Libre expresión
A partir del 28 de mayo, México se suma a la transición de la televisión analógica a la televisión digital, convirtiéndose en el primer país de América Latina en hacerlo. Por ello, en los recientes días hemos sido testigos del debate en torno al mentado “apagón analógico”. El “apagón”, como es nombrado de manera cotidiana, consiste en la transición de la televisión analógica, que recibe una señal de pulsos electrónicos mediante una antena y que la imagen que transmite es fácilmente distorsionada, a una televisión que recibe una señal digital o de códigos binarios, que presenta una imagen de mejor calidad y que brinda otras funcionalidades. Sin duda alguna, el “apagón” es una paso necesario para modernizar nuestro sistema de telecomunicaciones y, además, será una de las vías por las que se podrá generar más competencia en esta industria.
La primera etapa del “apagón” se aplicó el 28 de mayo en la ciudad de Tijuana. La segunda etapa del “apagón” está programada para el próximo mes de noviembre en las ciudades de Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Monterrey, Reynosa y Matamoros; mientras que la tercera fase se prevé para 2014 aplicándose en las ciudades de Torreón, DF, Guadalajara, Villahermosa, Veracruz, Jalapa y Mérida.
Uno de los aspectos que debe rescatarse de la primera experiencia del “apagón” en la ciudad de Tijuana, tiene qué ver con la desorganización que ha tenido la autoridad a fin de comunicar, gestionar y organizar a la sociedad para evitar afectaciones y prejuicios a la población en general. La verdad es que la autoridad municipal de la ciudad de Tijuana y la autoridad federal encargada de su implementación, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, actuaron de manera deficiente y reactiva ante el hecho del “apagón”.
Uno de los problemas que se desprenden del “apagón” es que las personas de escasos recursos que no tengan acceso a televisiones de alta definición ni medios para adquirir un receptor moderno se verán afectadas, tal como sucedió en Tijuana donde ni el gobierno federal ni el municipal informaron a la población que no tuvo acceso a convertidores analógico-digital o atelevisores digitales.
Probablemente no era Tijuana la ciudad más viable para llevar a cabo en primera instancia el apagón analógico ya que, de acuerdo a cifras de la COFETEL, el año pasado a penas el 10 por ciento de la población de esa ciudad contaba con acceso a televisión digital. Al respecto, el “apagón” también ha servido para hacer evidentes los errores e inconsistencias de algunos políticos. Por ejemplo, el candidato del PRI al gobierno de Baja California fue, en su momento, el presidente de la comisión de telecomunicaciones en el Senado, comisión que se encargó de dictaminar y aprobar el “apagón” y su calendario, dónde la ciudad de Tijuana, Baja California, se ubicó en el primer lugar, a pesar de tener una de las tasas más bajas a nivel nacional de personas con acceso a televisión digital. Sin embargo, ante la incomodidad e inconformidad derivadas del “apagón” realizado el 28 de mayo en Tijuana, donde más de 14 mil familias se quedaron sin señal por no contar con decodificador o televisión digital, el candidato del PRI se ha limitado a escudarse en el olvido y a negar su responsabilidad en torno al tema, a pesar de que fue uno de los principales responsables de colocar a Tijuana en el lugar número uno del “apagón”.
Así las cosas, no defendemos la idea de que el “apagón” sea perjudicial para el país, lo que sí genera problemas es que no se programe y planeé de manera adecuada su implementación, y que, en aras de quedar bien y presumir que Tijuana quedó en el primer lugar del apagón, se generen problemas como los que hoy día tienen numerosos tijuanenses que se quedaron sin acceso a la televisión. Ojalá que el caso de la segunda y tercera fase del “apagón” no vuelva a repetirse este desorden.