La paridad de género en los procesos de participación ciudadana y ejercicio de Gobierno

 

Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescindibles del ser mujer.

Flora Tristrán

 

Estaba sentado departiendo los alimentos con diversos amigos y conocedores de la materia electoral, cuando de repente escucho una voz, de alguien que de manera firme y ufana pregonaba su afición por un equipo de futbol, cuyo nombre no quisiera comentar, pero lo tengo que hacer –el América–. Se jactaba como una seguidora de verdad y señalaba sus inicios como aficionada acudiendo a los partidos cuando el equipo jugaba en Ciudad Universitaria –UNAM–, y además finalizó recordando sus traslados al estadio a pie, cosa que debo confesar me sorprendió aún más, porque ignoraba que aquel equipo en sus inicios jugó en C.U. y menos aún de la afición de tan destacada personalidad.

 

Al voltear para ubicar a la persona de referencia gratamente me sorprendí aún más al saber que era la misma profesionista que un par de horas antes había inaugurado con una Consejera del Instituto Nacional Electoral–Adriana Margarita Favela Herrera– un foro relativo a la paridad de género. La persona referida es la única Presidenta del Consejo General que había tenido el entonces Instituto Federal Electoral, y fue quien con un conocimiento profundo del tema refirió una serie de reflexiones, las cuales citaré más adelante.

 

Efectivamente, se trata de la doctora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México María Marván Laborde, quien no sólo se destaca por su sencillez y trato cálido, sino por su profundo conocimiento de los procesos sociológicos de nuestro país. Fue ella quien con su autenticidad y su sentido del humor realizó una serie de análisis sobre un tema trascendental en las políticas públicas como es la paridad de género.

 

Mucho se ha comentado sobre la lucha incansable de la mujer por buscar día con día un lugar y posiciones en diversas actividades que por años fueron reservadas a los hombres. Hoy, a diferencia de otras fechas,existen condiciones medianamente favorables que permiten al género femenino ocupar espacios políticos impensables en otras épocas.

 

La doctora Marván aseveraba, y bien, que dentro del contexto político electoral el que la ley hable de la obligación de la paridad en las postulaciones de los candidatos es un acierto del legislador, pero era una cuenta pendiente del reconocimiento de una prerrogativa que vía Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Mujer se había hecho en años anteriores.

 

Se equivocan quienes lacónicamente interpretan a la paridad de género como un derecho exclusivo al cual sólo deben acceder las mujeres. No es así.La paridad en el género significa que tanto hombres como mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades de desempeñar una actividad o acceder a un cargo público en igualdad de circunstancias; significa, pues, como lo dijera el doctor Lorenzo Córdova, en la proporción debida, un trato igual a los iguales y desigual a los desiguales.

 

Si bien es cierto queya se logró equilibrar la balanza en la postulación de los candidatos en los procesos electorales para participar en igualdad de circunstanciashombres y mujeres, la tarea está muy lejos de concluirse. Hemos sido testigos de que actualmente existen iniciativas para que el respeto de la paridad no sólo abarque los cargos de elección popular, sino también impliquen los cargos tanto en el Poder Ejecutivo como en el Judicial, que obviamente no provienen de un proceso electivo.

 

Es decir, uno de los grandes retos que enfrenta la paridad de géneroes obligar quelos cargos de elección popular, y los realizados por designación y nombramiento directo, sean ocupados en partes iguales tanto por hombres como por mujeres. Ello implica que debe existir el mismo número en la medida de lo posible de hombres y de mujeres en las Secretarías de Estado, en las Direcciones Administrativas y de Organismos Públicos, en los Juzgadores y Magistrados del Poder Judicial y de los órganos jurisdiccionales, y –¿por qué no?– también en las gubernaturas de los estados.

 

Esta fórmula no sólo debe abarcar al sector público; también debe alcanzar a las posiciones de la iniciativa privada en las universidades, corporaciones y empresas, y en los diversos espacios que sean de carácter privado y que impliquen un servicio a la ciudadanía.

 

De manera inexorable, la paridad de género también abarca el núcleo familiar. Es importante que en el seno de los hogares se inculque la obligación por igual de participar en las actividades de la casa, y la corresponsabilidad en la atención de los quehaceres domésticos y a los hijos, así como el compromiso de aportar económicamente a los gastos familiares y del hogar.

 

El diseño del nuevo género de las legislaciones debe ir direccionado en ese sentido: generar verdaderas condiciones de igualdad en las diversas actividades tanto para las mujeres como para los hombres, independientemente del sector público o privado.

 

Usted ¿qué opina?

 

Ramón Hernández R.

napoleonprimero@hotmail.com

@HernandezRRamon