UGC, el objeto del deseo
Algunos aspectos de la Iglesia Católica en Michoacán
La noticia de la llegada de los españoles al Valle de México sorprendió al Zuanga, rey de los taráscos, quien con el objeto de tener información de primera mano envió emisarios a Tenochtitlan para que le reportaran que estaba pasando; llegaron con la noticia de que la gran ciudad enemiga de su reino había sucumbido. Junto con las novedades, trajeron la viruela y lo contagiaron; la enfermedad le causó la muerte.En Michoacán pesaba un ánimo de pesadumbre, semejante al que sufrió Moctezuma, cuenta la Relación de Michoacán que habían aparecido “dos grandes cometas en el cielo y pensaban que sus dioses habían de conquistar o destruir un gran pueblo, y que ellos habían de ir a destruirle”.
Ascendió al poder, Tangaxoan II; ya iniciado el año de 1522 le llegaron informes de que los españoles se aproximaban a sus dominios; con la misión de darles combate envió a Cuiniarángaria su encuentro al frente de un selecto grupo de tropas. Cristóbal de Olid comandaba al cuerpo de expedicionarios enviado a Michoacán por Hernán Cortés; fue enTaximaroadonde españoles e indígenas se encontraron frente a frente, pero no hubo batalla. “Dí al Calzonzi que no haya miedo, que no le haremos mal”, expresó al jefe purépecha Cristobal de Olid, consigna la Relación de Michoacán.
Cristóbal de Olid invitó a Cuiniarángari a presenciar la misa que,el 17 de junio de 1522, se celebró por primera vez en los dominios purépechas, en la actual ciudad Hidalgo. En la Relación de Michoacán está escrito que los ánimos de dar el combate aún no se habían apagado en el enviado del Calzonzi, pero al ver al sacerdote con el cáliz en lo alto,Cuiniarángari pensó: “Esta gente, todos deben ser médicos, como los médicos que miran en el agua lo que ha de ser y allí saben que les queremos dar guerra.”
Tangaxoan, mientras tanto, se había ido a refugiar a Uruapan. En un lugar conocido como Apio,Cuiniarángari pinto una raya en el piso, pero la actitud de diálogo fue mantenida por Olid; “No os queremos matar: veníos de largo aquí donde estamos” y les conminó a dejar los arcos y las flechas “y dejáronlos y fueron donde estaban los españoles, parados en el camino todos los señores y caciques con algunos arcos y flechas y recibiéronlos muy bien y abrazáranlos a todos” (Relación de Michoacán, transcripción de José Tudela y estudio introductorio de José Corona Núñez, p. 255, Balsal Editores, Morelia, 1977).
Sólo las mujeres reclamaron a los españoles que tomaran el oro y que los hombres no hicieran nada, algunas de ellas agarraron a varazos a los españoles, que protegidos por las armaduras no sufrieron ningún daño; sus hombres les respondieron que el oro era de aquellos porque eran dioses.
El encuentro entre Cristóbal de Olid y el Calzonzi por fin se dio en Pátzcuaro, Michoacán fue un caso único en la conquista de la Nueva España. A diferencia de lo que pasó en otros lugares de Mesoamérica, el encuentro entre purépechas y españoles ocurrió pacíficamente, no se dio ningún combate.Tangaxoan II se bautizó con el nombre de Francisco.
Los primeros frailes franciscanos llegaron a Michoacán encabezados por fray Martín de la Coruña, en 1525, se establecieron en Tzintzuntzan y, después en Ucareo, Zinapécuaro y Guayangareo. Cuenta la Relación de Michoacán que cuando los indios vieron a los religiosos vestidos pobremente y que no querían ni oro ni plata, se impresionaron “dichosos éstos que no quieren nada”. En una oleada posterior de franciscanos,llegó un príncipe de Dinamarca, Fray Jacobo Daciano, quien sembró su obra misionera en la zona de Zacapu y la Meseta Purépecha en donde a casi 500 años de distancia es recordado con gratitud entre los indígenas.
La paz lograda por Cristóbal de Olid se vio rota, años después, con la llegada de Nuño de Guzmán a quien Fray Bartolomé de las Casas llamó el “gran tirano”; Guzmán,presidente de la Primera Audiencia, a su paso por Michoacán cometió mil y una tropelías, sus exigencias de oro no eran satisfechas de ninguna manera, siempre quería más. El Calzonzifue hecho prisionero, y en enero de 1530, Guzmánordenó su asesinato.
En 1536 el Papa Paulo III erigió el Obispado de Michoacán, Vasco de Quiroga, abogado de profesión —quien ya había estado en estas tierras en 1532 como Oidor de la Segunda Audiencia para investigar los abusos de Nuño de Guzmán y ya había fundado el Hospital Pueblo de Santa Fe, a la orilla del Lago de Pátzcuaro—, fue nombrado por el Papa, Primer Obispo de Michoacán. La obra de Quiroga como Obispo fue fructífera: asumió la defensa de los indios frente a los abusos de los encomenderos españoles, los juntó en Repúblicas, promoviendo oficios diversos, dictando ordenanzas justas. Don Vasco se propuso implantar un orden “que fuese católico y muy útil y provechoso”. Quiroga se inspiraba en la Utopía de Tomás Moro. El primer obispo de Michoacán fue el fundador del Colegio de San Nicolás.
