Signos ominosos
A qué viene el papa Francisco
Representante personal de Cristo y cabeza visible de la Iglesia católica, viene a una visita de familia, a velar por los hijos de Dios buscando su bien verdadero.
Nos une a todos los hombres la búsqueda del bien verdadero y definitivo de todos.
El mejor papá, guía y custodio de los hombres es Dios.
El sabe perfectamente cuál es su bien, porque los hizo con amor y sabiduría.
No quiere a los hombres para explotarlos y hacerlos servir a sus intereses porque no necesita nada ni gloria ni dinero, ni poder.
Dios vive totalmente volcado hacia los hombres, al contrario de los humanos que quieren sentirse grandes y tener a los demás a su servicio. Vemos esta actitud en los que nos gobiernan, en los ricos.
Para Dios, los bienes verdaderos pertenecen al mundo de lo alto. Los bienes de la tierra son pasajeros y relativos.
Hay individuos inseguros, con baja auto estima que temen que Dios viene a quitarles su grandeza y su felicidad. Piensan que Dios tiene celos de su realización y riqueza.
Hay quienes adoptan una actitud beligerante por intereses de algunos grupos que tienen su ideología o secta o grupo religioso. Su actitud no es sana de búsqueda de la verdad y el bien, el razonamiento no es sano.
En la revelación de Dios, puesta por escrito en la Biblia, el Señor está vuelto hacia los pobres, son sus consentidos.
Pide a los gobernantes que se conviertan en protectores, padres de los más humildes.
Toma a su cargo a los humildes, quiere purificarlos, engrandecerlos hasta hacerlos sus hijos, para entregarles una herencia incorruptible, infinitamente rica.
Es un Dios comprensivo con los pecadores, los extraviados, los ingratos. Su comprensión es sorprendente, su misericordia es eterna, vuelca a manos llenas sus dones, a cambio de nada.
Todas esas cualidades, en grado infinito, se encarnan en el Hijo Jesucristo, Dios hecho hombre. Dios infinitamente rico desciende para comprender al hombre en su miseria, precariedad, pecado.
Cristo, el Hijo del Rey se hace uno como nosotros, toma la vida de esclavo para liberar a los esclavos.
Es su extraordinaria su personalidad, con nada se compara sobre la tierra en todos los tiempos. No hubo defecto ni en sus palabras ni en sus hechos, es el único caso en la historia.
Se acerca a algunos hombres y los transforma para que continúen su obra entre los hombres. Se queda presente en sus imágenes vivientes, según la expresión de San Juan Diego.
Ha habido representantes pecadores, por la condición humana, los ha habido muy santos. Uno de ellos es Juan Pablo II que ya es santo.
El Papa es un hombre de entre los hombres, eso sí dotado de virtudes excepcionales.
Entre los Papas ha habido pecadores, se explica, no se justifica, por su condición humana. Pero últimamente en la silla de Pedro ha habido hombres excepcionales, varios de ellos santos: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II.
El Papa Francisco tiene una cualidad que no pudimos habernos imaginado. Antes los papas fueron siempre romanos o italianos, por siglos. Fue una sorpresa la elección de un Papa polaco como era Juan Pablo II. Este Papa es mucho más cercano a nosotros porque es latinoamericano y porque es de origen pobre, es hijo de emigrados.
Uno de los rasgos que encantan es su sencillez, le gusta andar en el metro y en la combi, sin duda para sentirse más cercano de los pobres, en esa periferia, como a él le gusta decir.
Es impresionante su sabiduría, la clarividencia con que percibe los grandes problemas que pasa la familia humana en este momento.
Es notable también su libertad de espíritu, unida a la caridad con que denuncia los problemas, cuando muchos otros grandes los ignoran, los niegan. Llamó la atención su afirmación: yo no vengo a tapar la corrupción.
Hay que conocer de cerca sus grandes documentos, son un verdadero manual para políticos y economistas para darles esa riqueza filosófica, moral, de fe que les hace falta a los conductores de la humanidad, del país, de la política.
En la encíclica Laudato Si, SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMUN, plantea un problema de raíz, cabeza de muchos otros problemas. Hace falta a la humanidad reorientar el rumbo.
“Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos….
Dado que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos. Las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios”.
Esto se une a un proceso humano, centenario de búsqueda de autonomía. El hombre se siente superhombre, capaz de decidir el bien y el mal, de hacer lo que le dé la gana, por encima de Dios y la ley, sin los demás.
“Cuando las personas se vuelven autorreferenciales y se aíslan en su propia conciencia, acrecientan su voracidad”.
Parece una visión tomada con scáner de nuestra realidad.
Necesitamos esperar al Papa y oírlo con una escucha profunda y fina para recibir su sabiduría que puede empujarnos poderosamente para dejar de patinar en la crisis y la corrupción y encontrar el rumbo hacia un mundo nuevo.