Entusiasta optimismo de que saldremos del hoyo

Si es que Caperucita no se come primero al lobo

En los círculos gubernamentales campea el optimismo respecto de un futuro brillante de la economía mexicana.

El mismo presidente de la república, don Enrique Peña Nieto, se manifestó francamente entusiasmado por los números que del comportamiento de las principales variables económicas dio a conocer este miércoles el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Pero… siempre hay un pero en este análisis: el entusiasmo aún no se ve reflejado en la fuerza de trabajo.

El espíritu de fiesta aún no inunda los hogares mexicanos, particularmente de las clases medias para abajo.

A los micro, pequeños y medianos empresarios los mató la reforma fiscal y tienen que hacer circo, maroma y teatro para pagar al SAT mensualmente el IVA y la parte proporcional del Impuesto Sobre la Renta. Esto los hace añicos. Y no se diga a las personas físicas con actividad empresarial.

En Monterrey, donde encabezó la presentación de una planta de ensamble automotriz de la coreana Kía Motors, Peña Nieto se ufanó de que, hoy por hoy, a economía mexicana es una de las más seguras y atractivas para los inversionistas extranjeros.

Y se basa el optimismo presidencial en el informe del INEGI: en julio las ventas totales de México al exterior crecieron 4.5 por ciento, muy por encima de los pronósticos que la misma Secretaría de Hacienda mantiene para el crecimiento de la economía total al término del año en curso.

Con todo el derecho del mundo. No faltaba más. El mandatario mexicano está muy optimista, pues está seguro de que las inversiones extranjeras – como las de diez mil millones de dólares registradas por la industria automotriz en lo que va del año – seguirán llegando “porque el país se está transformando en una de las economías más atractivas, seguras  y confiables para el mundo”. Dios le oiga, don Enrique. Eso, eso es lo que no tenemos los mexicanos. Confianza. Y menos hay confianza entre los pequeños, los de la miscelánea de la esquina, los de la talacha diaria, y menos entre los pobres legionarios que apenas ganan lo indispensable para medio comer, medio vestirse, medio cubrirse de la lluvia y del sol, medio curarse. Y menos para el descanso y el ocio.

Pero bueno. Es muy explicable el entusiasmo del señor presidente, Está comprometido a cumplir sus compromisos de campaña. Y uno de los compromisos asumidos es que llegue un momento, más temprano que tarde, que todos, todos, puedan disponer de un dinerito de sobra en la cartera.

Pero la realidad es aún triste. Es reaccionaria. Es pesimista. Es jodona. Inclusive en tratándose del comportamiento de las cuentas nacionales, como el rubro de la producción y exportaciones de la industria insigina de México en estos momentos: la automotriz, que es la que está deteniendo el cerro para que no se caiga; la que está comportándose extraordinariamente.

Y no lo dice este escribidor. Lo dicen los expertos de uno de los grupos financieros más importantes, envueltos en aquel escándalo de las tarjetas con las que presuntamente el PRI compró votos en las elecciones de hace dos años. El Grupo Financiero Monex señaló que, para el resto del año, la economía ciertamente registrará una ligera recuperación, pero la recuperación será frágil, además de que apenas habrá un crecimiento del producto interno bruto (la suma de todos los bienes y servicios producidos durante el año) estimado en 2.9 por ciento, 80 puntos base abajo de los cálculos de la misma Secretaría de Hacienda.

Y fíjese si no tiene razón Monex. Como lo explicó a periodistas su subdirector de análisis, Eduardo Ávila, la economía aún muestra signos de fragilidad principalmente en el llamado sector servicios. Este representa más de dos tercios del total de la economía. Los servicios están atorados por los efectos de la reforma fiscal, aprobada por el Congreso, tanto en el comportamiento del consumo como en los esquemas para las empresas, la homologación del IVA en la frontera y los incrementos en los precios de la gasolina. Ahí está el meollo de nuestros pesimismos.

Claro, La virtud de la esperanza es muy importante en estos momentos. No hay que olvidar que, como lo destaca Peña Nieto, seis de las once reformas estructurales aprobadas por el Congreso son de carácter económico, y él espera que habrán de elevar la productividad y el ritmo de crecimiento del país.

¿Será, don Enrique? Quiero estar plenamente con usted.