Miscelánea, salud y política
El PRD y su reencuentro con Cárdenas.
Carlos Torres Piña
El nacimiento del Partido de la Revolución Democrática puede ser visto como parte de un proceso histórico de síntesis de la izquierda mexicana. Al fragor de la coyuntura electoral de 1988, sindicalistas, colonos, partidos de izquierda que desde antaño venían agrupándose o pulverizándose y diferentes grupos de la sociedad mexicana, así como la decisión de la corriente democrática del PRI; se nuclearon en torno a la figura del entonces candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
No obstante el peso político de ésta figura al interior del PRD, a partir de marzo de 2004, cuando el hijo del General Cárdenas del Río decide desistir de todos sus cargos al interior de la estructura aurinegra, el retiro gradual y paulatino de Cárdenas Solórzano de las decisiones sustantivas de este partido fue claro.
Pero el momento crucial del país y la necesidad de las fuerzas progresistas de aglutinarse, ahora no al calor de una coyuntura electoral, sino para defender una de las banderas del ideario cardenista y de la soberanía nacional como el petróleo; ha reencontrado los caminos de Cárdenas con los del partido político que él fundó hace más de 24 años.
Si bien esta concurrencia ha trazado ya una ruta crítica que implica la movilización de los cuadros de dicho partido y de la izquierda en su conjunto en la recolección de firmas para demandar la realización de una consulta sobre la reforma energética en el 2015, ha sido evidente que las implicaciones de este reencuentro podrían llegar hasta la designación de Cuauhtémoc Cárdenas como dirigente nacional del PRD. Las posibilidades que se abrirían con dicha decisión, que deberá tomar el Congreso Nacional del sol azteca en los próximos días, incluyen diversas aristas.
La primera de ellas está vinculada al robustecimiento de una estrategia defensiva de la izquierda que impida la regresión histórica que implicaría la reforma constitucional a los artículos 27 y 28. La asociación entre el PRD, el partido político más importante en toda la historia de la izquierda en el país, y Cuauhtémoc Cárdenas, heredero por derecho propio del ideario cardenista; permitiría al PRD colocar en la punta de su estrategia a uno de sus más grandes talentos políticos.
A mediano plazo, una dirigencia nacional del sol azteca que tenga al frente a Cárdenas Solórzano, serviría para la reconstitución del instrumento político que representa el PRD. Y es que ha quedado claro que para la sociedad y para un buen número de militantes de ese partido es necesaria la oxigenación de la dirigencia aurinegra, misma en la que ha estado al frente por casi 10 años un mismo grupo político; al cual, con razón o sin ella, se la ha cuestionado por su proclividad al pacto con fuerzas políticas no precisamente de izquierda.
Las posibilidades de reconstitución del tejido interno del PRD con Cárdenas al frente, sin embargo demandara que los agrupamientos o corrientes de opinión le otorguen al nuevo dirigente márgenes de maniobra no acotados por los intereses de facción o personales que dominan en muchos de estos grupos. Una señal que daría muestra de ello sería el mecanismo que utilicen en la designación del conjunto de espacios del Comité Ejecutivo Nacional.
Finalmente la estatura de Cuauhtémoc Cárdenas podría generar la posibilidad de capitalizar el momento histórico de lucha por la soberanía energética, en la construcción de una gran alianza social que trace un programa político de corte ofensivo, esto es, una verdadera coalición de los diversos sectores sociales marginados del régimen y del status quo, que pase de ser opositora a ser proactiva.
Este gran frente, tal como ocurrió en 1988, debería ir mas allá de los actores tradicionalmente identificados como aliados, cuya suma es necesaria pero no ha sido históricamente suficiente para transformar las condiciones del país. Ahí tendrán que confluir pequeños empresarios y productores rurales, asociaciones de artistas y creadores, académicos, jóvenes, estudiantes, ciudadanos de preferencias religiosas, sexuales e incluso políticas de diverso corte; todos ellos excluidos del establishment, pero que en momentos coyunturales no ha sido posible atraerlos a la construcción de una mayoría desde la izquierda; tan urgente para millones de ciudadanos huérfanos de oposición en muchas latitudes de este inmenso país.