unión cuyo objetivo no es preservar la especie ¡Vaya necedad!…
En tiempos pasados, las sociedades humanas entendieron que la unión de una pareja para preserva la especie (heterosexual por necesidad), debía, por su importancia y trascendencia, conformarse en una institución, ya que de ella provenían los futuros ciudadanos y la familia, célula de la sociedad y de cualquier forma de organización humana. A esa institución se le llamó ¡Matrimonio!… ¡No!, nunca se trató de darle una figura organizativa a la sexualidad humana ¡Tampoco se trató de darse beneficios o garantías entre quienes decidían vivir juntos; se trató ¡Sí!, de hacer de la unión de una pareja, semilla de la república y de la sociedad a través de la procreación, una institución que cimentara a la sociedad. En otras palabras, el matrimonio se creó como institución, para dar cauce formal y legal a la educación y formación de futuros ciudadanos, los niños… Por lo que, sin niños, pues no hay institución.
Lo sé, argumentarán que aún en parejas heterosexuales las hay que no pueden engendrar y son matrimonio; es verdad, pero son la excepción y no modifica el objetivo esencial de dar vida legal y formal a la familia. Dirán también, que entonces, al permitir la adopción de niños por parejas gay, se cumple el objetivo de conformar familias; a ello contesto que ¡No!, ya que el matrimonio no se instituyó para justificar núcleos sociales, de otra manera las guarderías serían matrimonio, ya que ahí se educan niños; sino que el matrimonio se constituyó para dar forma legal y formal a quienes se unen para, a través de su humanidad preservar la especie, para generar vida a través de la decisión consciente, legal y formal de formar una familia… Por lo que, si no existe como objetivo la preservación de la especie a través del ejercicio de la sexualidad ¡No es matrimonio!,… aunque la SCJN de México lo diga, y aunque un juzgado en California lo avale.
¿Que qué tiene que ver el “no matrimonio” gay con la barda, que no muro que ha estado construyendo E.E.U.U.?, pues que ambos tienen como eje común la estupidez, la estridencia, la falta de argumentos y el mal uso del lenguaje y del pensamiento por parte de algunas personas.
Primero: ¿Qué pitos tiene que ver el Muro de Berlín, construido para encarcelar en su propia tierra a hombres y mujeres libres, con una barda que en SU territorio construyen los gringos para mitigar la entrada de ilegales y delincuentes de México y Centro América? La respuesta: nada. El Muro fue construido para evitar que ciudadanos, otrora libres, huyeran de una dictadura comunista; y la barda para incrementar seguridad nacional y evitar la entrada ilegal de braceros, a lo cual no solo tienen derecho los gringos, sino cualquier hombre libre que quiera cuidar su hogar y salvaguardar su patrimonio; no de casualidad todos ponemos bardas en nuestras casas en México.
La reflexión en México, debería ser: no sobre el por qué los gringos construyen una barda; sino en el por qué, un país tan rico como México, soporta una clase política y gobernante corrupta y a un sector empresarial miope y egoísta con liderazgos oportunistas, que lleva a la nación a la imposibilidad de crear oportunidades de vida digna a sus ciudadanos. En otras palabras: ¿Por qué la gente tiene que migrar (huir) de México, aún en forma ilegal?
Cierro con otro asunto que refleja, en mi opinión, nuestra miopía y estupidez: La Suprema Corte de (in)Justicia de la Nación (SCJN), se expresó por la inconstitucionalidad de la Norma 29 del D.F. que evitaba la construcción de supermercados cercanos a los mercados tradicionales. Ello para evitar que la competencia derivada del modelo de capitalismo salvaje que hoy prevalece en México, acabara con fuentes de trabajo y los negocios de los puesteros que dentro de los mercados realizan su trabajo. Sobre este tema se pronunció Sergio Sarmiento, apoyando la decisión de la SCJN, bajo la premisa de “libre competencia” y de que el consumidor es “inteligente” y sabrá discernir sobre dónde comprar. Sobre ello me permito compartir los tuit´s que envié a Sergio:
@SergioSarmient4 ¡Ah jijos!, no comparto, la protección de mercados públicos, daba oportunidad de supervivencia a pequeños comerciantes…
@SergioSarmient4 Amigo Sergio, quizás nuestra diferencia es que yo veo un mundo con personas, no de consumidores. Prefiero sociedad a precio.
¡En fin!, cada quién y su visión de México y del mundo que queremos. Lo que, con ello en mente, lleva a la pregunta de hoy: ¿si no estás de acuerdo con el rumbo que llevamos, estimado lector, que estás haciendo al respecto?
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador