Hablando en serio
Dios ama, transforma a las personas y les da la preciosa capacidad de amar, ellos conocen a Dios y hacen realidad el mundo nuevo que Cristo inaugura.
En tu vida.Hay personas que odian y detestan a todo mundo, ¡pobrecitos! viven llenos de amargura y no conocen a Dios. Es el infierno que viven los criminales y los odiosos.
Necesitamos tanto amar, se acabaría la violencia, las redes del crimen, los que hacen el mal.
Dios habla.Dios entrega a su Hijo para realizar el mundo hermoso, puro, de la santidad y la felicidad.
Una red universal de malvados, siempre presentes en el mundo, a las órdenes del Maligno se opone a la obra de Dios, las redes de corrupción, la enorme maquinaria del mal al servicio del Maligno y de la perversión con sus planes tenebrosos y ventajosos lo aplastan, lo matan con crueldad increíble, satánica.
Dios le da el triunfo final de una manera inesperada, sorprendente, nunca vista en la historia, lo resucita glorioso.
Celebramos la victoria de Dios por su amor y su lealtad para con los hombres, como lo canta el salmo. Es la resurrección de Cristo.
Nos eleva al mundo que anhelamos siempre, nuevo, definitivo, feliz, celestial.
Ahí rige la ley más maravillosa, la ley del amor. Nos da un corazón nuevo, la capacidad de amar como él amó. Nos enseña un secreto que cómo le hace falta a quienes andan en las campañas detrás del poder. “Nadie tiene mayor amor –enseña – que el que da la vida por sus amigos”.
La condición inicial para amar es sentirse amado. Los creyentes son amados hasta la locura, lo máximo, lo infinito: “como el Padre me ama, así los amo yo, permanezcan en mi amor”. Es un amor inmenso, poderoso como el anchuroso Amazonas que se pierde en la inmensidad fascinante y terrible de la selva verde y oscura.
Si no amamos, no conocemos al Dios de Jesucristo. Cristo nos da la definición audaz, nueva de Dios: Dios es amor.
No hay que amar sólo de palabra, con discursos atractivos, haciendo promesas y hermosas declaraciones, envolviendo a la personas para sacarles lo que queremos, para hacerlos servir a nuestros planes egoístas, para escalar puestos de poder. Hay que cumplir los mandamientos que Cristo nos ordena.
Dios busca a los pecadores, nos buscó salvando una distancia infinita, a los que andan lejos. Nos sorprende su amor, Él nos ama primero.
El amor divino no es estéril, hueco, engañoso, transforma la vida y el mundo, da un fruto rico, precioso.
Entonces alcanzaremos bienes imposibles, muchos milagros, “de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi nombre”.
Con el amor puro, divino, otro don de la salvación don maravilloso, inmerecido de la salvación es el Espíritu Santo. El Espíritu se derrama sobre los que escuchan la Palabra de Cristo, el anuncio que de él hace Pedro. Tiene lugar un nuevo pentecostés. Un pentecostés que se va a repetir siempre en el tiempo de la Iglesia.
El distintivo de los cristianos es el amor. La insistencia de Cristo es grande: “Esto es lo que les mando, que se amen los unos a los otros.
Más tarde, el apóstol Juan seguirá insistiendo en lo mismo en su comunidad: “amémonos los unos a los otros porque el amor viene de Dios, todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios… Porque Dios es amor.
Los asesinos, los que odian y siembran la discordia ay el dolor no creen ni conocen a Dios por más que recen y tengan algunas prácticas ante sus imágenes.
Vive intensamente.Si quieres transformar tu vida de miseria, suciedad y perversidad, da el salto al amor, únete a Cristo y a los que quieren amar verdaderamente.
Para comentar en familia.Ya sabemos cómo terminar con tanto odio que hay en el mundo y la familia, con el amor de Dios.