Cárceles vacías: retos del Sistema Penal Mexicano
El engaño, la simulación y la mentira nunca han sido buenas estrategias de promoción y difusión, mucho menos de comunicación social, pues, tarde o temprano, la realidad se impone y el que engaña, simula o miente, queda expuesto.
Tampoco ha sido buena nunca la política de ocultarse o guardar silencio, mucho menos si el que se oculta o calla es una autoridad pública, cuyas acciones debieran ser francas y abiertas a la ciudadanía.
Pero en Michoacán las autoridades parecen preferir la política del secreto, de la simulación y el ocultamiento. Más tardó el gobernador interino en montar la conferencia en que negaba la crisis en la entidad, que la realidad en precisarlo.
“Michoacán no está en llamas”, dijo, y el calor de la sierra levantó las llamas en Coalcomán y Chinicuila, cuando aún arden Buena Vista y Tepalcatepec, lo que, por supuesto, desmintió el vocero del teniente de corbeta Fernando Cano Ochoa, titular de la Subsecretaría de Gobernación y encargado del despacho de la Secretaría de Gobierno.
Negar lo irrefutable es la consigna bajo la que respondió a Quadratín Isauro Rodríguez, su vocero: “La información que tenemos es otra, en Chinicuila no hay policías comunitarias”, afirmó con seguridad sobrada.
Pero el asunto no paró ahí. Al enterarse de que la confirmación de los hechos procedía del presidente municipal de Chinicuila, Justo Humberto Virgen Cerillos, el desmentido dio paso a la diatriba, al infundio. Bueno, lo que pasa es que fue él quien convocó a la formación de la policía comunitaria, aseguró, aduciendo versiones periodísticas que nunca existieron.
El caso de Chinicuila es de particular importancia, pues la presidencia del municipio está en manos del Partido de la Revolución Democrática, aunque en realidad el gobierno lo ejerce, desde hace una década, una entidad colectiva denominada Concejo Popular de Chinicuila.
Quizá la filiación partidista del presidente en funciones y el carácter auténticamente comunitario del gobierno real de ese municipio Serrano, impulsaron imprudencia del vocero de responsabilizar a la autoridad local de los males regionales, con tal de proteger de la opinión pública al teniente de corbeta.
Bajo los cánones de la política propagandística que ha desplegado el gobierno interino de Jesús Reyna, había que mantenerlo bajo cubierto, pues apenas el miércoles pasado Cano Ochoa aseguraba que no existían ya ni policías ni guardias comunitarias en toda la geografía estatal.
La realidad comenzó a enviarle precisiones desde el jueves, cuando la guardia comunitaria de Cherato se apersonó en el mismísimo Congreso del estado para pedir el apoyo de los legisladores, y cuando se iniciaron los enfrentamientos en la sierra, ante los ojos neutrales de un Ejército Mexicano que pareciera funcionar como réferi de las refriegas entre los beligerantes que no ha podido evitar