Por amor a las comunidades vamos por continuidad de 4T: Nacho Campos
TINGÜINDÍN, Mich., 13 de abril de 2015.-Hay quienes afirman que fue al propio Vasco de Quiroga al que se le ocurrió asignar a Tingüindín la actividad panadera como un hecho completamente novedoso para ese tiempo, pues el trigo era un cultivo recién introducido en América.
Este arte panadero tiene desde hace tiempo un lugar muy especial en los paladares de la gente de la región. A finales del siglo XIX, los comerciantes arrieros llevaban piezas del que se conocía como pan de pulque (pues en vez de levadura se utilizaba la nata de esta bebida) envueltas en hojas de vástago, hasta lugares relativamente remotos.
El hecho es que desde entonces, este municipio cuenta con las variedades de cemas, aguácatas o empanadas rellenas de chilacayote. El proceso de elaboración que por cierto no ha variado desde la colonia y aun se realiza en los núcleos familiares del municipio, comienza la tarde previa a la horneada.
En grandes batidoras eléctricas se mezcla harina con azúcar, sal, agua, levadura y manteca vegetal para formar la masa base, que combinada con otros ingredientes formará las distintas piezas de pan. Dicha masa se deja reposar toda la noche en una artesa de madera.
Quien no descansa tanto es el panadero, pues a las tres de la mañana tiene que encender la leña de encino que está dentro de un horno tradicional, de forma redonda y hecho de ladrillo, con una base de baldosas debajo de la cual hay un hueco cuadrangular de cemento relleno con piedra de origen volcánico llamada “paragua”. Estos hornos, en su mayoría, se encuentran dentro de la casa.
A las seis de la mañana se reanuda el proceso.Primero se hornean las empanadas. A cada pieza se le hacen pequeñas perforaciones para evitar que el pan se deforme por el calor. El pan crudo se va depositando en el piso del horno. Esta operación se repite hasta que el horno se llena. El siguiente turno es para las aguácatas, panes que están hechos de dos tipos de masa y tienen forma triangular. Para el final se dejan las cemas, redondos manjares sabor canela.
Habitantes del lugar aseguran que aún hoy, en estas regiones, el pan también puede elaborarse específicamente para bodas, bautizos y otros eventos, pues es parte muy importante en los ritos purépechas. Incluso se menciona que el pan se utilizaba en la ceremonia del pedimento de la novia. Quien recibía un pan, estaba invitado. En estas ocasiones suele solicitarse que el panadero agregue ingredientes extras: chocolate en polvo, chongos zamoranos, nata, leche condensada o cajeta, para dar un toque más especial.