La opción
Gonzalo Gabriel Estrada Cervantes* Es un acierto el que se haya propuesto por parte del Presidente Electo Enrique Peña Nieto, la transformación de la, tantas veces sentenciada a muerte, Secretaría de la Reforma Agraria. Bien entendidos los alcances de su transformación en Secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano toda vez que el cincuenta y dos por ciento del territorio nacional es propiedad de los mas de 30 mil ejidos y comunidades, 100 millones 300 mil hectáreas. Cuya población rural es de aproximadamente 25,5 millones de habitantes.La Reforma Agraria no es sinónimo de reparto agrario solamente. Es sinónimo de transformación, de renovación de instrumentos de políticas públicas para incrementar la calidad de vida de los sujetos agrarios y sus familias que, paradójicamente, viven pobres entre la riqueza natural. A pesar de sus múltiples esfuerzos en diferentes actividades productivas y de conservación de la naturaleza que realizan y que son en beneficio de todos.Entender, como creo que lo ha hecho el Presidente Peña Nieto, a la Reforma Agraria como un cambio constante hacia el desarrollo de sus habitantes y en consecuencia de la sociedad mexicana en su conjunto, es un gran avance que alienta a todos a repensar nuestra relación con los campesinos de México. Ellos generan bienes y servicios sin los cuales no marcharía adecuadamente el engranaje social urbano.Darle continuidad al proceso de Reforma Agraria desde su primer paso que lo fue el reparto agrario; de un segundo paso que lo fue la producción agropecuaria (que luego sufrió un estancamiento hasta nuestros días); y un tercer paso como el de dar certeza jurídica a la propiedad social y permitir la asociación con terceros para formar figuras de producción rural, arrendar, e incluso vender las tierras. Y ahora, un quinto paso que es el de atender con mayor precisión a los campesinos del país, en sus distintas formas y etapas de aprovechamientos de sus tierras y valiosos recursos naturales que poseen, desde el punto de vista de la administración del territorio será un gran avance en favor de la sociedad mexicana en su conjunto.Puesto que el campo, las costas y los mares en México caminan a muy distintas velocidades en el norte, centro y sur del país, se requiere un ejercicio de largo aliento de “geometría variable” que agrupe a los mejores especialistas en las distintas ramas de administración territorial con una visión productiva y sustentable para lograr hacer un reparto justo de beneficios, monetarios y en especie, entre otros, a los titulares del territorio y a la sociedad en general. De la mano siempre de los tenedores de la propiedad social. Sólo de esa manera lograremos combatir la lacerante pobreza y consecuente migración campo-ciudad que se ha enquistado entre los pobres rurales.Quizás aquella propuesta que impulsaba el entonces Procurador Agrario Mauricio Valdés Rodríguez, en el año 2001, de transformar a los Visitadores Agrarios en Animadores Territoriales pueda cobrar vigencia ahora. Renovarse para adaptar las políticas públicas a las formas, de antes o de ahora, de aprovechamiento sustentable del territorio es tener los pies en la tierra.En materia agraria, parafraseando a Lavoisier, nada se crea ni se destruye, todo se transforma.No hay quinto malo.*Licenciado en derecho, especialista en agrario; Maestro en ciencias en desarrollo rural regional; Maestro en derecho ambiental y de la sostenibilidad; Diplomado en Unión Europea. [email protected]