El desempeño económico del país continúa quedando a deber, el INEGI recientemente informó que el crecimiento de la economía durante el segundo trimestre de 2014 fue de 1.56 por ciento, con respecto al mismo periodo del año anterior. Esto quiere decir que en 2014 quedaremos muy lejos de la expectativa de crecimiento que el mismo gobierno trazó para este año, 2.7 por ciento. Si bien nos va, estaremos presentando una tasa de crecimiento para final de año un poco menor al 2 por ciento.

Para la realidad que tenemos en México, pobreza, desigualdad, calidad de la educación, número de población en edad productiva, entre otros aspectos, un crecimiento del 2 por ciento es absolutamente insuficiente. Con crecimientos de este tipo no se puede asegurar ni siquiera un freno a la pobreza o desigualdad, menos aún una disminución en su indicadores. México requiere un crecimiento anual, por lo menos, del 6 por ciento para poder revertir el rezago que tenemos.

De la presente administración están por cumplirse dos años, mismos que han sido más que mediocres en materia de crecimiento económico a pesar de que ninguna variable externa ha afectado el comportamiento de nuestra economía. Es decir, en estos dos últimos años ni la economía mundial ni la economía estadounidense han sufrido crisis, el problema se ha generado en la forma en que se ha conducido la economía interna del país. Dos variables fundamentales que anteriormente fueron incentivadas con mucho vigor y cuidado son el consumo y la inversión interna, pero, desafortunadamente, en la actualidad no han sido prioridad de la política económica ni hacendaria de el gobierno de Peña Nieto.

Prueba de lo anterior es la Reforma Fiscal que PRI y PRD sacaron adelante a finales del año pasado. Una reforma que afectó sustantivamente el consumo de la clase media y desincentivó como nunca la inversión interna. Lo más preocupante de esta situación es que una parte sustancial de los efectos de la reforma en comento comenzará a resentirse en la sociedad en la primera mitad del 2015 cuando entre en vigor de manera práctica el incremento a los impuestos en un gran número de contribuyentes.

La complejidad de un país como el nuestro, así como las profundas necesidades que tiene, no pueden conformarse con un: “es tiempo de reformas, las mejorías vendrán en unos años más”. No se puede condenar a millones de mexicanos a esperar años para que lleguen las mejorías a su bienestar. Hacer reformas y mejorarlas condiciones de vida de los mexicanos no son elementos excluyentes, pueden realizarse ambos al mismo tiempo.

Tenemos evidencia que las promesas no son cumplidas, ya nos dijeron que había que “acostumbrarnos a administrar la abundancia” o que el “bienestar para tu familia” pronto llegaría. Un gobierno debe tener la capacidad de lidiar con los problemas que actualmente tienen los mexicanos y, a la vez, llevar a cabo un proceso de reformas como el actual. Si no, entonces para qué llegaron al poder?