Desde la izquierda

La demanda de la intervención directa y sin cortapisas de la Federación para hacer frente a los graves problemas de Michoacán, derivado de la incompetencia e incapacidad, así como de compromisos inconfesables del gobierno priísta estatal, fue una exigencia de todos los michoacanos, de los cuales el PRD hizo eco y por ello levantó la voz para pedir la presencia del gobierno de Enrique Peña Nieto.

 El contexto en el cual se dio la intervención de la federación en el estado emana de un annus horribilis para Michoacán, en donde no sólo se incrementó el hartazgo social expresado en el surgimiento de los grupos de autodefensa; la inseguridad y la violencia se revelaron imparables en todas las regiones del estado; se acrecentó la crisis financiera y económica, agravada por la fuga de capitales; se desató la ingobernabilidad social y la inestabilidad política en grandes franjas del estado, derivado de las ausencias y licencias de Fausto Vallejo, así como de las disputas y jaloneos internos del gobierno estatal.

Este fue el caldo de cultivo en el cual se anidó en Michoacán una crisis que no sólo puso en entredicho la permanencia de la actual administración en sus funciones, sino que se tornó grave al convertirse en social y humanitaria, en donde la población, en especial la región de Tierra Caliente, sufría estragos y daños colaterales propios de un conflicto armado. Michoacán pasó de ser un conflicto regional, a un problema estatal, luego un asunto de estado y hasta un conflicto de repercusiones internacionales.

 Bajo estos escenarios, en los cuales el PRD levantó una y otra vez la voz para demandar una atención prioritaria de Enrique Peña Nieto, fue que la Federación decidió tomar cartas en el asunto, no sólo por las demandas de los ciudadanos, sino presionado por expresiones políticas nacionales y de gobiernos internacionales, como el de Estados Unidos.

Ante la exigencia de algunos buitres de la política, que demandaban la desaparición de poderes desde la comodidad de sus curules, el gobierno federal optó por la ya conocida figura del Comisionado Nacional, que ya se había aplicado con anterioridad en Chiapas y otras entidades que atravesaron por conflictos de grandes magnitudes.

 Por ello el presidente Enrique Peña Nieto, mediante un decreto que le permite la Constitución, designó a Alfredo Castillo Cervantes como su enviado personal, con plenos poderes, para tomar el toro por los cuernos y buscar la inmediata pacificación del estado. Y para ello tuvo que asumir atribuciones que sólo le competen a la investidura del Gobernador, pero que el mandatario en funciones no estaba en condiciones para ejercerlas.

 Si la llegada de Castillo Cervantes implicaba la suplantación de facto de Fausto Vallejo en el poder ejecutivo, que así sea por el bien de los michoacanos, ya que el gobierno que entró en funciones en febrero del 2012 no sólo demostró su incapacidad administrativa y falta de tacto político, sino que se dedicó a labrar su propio destino y forjar su propia caducidad, que llegó antes de tiempo y que cargará con el cúmulo de sus errores, cuyos efectos corroborará en las urnas.

Para el PRD lo importante es que los michoacanos recuperen la paz y la tranquilidad, que se alcancen las condiciones propicias no sólo para desdoblar el desarrollo y el crecimiento económico, y también para contar con un proceso electoral tranquilo, equitativo, legal y participativo.

 En días pasados, éstas y otras preocupaciones fueron expuestas ante el Comisionado Alfredo Castillo, quien mostró apertura y capacidad de diálogo, al sostener un encuentro con la principal fuerza política estatal, y donde asumió el compromiso de mantener un puente de comunicación directa y sin dilaciones.

El perredismo estatal en pleno solicitó al Comisionado que todos los recursos que la federación ha anunciado que serán destinados para detonar el desarrollo de Michoacán, deben ser manejados con transparencia, y ser aplicados con prontitud, sobre todo en beneficio de la población de Tierra Caliente, en donde urge el restablecimiento del tejido social y la tranquilidad.

 Esta es la condición mínima para que se pueda recuperar la gobernabilidad social y la estabilidad política del estado, de lo contrario la medicina resultará inútil.

En el PRD otorgamos nuestro voto de confianza pleno y apoyamos las acciones que el gobierno federal está efectuando en Michoacán, así sea que en los hechos deje sin capacidad operativa por el momento al gobierno priísta estatal, ya que Michoacán no puede esperar a que triunfe un proyecto político, mientras el estado se perdía en la deriva.