Juego de ojos
Se incrementa la incertidumbre para Michoacán. La memoria pronta recuerda muchos meses de esta incertidumbre que ha mantenido al estado en las primeras planas y en el comentario negativo y pesimista de una gran mayoría de medios de información a lo largo del territorio mexicano y del mundo.
Y en momentos como el de aquí y ahora, 29 de octubre, después de los ataques registrados la madrugada del 26, los líderes de opinión, el gobierno, los partidos políticos, los ciudadanos, nos confundimos al no atinar a mirar lo que debe mirarse.
El PRI, o quizá una parte, apoya el regreso del Gobernador Constitucional. El PAN lo ha cuestionado a diario arguyendo temas diferentes, y el PRD ha volteado a ver lo que falta, lo que no se ha hecho, lo que está mal realizado.
Y así, cada partido Político por su lado, cree que siembra para cosechar. Cada uno piensa que aporta con su dicho, cada uno declara lo que supone que abonará para su causa. Una parte del PRI jala para un lado, la otra para el otro. El PAN para el suyo y el PRD para el opuesto.
En medio de la crisis, la del estado, hay otras que se convierten en lastres cuando los propósitos, cuando las baterías se enfocan a lados diversos que no convergen en punto alguno.
Así están los actores políticos hoy, en Michoacán. Mirando no se sabe para dónde, pero no voltean a ver a Michoacán.
Ver hacia el Michoacán convulsionado de hoy es poder dejar a un lado todas esas naturales diferencias. Voltear a ver a Michoacán es preguntarse, en el clima de conflicto que se vive, quién está contra quién, en dónde está el enemigo, hacia dónde hay que enfocar las baterías para soltar los dardos.
Mirar hoy a Michoacán es preguntarse de quién hay que defenderse, a quién se le puede confiar qué. Pero nadie sabe nada, cuando en una condenable actitud de arrogancia, creen que lo saben todo.
Y así, todos miran hacia todos lados y califican, culpan, señalan, exigen, corrigen, presumen, pero nadie propone y tampoco a nadie se le ocurre que en estos momentos la unidad, dentro de la divergencia natural de las militancias y las ideas, es lo que puede aportar algo para salvar estas urgencias que dejan huella indeleble y un gran desprestigio hacia afuera y un desgarramiento profundo y doloroso hacia adentro.
Ahora, y precisamente ahora, es cuando un llamado a la unidad y al cierre de filas está siendo urgente. Para enfrentar lo que se ve, y lo que pueda venir.
La pregunta es si la actual emergencia michoacana no requiere de las mejores voluntades, de las mejores ideas, de la mejor disposición de todos los actores. La pregunta es si no pueden dejar de lado todo lo que ponen al frente para no estar unidos, ahora que se requiere que Michoacán sea mirado y rescatado.
Nadie gana con lo que sucede en Michoacán. Es necesario que eso lo vean los actores políticos que han escogido la ruta de la declaracionitis, la crítica y la descalificación: “Ahora nosotros descalificamos lo que declaró aquél hace rato, para también ganar un espacio, para no perder presencia”.
Basta ya de eso, de esos estilos, de esas rutas. Basta ya de abonar al conflicto en un estado que se debilita cada día que pasa, con cada declaración que se emite, con cada hecho que queda impune.
Basta ya de esa división. Basta ya de querer ganar algo en una lucha en la que todos, día a día, perdemos algo. Basta ya.
Quién será el primero que haga la propuesta, que levante la voz para proponer la unidad que logre hacer frente a esta lucha que parece no tener fin?
El Congreso estatal, los Diputados Federales, los Senadores, los Partidos Políticos, el Gobierno estatal, los gobiernos municipales: basta ya de declaraciones que generan más división; basta ya de señalar y cuestionar. Es hora de mirar a Michoacán, de ocuparse de Michoacán, de que juntos, encuentren cómo convocar a los ciudadanos para rescatar a Michoacán. El momento lo amerita. Lo requiere, lo grita con urgencia. Qué, ¿acaso no se ven y escuchan claras las señales?