Libros de ayer y hoy
Estamos presenciando el declive de una fuerza y el fin de una época. Es la crónica de una derrota anunciada. El Partido Acción Nacional (PAN) que se fundó a iniciativa de Manuel Gómez Morín y otros personajes en 1939 y que nació para contrarrestar la poderosa fuerza del Cardenismo como ideología y acción está desmembrándose en sus estructuras formales, indicando con ello, una pérdida de identidad como proyecto histórico.
Los oscuros años en el que el PAN gobernó al país (2000-2012) fueron suficientes para mostrar la incapacidad e inviabilidad de un partido sin vocación de poder en el sentido democrático que proclamaron sus fundadores y seguidores por décadas. Es paradójico pero fueron las fuerzas progresistas y no el PAN quienes dieron impulso al proceso de transición que culminó con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República en el 2000.
Durante la larga noche de las administraciones panistas la élite que gobernó mostró su voracidad y ambición desmedida, alejada ciertamente de la ideología conservadora, pero de ética cristiana adherida a la doctrina social de la iglesia católica y cuyo pensamiento guío su acción en losprimeros años.
El auge por los excedentes petroleros durante toda la administración foxista se esfumaron sin transparencia alguna, como se esfumaron también las expectativas del cambio al calor del trasiego corruptor de recursos públicos a manos de la familia del propio Vicente Fox.
Con Felipe Calderón el país vivió uno de los períodos más cruentos de la historia reciente, las desapariciones forzadas se multiplicaron por miles, el país quedó convertido en un cementerio producto de una guerra sin sentido, se multiplicó la inversión en armas y en infraestructura guerrera a través de los mandos castrenses y a costa de la inversión en salud, educación, vivienda e infraestructura social básica, el saldo: más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza y la cifra más alta de la historia reciente de jóvenes desplazados sin opción de escuela, cobijo, empleo. Ese fue el PAN en el poder, acelerador de la desigualdad e incapaz de generar crecimiento en un país rico en recursos y con un alto bono demográfico.
Así, a nadie o casi a nadie sorprendió la derrota electoral del PAN en el 2012. No debiera sorprender tampoco la lucha encarnizada que se observa al interior de ese partido, la derrota y la pérdida del poder coloca a cada uno en su justa dimensión. En Michoacán, tierra del calderonismo la primera batalla la ganó la corriente de Gustavo Madero conMarko Cortés imponiendo a Miguel Ángel Chávez Zavala en la dirigencia estatal. El encono y la imposibilidad de reconciliación interna tuvieron su momento culminante con la salida de Alfonso Martínez Alcázar puntero en las encuestas para la presidencia municipal de Morelia.
Algo impensado: la membresía nacional del PAN se encuentra a poco más de 900 afiliados de perder legalmente el registro como partido. Es decir, se encuentra emplazado a lograr en esta campaña un contingente de nuevos afiliados para sostenerse. Quizá eso jugó a favor de la candidatura de Luisa María Calderón –por estar mejor posicionada públicamente que sus contendientes, aun siendo éstos de la filiación maderista-.
La crisis interna del PAN por lo que puede apreciarse es de ciclo largo. Son públicos los arrebatos de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa pero está vez su berrinche por la negación de la candidatura plurinominal a Margarita Zavala tocó las fibras más sensibles de los hermanos Calderón. La amenaza de renunciar al PAN en plena precandidatura de Luisa María Calderón es por decir lo menos, una actitud mezquina que afecta a la ya de por sí cuesta arriba campaña de la hermana del expresidente. Es, la crónica de una derrota anunciada para el panismo michoacano. Al tiempo.