Libros de ayer y hoy
Si va a hacer experimentos, hágalos con sus hijos, no con el mío, me espetó un padre de familia.
R- Auuu, ni hablar mi Santias; te aventaste un 10 con eso de: El que vende droga es delincuente, el que se droga es un pendejo;… de hecho, el que se droga es doblemente pendejo; mantiene al delincuente y daña su cuerpo… Hay que llamar a las cosas por su nombre.
S- Primero, mi Rufo, yo no me aventé un 10, quienes acertaron fueron los 275 padres de familia que, en el Municipio de Celaya, por unanimidad propusieron hacer algo para evitar que sus hijos sean presas de los promotores de la drogadicción. Segundo ¡Es verdad!, en tanto no llamemos a las cosas por su nombre, no vamos a entender el mensaje; el que se droga no es un tontín, tampoco un desorientado, tampoco un bruto, tarado, papanatas o estúpido, tampoco una víctima ¡No! ¡El que se droga es un Pendejo!, y así hay que llamarlo y no, por cuidar el hablar con propiedad o quedar bien con las buenas conciencias y los persignados, quedarnos mochos en el mensaje del cual depende, en parte, la vida de nuestros hijos.
Me explico; si veo que mi hijo va corriendo en una pendiente que termina en un precipicio, no le digo: “Mira hijo, no seas tonto, piénsalo, si no te detienes te vas a matar” ¡No!, para nada, si lo veo corriendo pendiente abajo le grito: ¡Párate pendejo!, ya después, con calma le explicaré que no era mi intención ofenderlo, sino salvarlo,… y que no por ser mi hijo, deja de ser una pendejada correr en una pendiente que termina en precipicio.
R- Guauuu, mi Santias, nada que alegar, lo comparto al 100. Para hacernos entender de los jóvenes, hablemos con claridad.
S- Así lo entiendo perro, y así es como le expliqué al alumno que pregunto: ¿Por qué si a nosotros nos prohíben decir groserías, Uds. las dicen en el slogan contra la drogadicción? Mi respuesta fue: Usar mal el lenguaje y decir groserías, además de violencia en respuesta, trae como consecuencia una distorsión cultural que nos quita claridad y eficacia en la forma de comunicarnos y por ende trae problemas sociales y mala comunicación en perjuicio de nuestro desarrollo e identidad, reflejada en el lenguaje ¡Hablar bien es un valor y lo enseñamos! Usar la palabra pendejo para señalar al que consume estupefacientes, no es ofenderlo, es decirle, con la mayor claridad posible que sus actos son autodestructivos y dañinos y que ello no es un valor, sino por el contrario, que el consumir drogas lo exhibe en su estupidez, en su pendejez.
R- Guauuu, mi Santias, que bueno que hablas claro; pero, ¿no te preocupa alguna reacción vengativa de quienes trafican con drogas?
S- Esto, para mí, no es una guerra; a los jóvenes que se les detecta como consumidores, se les brinda asesoría para que sigan estudiando y no se les criminalice y para que se rehabiliten; además, combatir las drogadicción en las escuelas, no es pelear contra los malosos, no me interesan nombres ni saber quiénes son proveedores; de hecho, muchos de ellos son padres de familia y sin duda quisieran ver que sus hijos son protegidos y educados; combatir la drogadicción en escuelas primarias, secundarias y de educación media, es poner un límite que para fines prácticos defiende a los malandros de una respuesta violenta de toda la sociedad; ve los casos de Iguala y de Michoacán, cuando se pasan ciertos límites, hasta los capos poderosos terminan corriendo como lagartijas apedreadas ¡Entendamos!, hasta esta sociedad medrosa y cobarde tiene sus límites y creo que poner a las escuelas como territorio libre de drogas, no solo es un acto de humanidad y respeto a la vida, sino que es un acto de generosidad que va en beneficio de todos, evitando el contagio para nuestros hijos, los de los narcos incluidos y la exacerbación de la sociedad y de las autoridades. Soy de la opinión que hasta quienes se dedican al negocio de la droga, son personas con alma y tienen una conciencia, esa es mi apuesta, por eso no espero una respuesta violenta de quién no es mi enemigo… ¡Así de sencillo!