Tigres de arena
Estados Unidos tiene una población mexicana impresionante. Por algo la perdición mexicana juega de vez en cuando en territorio gringolandés. Sin embargo y a pesar de la aficion Chicaguense en el Soldiers Field y de haber salido a jugar con playera rojo priísta jamás antes vista, los ratones verdes no lograron desanimar ni dejar ciego al equipo contrario, y fieles a su estilo perdieron ante la selección de Bosnia y Herzegovina.
En mi opinión la selección mexicana es un reflejo de lo peor que tenemos en el país: del sí se puede al sí se pudo hay un gran trecho. Como buena almas tropicales los mexicanos soñamos con el sí se puede, al fin que no cuesta mucho, pero difícilmente llegamos al punto de cantar “sí se pudo”. Lo demostramos no sólo tirándonos a la hamaca a descansar, sino también esperando que algún sujeto llegue y realice la tarea por nosotros, responsabilizando al mismo sujeto por nuestras faltas y cantifleando pretextos una vez que nuestra mediocridad ha dictado por quincuagésima ocasión nuestro fracaso.
No es correcto generalizar, pero de nueva cuenta, México siempre es la excepción. Hasta creo que ya deberíamos cancelar nuestra membresía en la OCDE, nomás sirve pa’ que a cada rato nos coloquen en lo peores lugares de todo, hasta Turquía parece tener mejores momentos que nosotros.
Regresando a los peor de la perdición mexicana, sólo hay un par de cosas para lo que siempre ha sido buena: la producción de bilis y la producción de debates estúpidos (como este que llevo conmigo mismo justo ahora) entre ellos la sempiterna cortina de humo que se le achaca.
Como cortina de humo creo que son más que adecuados, ni siquiera ha comenzado el mundial y ya nos tienen gastando saliva, tinta y teclas en que si los legisladores nos la van a meter dobladita al grito de “sí se puede”, y si podrán… aprobar la reforma energética.
Así las cosas, la perdición lució con honor su playera rojo priista, por que me digan lo que me digan, voluntaria o involuntariamente son rebuenos pa’l cortinazo de humo.