Poder y dinero
Con Cristo en el templo del cielo
Cristo entra con su cuerpo humano al cielo, el paso está abierto. Necesitamos levantar los ojos a las verdades definitivas.
En tu vida. Sueñas con la felicidad y la riqueza plena y vas a quedar insatisfecho en este mundo de cosas limitadas, perecederas, engañosas.
Das todo por tener mucho dinero y darte la gran vida y el mundo no cumple sus promesas porque vas a morir no puedes evitar el sufrimiento, la pena.
Dios habla. Dios te hizo para ir al cielo. Tienes un deseo íntimo insaciable de cielo.
Tus pecados destruyen los caminos, es necesario que Dios baje y luego suba para restablecer el camino. Lo hace en la persona del Hijo Jesús.
Es lo que quiere decir la fiesta de la ascensión. Cristo ha bajado la tierra, cierra su ciclo y vuelve al lugar de donde vino. El retorno al cielo es lo que celebramos en la fiesta de la ascensión.
Lo relata Lucas: después de que Cristo da instrucciones para que lo anuncien en todas las naciones y termina el tiempo de su presencia visible, completa su ciclo y vuelve a su lugar de origen.
Es el mismo relato del mismo Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
Cristo sube al templo del cielo para ofrecer el sacrificio que agrada a Dios, hay un largo recorrido histórico que andar.
Los sacerdotes judíos entraban una vez al año y ofrecían el sacrificio de corderos otros animales. Los sacrificios no servían de nada y tenía que repetirlos el sacerdote. Eran sólo figuras.
Cristo entra al verdadero templo que es el cielo y ofrece el único sacrificio que salva a los hombres. Se sacrifica a sí mismo, entra con su sangre en el templo.
Con su sangre entra al verdadero templo que es el cielo.
Hace posible que tú también entres en el templo verdadero, en el cielo.
La experiencia la realizas en cada misa: con la sangre de Cristo llegas al altar y ofreces su sacrificio, entras en el templo del cielo.
El sacrificio de la misa es figura, prenda, garantía del banquete del cielo, el banquete del Cordero degollado y glorioso.
Aquí aparece la verdad de tu vida, de tu destino definitivo que da sentido a tu existencia.
Lo celebramos en cada misa, entramos en el templo, nos acercamos al altar y nos unimos a Cristo que se ofrece a sí mismo en sacrificio.
Del mundo de las realidades materiales y palpables nos transportamos al mundo de lo alto.
El sacrificio de la misa es figura, anticipo, probadita de las realidades definitivas del cielo.
No conocemos este misterio grandioso, sublime de la misa. Necesitamos conocerla, experimentarla y entrar en el sacrificio, ser parte activa del mismo. Hay mucho que aprender, contemplar, gozar.
Necesitamos, movidos por la fe, transportarnos a ls misa del cielo con los ángeles y los santos.
Esta participación en la misa y en la fiesta del cielo cambia todo el sentido de nuestra vida. Tiene consecuencias en los trabajos, en la conducta, es necesario que “vivamos con nuestros pensamientos puestos en las cosas celestiales”.
Esto implica la conversión, cambiar el orden de las cosas que buscamos en la vida, nuestros valores y encontrar el tesoro de nuestro corazón. Los tesoros de la tierra aparecen en su vanidad. Urge valorar infinitamente la misa y todo lo que nos pone en el camino de Dios en el cielo.
Necesitamos tomar en serio nuestra suerte definitiva, ser sabios, liberarnos del canto de las sirenas, de las seducciones del mundo. No perdernos en places engañosos.
Vive plenamente. Encuentra a Cristo, tu vida cambiará. Vivirás con la inmensa alegría de amar al amor eterno. Déjate conducir por él a la fiesta soñada de la gloria.
Cristo con nosotros. El está glorioso, el crea el cielo con su grandes y felicidad en el banquete del Cordero Degollado.
Para reflexionar en familia. También la familia debe encontrar a a Cristo como familia, cambiar para prepararse a la fiesta más bella en el cielo.