Cuarto poder acertó Xóchitl
Siempre hemos escuchado la palabra democracia.
Vivimos en una democracia, quiere decir que el poder debe estar efectivamente en manos del pueblo, para beneficio del mismo. Tú ve si esto es así en nuestro México.
El pueblo lo ejerce para servir a la persona humana para el bien común, el conjunto de bienes que hacen posible que el individuo realice plenamente su destino eterno, El hombre puede ir así, por el progreso, a una vida digna, feliz.
El ser humano tal como ha sido creado, no puede vivir aislado, se realiza en la comunidad. La familia y la sociedad le son indispensables para vivir y florecer.
Estamos muy orgullosos de las luchas históricas de México para dar a cada mexicano la vida libre, digna y feliz a la que aspira.
Los insurgentes dieron a luz una sociedad independiente, una nueva nación después de siglos de opresión y empobrecimiento, de cierta forma de esclavitud.
En las revoluciones de México, el pueblo tomó el poder para liberarse de las fuerzas tiránicas que lo oprimían, lo vejaban, les quitaban sus bienes, los torturaban, violaban a sus mujeres, los asesinaban y hacían de México, una tierra sin ley, de ingobernabilidad, impunidad, sin justicia ni estado de derecho, en el miedo y la muerte.
El movimiento de las defensas comunitarias es una muestra de democracia, es un caso del pueblo que toma en sus manos el poder. Es una práctica de democracia, en estado puro.
El narco se había enseñoreado de los pueblos de Tierra Caliente principalmente, ahí el dominio era totalitario y claro. Estaban abandonados a su suerte. La gente señala que el ejército y las policías estaban ahí pero no intervenían, dejaban hacer.
El crimen organizado actuaba a sus anchas, se apoderaba de los bienes de producción y otros recursos, extorsionaba, violaba, asesinaba a una población indefensa que sufría el terror y la angustia. Ninguna autoridad los defendía.
Estaban entregados a la muerte y actuaron en defensa propia, el instinto de conservación afloró.
El pueblo se organiza para tomar en sus manos, como soberano, el poder que le incumbe con el fin de salvar su vida y sus derechos fundamentales y universales.
Hay varios actores, poderosos intereses que deforman la realidad, la verdad de las cosas no se conoce. Muchos han oído que el gobierno utiliza a los Comunitarios o que éstos están al servicio de otros cárteles. Estoy en un encuentro nacional de comunicadores católicos y he escuchado estas opiniones.
Es necesario conocer la verdad, es posible. Yo he recogido información de colegas que han vivido el drama desde dentro en los poblados de tierra caliente, párrocos muchos de ellos que comparten la vida y la suerte de la población.
Debemos conocer claramente la verdad de este movimiento, el criterio bien formado y así fijar nuestra posición en relación a las guardias comunitarios.
No los podemos asimilar a grupos de criminales. Afortunadamente ya no hay quien se rasgue las vestiduras y clame que están fuera de la ley. En todo caso no están fuera de la ley justa.
Ellos vivían oprimidos por el crimen organizado. Debemos entender que sólo defienden sus derechos fundamentales: su dignidad, patrimonio, vida.
Son los mismos bienes que salvaguarda la ley justa, aquélla que se funda no en el hecho de estar promulgada por unos cuantos hombres sino en el hecho de dimanar del ser mismo del hombre y de Dios.
Por el contrario, la autoridad que no hace la tarea, que deja desamparada a la persona y la sociedad y busca intereses particulares, pierde su legitimación y su fuerza de coerción. Debe responder por sus hechos.
El poder viene de Dios. En ese sentido se expresan las primeras líneas de la Constitución de 1857. Por otro lado, es la idea que recorre toda la Palabra Revelada (Biblia).
En los regímenes democráticos se sostiene que el poder se delega en el pueblo.
El pueblo es el soberano. En la búsqueda de estado de derecho, justicia, libertad de la opresión y de la muerte, está ejerciendo su poder al buscar el fin noble de conservar el orden público que otras instituciones afirman buscar sólo en el discurso. Dichas instituciones, en los hechos dieron lugar, al caos criminal, insostenible, trágico, a la impunidad e ingobernabilidad en que vivían muchos pueblos bajo la opresión del crimen organizado.
Los guardas comunitarios sólo quieren salvaguardar el bien supremo de la vida y los derechos fundamentales para vivir en libertad y en fraternidad.
Nosotros necesitamos estar bien informados y no descalificar por ignorancia una gesta heroica y limpia y dar el apoyo y admiración a quien lo merece.
Debemos admirar la virtud, detestar el crimen y orar por la conversión de los criminales para que dejen la violencia contra sus hermanos y se conviertan a la justicia y al amor.