Miscelánea, salud y política
Mis Queridos Amigos y Hermanos todos: saludos cordiales en este 2019 con el antiguo deseo de que cuanto de bueno, de útil y de provechoso intenten, ahora y en el futuro, lo logren para bien de su vida material y espiritual.
Ciertamente también desde que los humanos conocieron los solsticios de invierno y de verano, dividieron la ida y la vuelta aparentes del sol en dos grandes períodos, y precisamente en el hemisferio norte ante la supuesta “muerte” de nuestra estrella, y también de su figurada inmovilidad, tanto conceptual como astronómicamente decidieron que su “resurrección” sucedería después de tres días en unos casos, de siete en otros, para recomenzar una nueva energía y, por lo tanto, un nuevo trabajo para alcanzar la vida y los esplendores del verano.
Casi todas las culturas de la antigüedad tomaban esos días “de la muerte” del sol, como un tiempo de reflexión, quizás también de meditación, para conocer mejor su vida personal, social, incluso de la que hoy llamamos “el estado”. Así las muy conocidas actividades al respecto en Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, como también las menos conocidas de los Germánicos y los Escandinavos, y las casi desconocidas de las culturas Náhuatl e Inca; cada una con su mito (en el sentido real y simbólico de la palabra), de un dios que nace o renace durante ese fenómeno astronómico en la Tierra: Mitra, Horus, Apolo, y el Sol Invicto de los primeros; el esplendoroso Freyy el árbol del universo llamado Yoogdrasil(antecedente de nuestro árbol navideño) en los segundos, y, en los últimos: Huitzilopochtliy el dorado Inti.Jesúsde Nazaret fue incorporado a este grupo por decreto del papa Liborio hasta el Siglo IV.
Vale la pena agregar aquí que según cálculos que pudieran ser tomados como cada quien quiera, el pasado solsticio (2018) fue el número ¡4 mil 500 millones! de la existencia de nuestro planeta. El número 3 mil 500 millones desde la aparición de la vida en las profundidades oceánicas. Y apenas 300 mil años, o sea casi nada, de que se registra un ser humano en la Tierra. Al mismo tiempo que fue el mismo número de veces que se inició un nuevo ciclo, 2019 datamos ahora, y con él una nueva esperanza planetaria, y ahora también humana.
Así que ante el término y el inmediato reinicio del sol en el Solsticio de Invierno, permanecemos dentro de la tradición milenaria de reflexión y de buenas intenciones (“El Intento”, de los Olmecas), y al hacerlo en común y con amor los unos con los otros, practicamos sin duda las virtudes de la Amistad y de la Fraternidad.
Por eso, mis Queridos Amigos y Hermanos todos: que logren los esplendores del verano a partir de éste y todos los solsticios de invierno que vivan, todo cuanto de bueno, de útil y de provechoso intenten para su vida material, espiritual y social. ¡Ante los dioses inmortales, brindo por eso! ¡Que así sea!