Teléfono rojo
La esclavitud es una de las actividades económicas más antiguas del mundo. Grandes imperios se construyeron con la esclavitud de pueblos más débiles. Como sistema económico considera a los seres humanos una propiedad que puede ser comprada y vendida para ser forzada a trabajar. A lo largo de los siglos la esclavitud ha mostrado distintas variantes y actualmente se considera la existencia de varios tipos de esclavitud; entre ellos el matrimonio forzado, el trabajo infantil, la servidumbre por deuda, etc.
En la actualidad, y al amparo del Protocolo contra la Trata de Personas, firmado en Palermo, Italia en el año 2000, se considera a la trata de personas como una forma de esclavitud moderna, que incluye no sólo la explotación sexual, laboral y de menores pero además el comercio de órganos.
La trata de personas no es asunto de un sólo país o conjunto de países, sino un problema de índole mundial. En diversas ocasiones las víctimas de trata de personas son enganchadas en su país de origen, transportadas por uno o varios países de tránsito y esclavizadas en un país de destino. Tal es el caso de las conocidas mail-order brides (esposas por correo) generalmente procedentes de Europa del este o Asia, quienes terminan por ser prostituídas en países de Europa occidental o Estados Unidos. En el caso de aquellas víctimas de trata cuyo destino es los Estados Unidos, México juega un papel muy importante como país de transito y de origen.
Como país de origen, México aporta en gran medida no solamente mujeres para prostitución, pero también mano de obra barata para realizar diversas labores. Precisamente el lunes pasado el embajador de los Estados Unidos en México, Anthony Wayne, reconoció la existencia de redes binacionales de trata de personas y planteó la necesidad de realizar un trabajo conjunto entre ambas naciones para abatir dicho crimen.
En junio del 2012, el entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, promulgó la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia de las Víctimas de esos delitos, pero fue hasta este martes (24-Sep-2013) que entró en vigor su correspondiente reglamento, mismo que fue publicado el lunes anterior en el Diario Oficial de la Federación en el marco del Día Internacional Contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas.
En el ámbito legal, el combate contra la trata de personas se antoja harto complicado: entre las legislaciones estatales hay discrepancias en la tipificación del delito. Cuando la hay. En pocas palabras no existe un criterio jurídico generalizado que permita la persecución de dicho delito en las diversas entidades federativas. Por otro lado no existen los instrumentos adecuados para su combate. A nivel federal existe la Fiscalía Especial Para Los Delitos De Violencia Contra Las Mujeres Y Trata De Personas, pero este martes la Dra. Alicia Pérez Duarte, en el programa México Social de Once TV, mencionó el poco o nulo margen de acción que dicha fiscalía goza. Como ejemplo mencionemos que en 2009 la mencionada fiscalía declinó su competencia en favor de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México con respecto al caso de violación de 11 mujeres por parte de policías de los tres ordenes de gobierno durante los operativos del 3 y 4 de mayo de 2006 en San Salvador Atenco. Menuda fiscalía.
Ahora bien, si a nivel federal existe una fiscalía especializada que apenas y puede relizar su trabajo, a nivel estatal la situación no es más halagüeña: 19 estados cuentan con una ley en la materia, y sólo dos han promulgado el reglamento correspondiente. Letra muerta en los otros 17: pa’la foto.
Con la publicación del raglamento a la Ley contra la Trata de Personas, se espera que haya uniformidad en el combate a este delito a nivel nacional de manera que todos los estados acaten dicha normatividad.
Debemos sin embargo considerar que el combate a la trata de personas no es sólo una cuestión jurídica. Vamos, con sancionarla no se conseguirá demasiado. Para que exista dicho delito se necesita de dos factores: oferta y demanda. La oferta es ofrecida por aquellas organizaciones criminales que se dedican a esto, la demanda por hombres de todos los estratos sociales en caso de prostitución, o de empresas y particulares en el caso de trabajos forzados. Tomemos el caso partícular de la trata con fines de explotación sexual: es necesario no sólo atacar la estructura de aquellas organizaciones criminales que la llevan a cabo; sino además tratar de abatir el consumo, lo cual se puede conseguir mediante una mayor y mejor educación de la población y en casos extremos incluso mediante multas a aquellos que adquieran servicios sexuales.
Como de costumbre la receta parece harto simple: prevención. Debemos prevenir que nuestros niños caigan en los engaños de sus captores, lograr que las personas víctimas de esclavitud por deuda tengan acceso a mejores oportunidades, que existan los mecanismos sanitarios que eviten que la venta de órganos sea lucrativa, que exista una mejor educación para reducir la demanda de servicios sexuales, dar mayor participación a las organizaciones civiles en la materia, fomentar una cultura de la denuncia, modificar los modelos sociales que toleran e incluso fomentan estas practicas, etc.
Sin embargo perece que padecemos de dos enfermedades: miopía y legislativitis. Por un lado somos incapaces de ver los problemas y dilucidar su soluciones, por el otro, cuando al fin volteamos a verlos creemos que papi gobierno debe hacerse cargo creando más leyes. El momento de actuar como sociedad siempre está presente, sólo es cuestión de concientizar.