El Obispado de Michoacán comprendió una amplia parte de la Nueva España: los actuales estados de Michoacán, Guerrero, Colima, Guanajuato, San Luis Potosí y parte de Tamaulipas. Su importancia se reflejó en la edificación de la majestuosa catedral de Valladolid, hoy Morelia, diseñada por el arquitecto italiano Vicente Barroso de la Escayola. En Valladolid hubo conventos de los franciscanos, los agustinos, los carmelitas, los dieguinos, los mercedarios y los juaninos. También los conventos de las religiosas de Santa Catarina de Siena y Capuchinas.
Con las rentas de la catedral del Obispado de Michoacán se mantuvo y curó durante muchos años a los enfermos atendidos por los Hospitalarios de San Juan de Dios, El Obispo Juan Ortega y Montañez fue quien donó lo que era su Palacio Episcopal para albergue de los enfermos y religiosos. En el Hospital de San Juan de Dios que se ubicaba a un costado de la catedral (el actual Hotel “Juaninos”), nacería en 1830 la Escuela de Medicina, fundada por el doctor Juan Manuel González Ureña, la cual, con el paso del tiempo, al constituirse la Universidad Michoacana en 1917 se integraría a la máxima casa de estudios.
En Michoacán la Compañía de Jesús dejó una huella profunda. En 1547 el Obispo Vasco de Quiroga habló con San Ignacio de Loyola y solicitó la presencia de la Compañía de Jesús en Michoacán; pero no fue sino hasta 1573 que los jesuitas establecieron su casa en Pátzcuaro y en 1576 se trasladaron a Valladolid. Sobresalieron los trabajos del padre Juan Ferro, quien recorrió la tierra caliente de Michoacán, soportando calores, mosquitos, alacranes y chinches voladoras, por lo que enfermó, en los intervalos que le daba la fiebre aprendió la lengua de la región y logró convertir a miles de habitantes de esa zona de Michoacán. Otro jesuita que destacó en Michoacán fue Francisco Javier Clavijero, en quien surgió la idea de ver a México como una nación que debería sentirse orgullosa de su pasado indígena. Clavijero, sufrió la expulsión de su orden dictada por el rey de España Carlos III y ya en el exilio, en Italia escribió un libro sobre el pasado de la Nueva España al que tituló “Historia de México”. La relación de los jesuitas con el Colegio de San Nicolás fue estrecha, su influencia fue recibida por Miguel Hidalgo y Costilla.
Otro personaje de la historia de la Iglesia Católica en Michoacán fue el Obispo de Michoacán Fray Antonio de San Miguel Iglesias, quien dispuso la reconstrucción del Acueducto de Valladolid. En 1785 y 1786 se perdieron las cosechas, se registró una escases y carestía de maíz tan grave que la gente la llamó “el hambre gorda”. El Obispo San Miguel al reconstruir el acueducto, tuvo un doble propósito: dar empleos e ingresos a quienes necesitaban llevar alimento a sus familias y garantizar el abastecimiento de agua. Fray Antonio de San Miguel predicó la teología de la caridad y adoptó otras medidas como la compra y el almacenamiento de granos, la implementación de siembras de riego en la tierra caliente y un extenso programa de obras públicas, creando fuentes de trabajo productivas y útiles.
En la historia de Michoacán resalta el Seminario Tridentino, fundado por el obispo Pedro Anselmo Sánchez de Tagle en 1770, y que ocupó el edificio en el que actualmente está el Palacio de Gobierno. Siete columnas que representaban los siete pilares de la ciencia soportaron la construcción. Al descubrirse la conspiración de Valladolid en pro de la Independencia en 1809 en las diligencias se conoció que en ella participaron Mariano y Juan José Michelena, José Antonio Soto Saldaña y José María Izazaga, ex alumnos del Seminario Tridentino. En el también llamado Colegio Seminario se formaron Ignacio López Rayón, Agustín de Iturbide Uno de los alumnos más destacados del Seminario de Valladolid fue el Siervo de la Nación José María Morelos y Pavón. Dos personajes muy importantes de la época de la Reforma fueron también alumnos del Colegio Seminario: el ideólogo de los liberales, Melchor Ocampo, y el ideólogo de los conservadores y defensor de los derechos de la Iglesia Católica, el obispo Clemente de Jesús Munguía.
No se puede soslayar el papel de los sacerdotes católicos en el movimiento por la Independencia de México, iniciado el 16 de septiembre de 1810 por el sacerdote católico, perteneciente a la diócesis de Michoacán, Miguel Hidalgo y Costilla.En la lucha por la independencia destacaron también los sacerdotes: José María Morelos y Pavón, Mariano Matamoros, José Guadalupe Salto, Vicente Santa María y José Sixto Verduzco.