Contribuciones para desarrollo con bienestar
Si pudiera definir con una palabra la expectativa de los jóvenes respecto al futuro, esta sería: ¡Incertidumbre!
R- ¡Auuu!, mi Santias ¿Qué no es gacho vivir sin saber que va a pasar?
S- ¡No!, no es gacho ¡Es gachísimo! El ser humano necesita de ciertas certezas para tener calidad de vida, cuando no las tiene la zozobra lo angustia. De ahí que sean imprescindibles algunas certezas para vivir bien, por ejemplo: Si no sabes cuándo te quedas sin trabajo, pues vas a vivir atemorizado ante la expectativa de no poder sobrevivir o ser dependiente de terceros; es por eso que el trabajo de por vida es una de las fuerzas de Japón. Los japoneses saben que trabajando duro tienen la chamba segura y por lo tanto su estabilidad económica, el sostén de su familia y en su momento su pensión de jubilación; el mexicano promedio ¡No!,… a menos que estés en la CNTE o en el SNTE; de ahí el poder sindical. El trabajador de la educación prefiere la seguridad a la libertad y no los culpo, es una de las respuestas primarias a la supervivencia, es por eso que existen los dictadores y líderes gandayas; porque dan certezas, aunque el costo en derechos humanos o derechos civiles sea alto, ya que el dictador o líder los toma para sí en detrimento del individuo.
R- ¡Guau!, pues sí que es un asunto serio el de las certezas, mi Santias, pero dime: ¿la incertidumbre se da en todos los humanos?
S- Yo creo que sí, en mayor o menor medida es parte de la vida y la vida, dice la sabiduría popular: no es justa. Ahora bien, esas certezas o incertidumbres, depende si quieres ver los vasos medio llenos o medio vacíos, se dan de diferente manera según la edad de la persona o su situación social o económica, me explico: no es la misma angustia vivencial la de un enfermo del corazón, que la de un mendigo; el enfermo del corazón, si bien sabe que sus días están contados, identifica más o menos lo que viene, en cambio el mendigo, todos los días vive con la angustia de no saber si va a comer. Y ni que decir respecto a las edades; una persona de la tercera edad, se angustia si no tiene certeza de salud o de ingreso, en cambio un joven vive con la incertidumbre del futuro laboral que le espera. Es decir, ejemplifico, hoy los jóvenes no saben si al terminar su bachillerato o su carrera van a encontrar un empleo digno; de la misma forma que un trabajador, conforme avanza la vida, no sabe si por la edad o por nuevas tecnologías va a ser desechado.
R- Guarf, guarf, guarf… Imagino que lo mismo les pasa a los humanos en asuntos amorosos, ¿es así, mi Santias?
S- No venía al caso el tema, pero creo que sí. No sé si por programas como la Señorita Laura o las novelas mexicanas, pero detecto una angustia vivencial en muchas parejas respecto a la fidelidad o infidelidad de el compañero o compañera y eso da inseguridad. Como que en esto tiempos la certeza del amor o de vivir juntos por el resto de nuestras vidas, es muy frágil y eso genera estrés; mismo que no comparto, aunque es real; y la razón es que estoy convencido que cuando se vive con la certeza de amar y ser amado, esos temas son intrascendentes o simplemente no existen, porque en el día con día, en lo cotidiano se vive con alegría lo que da certeza.
Pero ya que tocas ese tema, perro, me parece podríamos hacer un símil con otros temas que nos angustian y como abordarlos, por ejemplo, si hablamos de lo laboral: ¿Cómo hacerle para que el joven tenga la certeza de que los conocimientos y habilidades aprendidos en la escuela, le van a ser útiles en el trabajo y a lo largo de su vida? Si logramos eso, tendríamos un motivador poderoso para que los “chavos” estudien con ganas y espontáneamente porque reconocen el beneficio. Lo mismo pasaría con los trabajadores, si se les participa de los avances tecnológicos capacitándoles y se les prepara para que la experiencia (edad asociada), sea un valor, es decir que al envejecer se tiene más certeza de la seguridad laboral porque se sabe más, se es más experto, la vida sería sencilla… ¡En fin!, el corolario, mi Rufo, sería que tenemos que reconstruir nuestro modelo de convivencia, reconociendo que somos una sociedad de personas, no de cosas y que las personas requerimos de certezas para vivir bien… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión