Política gourmet
Hemos perdido el sentido del bien y del mal
Pareciera evidente que la CNTE de Oaxaca comete muchos delitos atentando contra la educación y el orden público y sin embargo hay quien no lo discierne.
La intervención del Gobierno Federal para cerrar el Instituto IEPO con el que la CNTE controla la educación en Oaxaca, para aplicar la ley a un grupo que abandona las aulas para irse a la calle sin razón válida, que tanto mal ha hecho a generaciones de oaxaqueños se esperaría que recibiera la aceptación general y el beneplácito.
Pues no es así. La encuesta de Gabinete de Comunicación señala un porcentaje bajo que está decididamente a favor de la aplicación de la ley, la justicia y el orden establecido, y que hay un porcentaje que está están decididamente a favor de los anti profesores.
Hay quienes ve en el acto no una opción por una educación auténtica, sino un acto político para darle crédito al gobierno de Peña.
Hay quienes defiende a la CNTE y la red de intereses no por razones éticas, no por la justicia sino porque sacan provecho material del movimiento. A río revuelto….
El hombre tiene una dimensión espiritual, es ser de razón, voluntad, amor. Hay signos de que está perdiendo la brújula, su identidad y su destino, está abandonando los grandes principios y valores que norman la actividad humana.
Es sumamente grave es un lupus espiritual para la sociedad humana, porque las células pueden volverse contra sus semejantes y contra el cuerpo. Es un cáncer porque células malignas han proliferado e invaden el tejido social. El crimen, la subversión, la corrupción invade la vida social. Los malosos gobiernan la sociedad.
¿Hemos perdido el sentido del bien y del mal? ¿Hemos cambiado los principios por las conveniencias individuales y grupales?
No tenemos bien definida una jerarquía de valores, que sean los señalamientos en la autopista de la vida social.
No tenemos las bases bien puestas, los señalamientos bien seguros no para “mover a México” sino para construir el futuro que México se merece.
El hombre moralmente sano es capaz de distinguir las causas justas del Bien común de los intereses facciosos y bastardos.
La verdad del ser humano es sólo una una, los valores que fundan el ser humano son absolutos, no se negocian, no se cambian ni admiten excepciones.
Si las leyes físicas no se fallan, tampoco las leyes morales de la conducta humana.
Las actitudes de los jefes que ocultan a las bases los verdaderos móviles y los engañan con causas nobles, prueba de que el sentido moral no ha desaparecido, el hombre sabe dónde está el bien.
La urgencia primera es sanar al hombre, que recobre la conciencia de su dignidad, de su destino, quién es, cuál es su meta definitiva, que imperativos norman su conducta para realizarse como persona, y alcanzar la dignidad más alta, la fuente de todos los valores.
Entre las reformas que hay que promover está: formar moralmente la conciencia, el criterio para distinguir el bien y el mal, los actos perversos de los actos rectos según la honestidad y rectitud. Sabemos que descuidar la educación, atentar contra el orden público, dañar propiedades ajenas, afectar a terceros y quitarles sus derecho es un crimen.
No todo es bueno aunque le convenga a un individuo. Así un partido político no apoyaría a un grupo que comete crímenes contra la educación y el orden público.
No hay que perder el rumbo ni perder de vista la verdad del hombre. Dios lo formó, semejante a él, dotado de inteligencia y voluntad, lo puso en el mundo para que lo administrara, le dio una familia y le fijó un destino maravilloso, definitivo, eterno. Le señaló la ley, los principios, los valores. Es el camino único para realizarse y convivir felizmente.
El hombre es un ser en proceso, un ser prodigioso pero en formación. Puede hacer de sí mismo una obra maestra o puede mal formarse y convertirse en monstruo terrible.
Está relacionado con un mundo en evolución hacia la realización plena, en la patria ideal de justicia y de paz para todos en especial para los pobres. Está orientado hacia la utopía, donde se realizan los sueños más bellos en la sociedad soñada de progreso, bienestar, tranquilidad, abundancia de riquezas, de empleos, de seguridad.
El primer imperativo para resolver el problema de los seudoprofesores y otros violadores del estado de derecho es recuperar la conciencia moralmente bien formada que distinga el bien del mal, el crimen de las obras virtuosas, los actores sociales honestos de los corruptos e infractores de la ley.
Como seres humanos necesitamos recuperar la conciencia de nuestra dignidad y la moralidad de nuestras acciones. Necesitamos la sindéresis, la conciencia sana para distinguir el los actos moralmente rectos de los perversos y construir un futuro nuevo, para tener un “nuevo comienzo”.