Itinerario político
El temporal, beneficios, daños, alarma
El vendaval, de violencia inusitada con la lluvia trajo daños y beneficios. Es también una señal de alarma por una naturaleza desquiciada y cada vez más violenta.
La naturaleza desatada tiene una belleza trágica: el viento, la lluvia, la nieve.
Trae sufrimiento, estamos tan mal armados, desprovistos de todo. En las colonias numerosas pobres están desprotegidos. Nada pasa en el Campestre, Altozano.
Muchos hermanos, ancianitos, enfermos graves, mueren en días semejantes.
Hubo hermanos que murieron de frío. ¡Es muy triste y vergonzoso!
Pero sobre todo, el meteoro es una señal de alarma de la catástrofe que viene, por una naturaleza devastada que ha perdido el equilibrio.
Hay amigos que gustan de los espectáculos grandiosos de la creación: el viento de una intensidad nunca antes vista, la lluvia inesperada en el calor y la sequía de marzo, la nieve tan rara y tan fuera de tiempo.
Hace años subimos al Cerro de las Nieves, por el rumbo de Acuitzio, hacía varios días había nevado, era el cinco de febrero. Estamos a mediados de marzo.
Los fenómenos que sufrimos están francamente desfasados, como estuvo desfasado el invierno. Las lluvias parecen andar perdidas y pueden levantarse y dejar sequía.
El temporal que tuvimos es parte de un cambio en la naturaleza que modifica las estaciones y fenómenos. No estamos, pues, frente a un fenómeno aislado, fortuito.
Es una manifestación de un problema muy grave, de vida o muerte que venimos arrastrando, el cambio climático.
Las causas hay que buscarlas en el ser más depredador y poderoso del planeta, son los inquilinos del planeta, de la creación, nuestra casa grande.
Está a vista de todos la explotación irracional, despiadada, criminal que se hace de los recursos naturales que con fines de lucro.
Es patética, dolorosa, lamentable la devastación de los bosques por empresarios, contra las leyes, con la complicidad y el beneplácito de los funcionarios, sedientos de pesos.
Es horrible la extinción de los lagos, arroyos, mantos acuíferos. Los lagos convertidos en una cloaca asquerosa.
La proliferación de cultivos que secan la tierra, chupan el agua, vierten toneladas de contaminantes en los abonos, alejan las lluvias.
La contaminación por cielos mar y tierra: aerosoles, consumo de plásticos, combustibles altamente contaminantes como el petróleo.
Los pesticidas que usan en el aguacate y otros cultivos que contienen substancias prohibidas, que causan enfermedades graves.
La basura, la nata de mugre que cubre la superficie de la tierra y del agua, las nubes cochinas de contaminación. También ya se ve en el cielo de Morelia.
Hay que señalar, para bien de todos, la actitud irresponsable de los ciudadanos incultos y sucios que tiran basura irresponsablemente.
Se consumen plásticos, detergentes.
Todos, con honrosas excepciones abandonan a su suerte la casa grande, inconscientes, indolentes, egoístas, incapaces de compromiso.
No exigen a las autoridades que cumplan con el deber de cuidar ese bien común. No se educan en las virtudes cívicas, en los valores culturales, concretamente ecológicos.
Que son inconscientes de las catástrofes naturales que vienen y el holocausto en el calor insoportable.
Es criminal la actitud de las autoridades que no se ocupan de los verdaderos problemas, se ocupan de los problemas sólo en las campañas y los discursos.
Están enajenados, alejados de la realidad. En los hechos están ocupados de problemas de dinero y poder.
Con una mentalidad absurda y suicida, creen que, con su dinero, escaparán al final apocalíptico que viene, que serán privilegiados. Es aberrante.
Cometen un crimen gravísimo de laesa natura, grave con el de laesa majestad. Cometen graves omisiones, pues no hacen nada por detener el cambio climático, la destrucción y el caos y un final que se aproxima acelerado precipitando los cambios. Lo que antes sucedía en eras y milenios, ahora sucede en décadas como el aumento en grados de temperatura.
¿Qué hacer? Necesitamos una sacudida para despertar, tomar conciencia, sentir el peligro y el vértigo de los cambios.
No quedarnos enajenados, “idos”, aturdidos, entumecidos, aletargados.
El primer paso es despertar a la conciencia adulta. Ser lúcidos para ver de frente los problemas.
Somos una humanidad de ostiones, hay que romper la concha del egoísmo para defender la naturaleza, con todos los sacrificios y renuncias que lleva consigo.
Recuperar nuestra capacidad de generosidad y entrega hasta el heroísmo.
Tal vez estemos a tiempo para enderezar la marcha del planeta y devolverle su vida milenaria.