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MORELIA, Mich., 4 de marzo de 2014.- Carácuaro está de fiesta, miles de peregrinos y fieles devotos al Señor de Carácuaro arriban al municipio de Tierra Caliente para visitar al milagroso Cristo Negro.
La travesía es larga, pero la fe es grande; desde Tacámbaro cientos de personas recorren los caminos de la sierra y posteriormente la carretera para llegar hasta Carácuaro, a pie, en bicicleta, a caballo o en automóvil, la meta es llegar al santuario donde yace “el cristo morenito”, al que su visita desde diversas partes del estado y del país, ya se ha hecho una tradición en el pueblo terracalenteño.
Con mochila al hombro y una botella de agua, los fieles católicos avanzan enfilados por la orilla de la carretera, a su llegada a la localidad de Paso de Morelos ya se observa la silueta del cerro de Mariana, que entre más grande se percibe, más cerca está el destino para cumplir el objetivo y orar frente al altar del Señor de Carácuaro.
Ni las 12 horas de camino a pie, acompañado de los fuertes rayos del sol, ni el fuerte calor, son obstáculo para que los peregrinos cumplan su misión, de cumplir una manda o sólo recibir la bendición del Cristo Negro.
Algunos habitantes de las comunidades que conforman el trayecto: Paso de Morelos, Las Cocinas, San Antonio, Nocupétaro y Carácuaro, se solidarizan con los visitantes y regalan bebidas refrescantes para aminorar el cansancio, mientras que otros no desaprovechan la oportunidad de vender los alimentos típicos de la región.
Ésta es parte de la tradición, es la Fiesta de Ceniza de Carácuaro, que también tiene su colorido a través de la presentación de las diversas danzas, provenientes de Pátzcuaro, Santa Clara y Puruarán, que se programan en el atrio del Templo del Señor.
Cada año, la sincronía de sus movimientos y su vestimenta llaman la atención, además de los diablitos, que fungen como los malos que tratan de evitar el baile de agradecimiento a Dios que practican los danzantes durante su presentación.
El origen del Cristo Negro tiene varias historias, algunas versiones explican que llegó a México traído por Fray Juan Bautista de Moya en el siglo 16, quien obsequió la imagen a un pueblo del Estado de México, pero que por diversas razones nunca llegó, teniendo como destino el pueblo de Carácuaro, donde permanece desde hace dos siglos.
Otra de las historias, cuenta sobre la aparición del Señor de Carácuaro en un cerrito ubicado en la margen derecha del río que pasa por el pueblo, por lo que en ese lugar se erigió un monumento al Cristo Negro.