La opción
Uruapan, Michoacán, 13 de enero del 2014
En el 2006 escribí sobre el campo, hoy retomo las ideas validando su vigencia; ya que nada innovador hemos hecho desde entonces.
S- La vocación agrícola, forestal y minera de México es indiscutible, mi Rufo, sin embargo el campo es el eterno perdedor dentro de un sistema político que durante 71 años del tricolor y 12 del panismo, se ha empeñado en ganar el voto urbano, sabedor de que el voto campesino lo tenía en la bolsa con migajas.
R- Grrr, que bueno que tocas el tema, mi Santias. El sistema político mexicano, corrupto y manipulador, se caracterizó por quedar bien en las ciudades, empobreciendo al campo. Las centrales obreras siempre tuvieron, en la época priísta, más peso que las centrales campesinas, a las que contentaban con migajas y alguna que otra candidatura al Congreso. Con el panismo y las “ideotas” de Fox, peor, el campesino se volvió artículo exportable vía la migración o de plano desechable vía el empobrecimiento.
S- Comparto tu visión, mi Rufo, aunque el asunto es más grave de lo que expresas; ya que con una visión miope y entreguista, aceptamos claudicar de la herramienta central de una política alimentaria sana: El precio de garantía… Mientras nuestros socios comerciales blindan su producción agropecuaria con subsidios que garantizan un ingreso digno, lo que debería ser asunto de seguridad nacional en cada país que se precie de ser soberano; aquí abandonamos al campesino y al agricultor, a las fuerzas del mercado.
R- Guau ¡Pues si!, mal podemos decirnos soberanos si dependemos de otros para comer.
S- Ese es el punto que los gobiernos, como el que hoy tenemos, y los que antes tuvimos, han llevado el campo mexicano a la quiebra bajo una premisa falsa: que al comprar nuestros alimentos más baratos en el extranjero, ahorramos dinero.
R- Grrr, así es mi Santias. Pensar que comprar los alimentos a menor precio del que nos cuesta producir es ahorrar, es una actitud miope que nos deja dependientes de intereses extranjeros y empobrece a nuestro pueblo. Recordemos a los amigos neoliberales que los campesinos también son mexicanos, por lo que al empobrecer al campesino empobrecemos a México; con daños adicionales, ya que al abandonar el campo, la inversión que ahí teníamos se ha ido perdiendo con un costo incuantificable.
S- Pues sí, sistemas de riego que se oxidan, canales que se azolvan o desaparecen, pozos que se secan, ríos que se contaminan, bosques que se acaban, etc., etc.
R- Grrr el problema, mi Santias, es que esas pérdidas las ignoran los políticos en sus cuentas alegres y engañan al señalar ahorros o progreso.
S- Ahorros ficticios ¡Sí!, al comparar precio de compra vs precio de producción, pero no al ver el costo país asociado a la dependencia alimentaria, pérdidas fiscales, pérdidas en la calidad de la tierra, pérdidas de empleos, pérdida de capital humano, desintegración familiar… Pérdidas y más pérdidas, más dependencia alimentaria, más dependencia política y más dependencia económica… ¡Estúpido el negocio de empobrecer al campo mexicano!
R- Grrr. El daño se ve, se siente, el daño está presente, mi Santias…. El punto es, ¿qué hacer para revertirlo y retomar el camino a la reconstrucción nacional del campo y así construir un mejor futuro para nuestros hijos?
S- En mi humilde opinión, como dirían los gringos: “back to basics”; es decir, volver a lo básico. Lo primero, garantizar un ingreso que permita el acceder a una vida digna con un trabajo de 8 horas; lo segundo: que quién dirija los destinos del País ame a México, ame a sus hijos, sea honesto, sea capaz e independiente y se comprometa con el futuro nacional.
R- Grrr, eso está bien, mi Santias, pero: ¿qué hacer concretamente con el campo en México?
S- Primero, hacer un censo derivado de un diagnostico que nos diga: ¿Que tierras tenemos y para qué sirven?, para así planear la producción en función de las necesidades alimentarias como prioridad y de la venta de excedentes en función de mercados; tomando en cuenta las capacidades y vocaciones regionales en función del clima, el agua y de la calidad de las tierras de cultivo. Segundo, hacer un estudio de las necesidades alimentarias en México, tomando en cuenta las dietas regionales y buscando un balance en la comida que de cómo resultado, mexicanos sanos y fuertes. Tercero, hacer estudios de mercado en el mundo, para determinar demandas de los diferentes productos para maximizar ganancias con los excedentes. Cuarto establecer políticas públicas e instrumentos económicos y presupuestales para dotar a zonas y personas marginadas de la infraestructura y bienes de capital necesarios para que, dentro de un modelo de cooperativismo controlado, la gente que hoy no tiene nada, disponga de medios para producir y sobrevivir con dignidad en la sociedad rural, dentro del modelo existente de consumo y mercado… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador