Ni meme, ni expresión religiosa
El año de Hidalgo, chingue a su madre quien deje algo, ha comenzado y con él el tomento de cada tres años: propaganda electoral inundándolo todo. No es casualidad que el caso Ayotzinapa haya cobrado tanta relevancia por estas épocas. Independientemente del legítimo reclamo por el crimen cometido, éste ha sido el pretexto perfecto para llamar a la desestabilización del orden establecido.
La respuesta está sobre la mesa. Murillo Karam está cansado y desea dar carpetazo al asunto cuanto antes. Estamos en año electoral y un grupo de padres inconformes e irascibles, bandera de Dios vaya a saber que intereses ocultos, no puede venir a echar a bajo el curso de un país que está siendo transformado. Todas las respuestas del justiciero Karamán pueden estar basadas conforme a una investigación mejor que perfectamente integrada. Pero el problema sigue siendo el mismo: lo que para Karamán no es otra cosa que un asunto del narcotráfico para miles de mexicanos es un crimen de Estado. Ahí es donde falla la respuesta ¿Qué interés podría tener una banda criminal en incinerar a 43 estudiantes cuyo único delito era el de bloquear carreteras y tomar autobuses prestados? La historia, si es esa, no está siendo contada a cabalidad.
Quizá la obviedad más importante tras los sucesos de Iguala es la aceptación de que la municipal es la esfera más débil del federalismo mexicano; de que a casi cien años de la revolución las instituciones mexicanas siguen siendo tan turbias como en la época decimonónica. ¿Acaso el dictador Igualteco pidió la desaparición de los 43 al grito de “Mátalos en caliente”?
Cuál sino grotesco la suerte de la pareja imperial se cierne sobre los alcaldes perredistas que comienzan a caer como moscas. Mientras las pautas publicitarias del PRD se centran en criticar el orden establecido, dialéctica que creímos había quedado atrás hace seis años, mostrando una negación de lo que sucede: la corrupción no es endémica de un sólo grupo político o social. Pero en esta ocasión tal parece que es al partido del sol azteca a quien le toca pagar su cuota en la factura por venir.
A modo de inconclusión
De nuevo la tragedia. Tres personas muertas y 72 lesionadas es el recuento tras la explosión de una pipa de gas en el Hospital infantil de Cuajimalpa. De la gasera en cuestión Gas Express Nieto se conoce una considerable cantidad de incidentes en años pasados. Tal parece que nuevamente la falta de incumplimiento de las leyes o la inexistencia de regulación ha cobrado víctimas. Por lo pronto se pretende culpar a los operadores de la pipa de homicidio culposo, pero ¿habrá una investigación a fondo que permita deslindar responsabilidades y en su caso castigar a otros al interior de Gas Express Nieto? ¿O de nueva cuenta se dará carpetazo al asunto responsabilizando al eslabón más débil de la cadena?